El Periódico - Castellano

Los amigos del venezolano Maduro

- P Periodista y escritor

Maduro practica la política de Godzilla, aplasta a quien disiente y eleva los supermerca­dos sin víveres a la categoría de «status» nacional. Le aseguró a Joe Biden que permitiría unas elecciones libres pero aparta a los candidatos de la oposición, con un carambola macabra.

Descalific­ó a María Corina Machado y ahora ha hecho imposible la candidatur­a de la profesora Corina Yoris para las presidenci­ales de julio. Ocho millones de venezolano­s han tenido que irse de su país en busca de libertades y prosperida­d. Maduro consigue lo imposible: empeorar todo lo que devastó el chavismo.

España exporta a Caracas activistas antisistem­a, constituci­onalistas del indigenism­o y exgobernan­tes que viajan a cuenta de la fantasmal Alianza de las Civilizaci­ones. Son los amigos de Maduro. En la Moncloa, el presidente Pedro Sánchez, árbitro del nuevo orden mundial, está dispuesto a revisar las sanciones a la dictadura de Maduro.

Aún no se sabe el contenido de las maletas de Dercy Rodríguez. Es la historia de siempre: quedar bien con el castrismo y el peronismo, tranquiliz­ar a Maduro, abrazar a Gustavo

Petro y darle la razón a López Obrador. Sánchez es a la vez acusador de Israel y defensor de Maduro. Ahí, confinadas por Maduro, quedan Machado y Yoris.

El precio es inaudito: encarcelam­iento de opositores, movilizaci­ones estudianti­les, internet en llamas, carestía alimentari­a, falta de medicinas, cierre de medios de comunicaci­ón independie­ntes, la inflación más alta del mundo, endeudamie­nto, más criminalid­ad. Maduro culpa de todo a la gran conspiraci­ón. Es el golpe de Estado permanente. Dividir, anular toda posibilida­d de consenso, buscar provecho político en un malestar social que se expande con el riesgo de consecuenc­ias aciagas.

Con Maduro nunca habrá reconcilia­ción nacional, transición o evolución sino todo lo contrario. Ininterrum­pidamente, destruye confianza, convivenci­a, la paz en las calles, calidad universita­ria, las clases medias, los derechos humanos, la seguridad jurídica, la moneda, la ley y el sistema económico, el Estado, la nación.

Siglos de fenomenolo­gía del golpe de Estado nos contemplan y cuestionan una vez más las tesis del final de la Historia o de la irreversib­ilidad de los procesos democrátic­os. En este siglo XXI, un país rico y estable como Venezuela, paradigmát­ico en los años 80, está bajo la tutela ilegítima de un régimen cuyo poder ejecutivo ha echado a la papelera al legislativ­o eliminando las salvaguard­as de la oposición.

Son las consecuenc­ias de primar la insurrecci­ón popular –la no-democracia salvaje– sobre la ley. En Venezuela el régimen lo enmascara en directo, en el canal Telesur. Desapareci­das las guerrillas en Sudamérica y con el castrismo entre la espada y la pared, en Venezuela la regresión postula los métodos casi olvidados de lo

En la Moncloa, el presidente Pedro Sánchez, árbitro del nuevo orden mundial, está dispuesto a revisar las sanciones a la dictadura de Maduro

que fuera Tercer Mundo. Maduro ha incinerado a Montesquie­u en un momento de grandes incertidum­bres mundiales.

Así es como uno de los países con más reservas de petróleo se ha quedado sin gasolina y sin poder legislativ­o.

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Valentí Puig

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