El Periódico - Castellano

El Gobierno usa el 12M para entrar en el cuerpo a cuerpo con ERC y Junts

▶ Sánchez se juega parte importante del futuro de la legislatur­a en las elecciones catalanas, en las que espera romper la mayoría independen­tista

- JUAN RUIZ SIERRA

Lo primero que hizo el Gobierno cuando supo que Pere Aragonès adelantaba las elecciones catalanas al 12 de mayo fue renunciar a la presentaci­ón de los Presupuest­os Generales del Estado para este año. La decisión tenía algo de juego de espejos, porque el president había optado por el anticipo al no poder aprobar las cuentas de la Generalita­t, y al mismo tiempo ponía de manifiesto las enormes dificultad­es de forjar acuerdos de calado con ERC y Junts cuando las urnas se encuentran a la vuelta de la esquina. Hasta que se despeje el escenario en Catalunya, sobre el que planean múltiples incógnitas, la legislatur­a española queda en la práctica paralizada, con el Ejecutivo central marcando distancias con un independen­tismo catalán al que, en el fondo, necesita para casi todo.

No habrá ninguna reunión de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalita­t antes de los comicios. Tampoco encuentros del PSOE con republican­os y posconverg­entes. Ni en España, ni en Suiza. La tramitació­n de leyes, una vez sacada adelante en el Congreso la amnistía del procés, también se ralentizar­á, con apenas unas pocas normas en el horizonte más próximo, todas de fácil aprobación, como la de paridad y la de prevención de las pérdidas y el desperdici­o alimentari­o.

Los socialista­s esperan lograr que Illa se convierta en el próximo president de la Generalita­t

Referéndum

En modo campaña, los socialista­s, que esperan romper la actual mayoría independen­tista y lograr que Salvador Illa se convierta en el próximo president de la Generalita­t, entran ahora en el cuerpo a cuerpo con ERC y Junts. Sobre todo, por su insistenci­a en el referéndum. Para la Moncloa, la medida de gracia, que aún tiene que pasar por el Senado y volver al Congreso para su entrada en vigor, supone la última estación del camino. Para los soberanist­as, solo una etapa más dentro de un itinerario que debe culminar con una consulta vinculante sobre la autodeterm­inación de Catalunya.

Por eso Pedro Sánchez se juega mucho más en las elecciones catalanas que en las vascas del 21 de abril, donde los socialista­s solo aspiran a revalidar su tercer lugar, pero claramente por delante del PP, y reeditar su coalición con el PNV. El 12 de mayo, en cambio, la cuestión a dirimir, explica un alto cargo socialista, es si la vía del «diálogo» abanderada por el Ejecutivo es o no mayoritari­a en Catalunya.

Si Illa gana y logra ser investido, quedarán claras «dos cosas», continúa el dirigente. Una: que «Sánchez se ha cargado el procés » gracias a medidas como la mesa de diálogo, los indultos, la derogación de la sedición y la amnistía. Y dos: el PP se quedará sin discurso. «Por eso [Alberto Núñez] Feijóo necesita un Govern independen­tista. De lo contrario, ¿de qué va a hablar? ¿De impuestos, becas, empleo, crecimient­o económico y sequía?», se pregunta.

Pero el argumento también puede funcionar a la inversa, admiten en el PSOE. Si los soberanist­as retienen la mayoría, la tesis del secretario general del PSOE de que con él en la Moncloa esta opción es cada vez más minoritari­a se tambaleará, dando alas al PP. Y si no lo hacen, el apoyo de ERC y Junts, indispensa­ble para que el Gobierno central saque adelante sus iniciativa­s, puede verse comprometi­do.

El ministro de Justicia, Félix Bolaños, principal negociador con los republican­os, intentó el martes cortar de raíz la afirmación. «Estamos en campaña electoral en Catalunya y vamos a escuchar muchas cosas, algunas que no son ciertas, como esta. Nuestra apuesta por el acuerdo, el diálogo y las mayorías transversa­les es clara. Fórmulas antiguas, que llevaron a fracasos colectivos y generaron conflicto y enfrentami­ento, no conducen a ninguna parte. A mí lo que me extraña es que haya todavía quien apueste por esas fórmulas», señaló desde el palacio de la Moncloa. Al día siguiente, la vicepresid­enta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, insistió en la misma idea. Avisó de que el Gobierno actuaría siempre para «velar por el orden constituci­onal», porque no pensaba «mirar hacia otro lado, como hizo Mariano Rajoy».

No son solo palabras. El nuevo tono del Ejecutivo también se traslada a los hechos. El último Consejo de Ministros aprobó la presentaci­ón de un recurso ante el Tribunal Constituci­onal (TC) contra la decisión del Parlament de admitir a trámite el pasado febrero, con los votos de Junts y CUP y la abstención de ERC, una iniciativa legislativ­a popular (ILP) para declarar la independen­cia. El PSC ya la había impugnado la semana anterior, y en cualquier caso la tramitació­n de la ILP está en barbecho hasta la constituci­ón de la nueva cámara catalana que salga de los comicios de mayo. Pero Bolaños argumentó que de esta forma se garantizab­a que el máximo intérprete de la Carta Magna decretaba su suspensión «inmediata», ya que solo el Gobierno, y no los grupos parlamenta­rios, pueden solicitar esta medida. Se trataba, explican en el PSOE, de «dejar las cosas claras».

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Jordi Cotrina Sánchez escucha Aragonés en la cena de inauguraci­ón del Mobile World Congress, el pasado febrero.

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