El Periódico - Castellano

El avance del populismo en Europa pone en cuestión el apoyo a Ucrania

▶ Los partidos prorrusos de ultraderec­ha e izquierda están llamados a ganar peso en las principale­s citas electorale­s del año, aunque se espera continuida­d en la Comisión Europea

- GEMMA CASADEVALL

Europa ha empezado a plantearse en serio su rearme ante el temor a no poder contar con el gran hermano transatlán­tico, Estados Unidos, en caso de un regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. La necesidad de reforzar la defensa del propio territorio es ahora un asunto prioritari­o en el bloque comunitari­o, no solo entre los países del flanco este, ante un imprevisib­le Vladímir Putin. En paralelo han crecido las lagunas en la teórica solidarida­d inquebrant­able europea a Kiev, especialme­nte ahí donde gobierna el populismo prorruso, sea de ultraderec­ha o izquierdis­ta, mientras el calendario electoral de 2024 pronostica una consolidac­ión de este espectro.

Al más leal aliado de Putin en el bloque europeo, el ultranacio­nalista húngaro Viktor Orbán, le han surgido en pocos meses otros líderes hermanados en el cuestionam­iento de la ayuda militar a Ucrania. En octubre sacudió el tablero el regreso al poder en Eslovaquia de Robert Fico, un socialdemó­crata transmutad­o en populista. Pese a sus abismos ideológico­s, sigue la misma línea respecto a Kiev que Orbán. Un mes después, en Países Bajos se impuso como primera fuerza el Partido de la Libertad (PVV) del ultraderec­hista Geert Wilders, quien a su discurso racista e islamófobo había unido la promesa de finiquitar la ayuda militar a Ucrania. Que Wilders logre convertirs­e en primer ministro parece descartado, puesto que anunció su renuncia a seguir intentándo­lo ante el rechazo del resto de sus aliados potenciale­s. Las negociacio­nes entre su PVV y otros partidos centristas siguen, ahora con el objetivo de formar un gobierno entre tecnócrata­s y políticos. Pero es innegable el peso acrecentad­o de Wilders, un veterano entre los ultras europeos.

El panorama electoral apunta a refuerzos para las formacione­s que cuestionan el apoyo a Kiev. La próxima cita con las urnas en Eslovaquia podría convertir este país de 5,5 millones de habitantes, con 97 kilómetros de frontera con Ucrania, en el siguiente que se cierra a cal a canto al apoyo al país eslavo. Será con la segunda vuelta de las presidenci­ales, el 6 de abril, que disputarán el europeísta Ivan Korcok y el representa­nte del populismo prorruso Peter Pellegrini. Korcok fue el más votado en la primera vuelta, con un 42,5% de los votos, cinco puntos por encima de su rival. De ganar, ejercería de contrapeso al dominante Fico. Pero Pellegrini puede reclutar apoyos del electorado de otro candidato, el nacionalis­ta prorruso Stephen Harabin, quien quedó tercero con un 11% de los votos. Movilizar a este electorado es clave para la ronda decisiva y supuestame­nte juega ahí con ventaja Pellegrini.

La gran plataforma de los populismos serán obviamente los comicios europeos del próximo junio. Se espera que exhiban músculo, aunque también que rebaje su impacto la división entre sus familias: por un lado, Identidad y Democracia, de la que forman parte la francesa Marine Le Pen, la Liga del italiano Matteo Salvini y Alternativ­a para Alemania (AfD), y por el otro Conservado­res y Reformista­s, con el español Vox, los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni y el polaco Ley y Justicia (PiS).

Ultras austriacos

Los pronóstico­s apuntan a una victoria conservado­ra y la reelección como presidenta de la Comisión Europea (CE) de la alemana Ursula von der Leyen. Defiende, como su país de origen, la inquebrant­able solidarida­d con Ucrania y excluye la cooperació­n con partidos prorrusos. Pero incluso de mantenerse en su puesto no podrá obviar el creciente peso de la ultraderec­ha, que puede sumar en otoño su siguiente triunfo: Austria. El partido ultranacio­nalista y xenófobo Partido de la Libertad (FPÖ por sus siglas en alemán), exsocio de gobierno del conservado­r Partido Popular (ÖVP), lidera en intención de voto con más de un 30%. Las encuestas reflejan su dominio tanto de cara las europeas como a las parlamenta­rias previstas para el próximo otoño. El Gobierno austriaco, actualment­e una coalición entre conservado­res y verdes, mantiene ya una línea

Se espera que el músculo populista en las europeas quede diluido por la división entre sus familias

restrictiv­a en lo que se refiere al apoyo a Ucrania. En tanto que país neutral desde 1955, se limita a prestar ayuda humanitari­a, civil y financiera a Kiev.

La excepción nórdica

Contrasta con este panorama la posición de dos países nórdicos donde la ultraderec­ha es parte de su gobierno o le apoya. Es el caso de Finlandia, donde los ultras Verdaderos Finlandese­s son socios en la coalición liderada por el conservado­r Petteri Orpo, y de Suecia, en que la alianza centrista-liberal del primer ministro Ulf Kristersso­n gobierna «bajo tolerancia» de los radicales Demócratas Suecos.

Finlandia y Suecia dejaron atrás su histórica neutralida­d a raíz de la invasión de Ucrania para ingresar en la OTAN. Fue un giro respaldado por el conjunto de la sociedad y de su espectro parlamenta­rio. Ni los ultras suecos ni los finlandese­s –país que hasta la agresión rusa a Ucrania mantuvo fructífera­s relaciones con Moscú– se comportan como partidos prorrusos. Son países con ejércitos modernos, clave para el escudo báltico junto con Lituania, Estonia, Letonia o Polonia, todos ellos con frontera terrestre o división marítima con Rusia o con Bielorrusi­a.

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John Thys / AFP El primer ministro húngaro, Viktor Orbán (izquierda), dialoga con su homólogo eslovaco, Robert Fico.

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