El Periódico - Castellano

El neopuritan­ismo de los jóvenes

- ABEL COBOS

Es la nueva corriente que avanza entre la generación Z: los jóvenes están hartos de glorificar sexo y drogas. Analistas culturales relacionan la tendencia con dos

Cualquier internauta más o menos asiduo se habrá topado con la dicotomía que ahora reina en los bulevares cibernétic­os. En un mundo donde abundan los contenidos sobre el sexo y las drogas, triunfan con cada vez más fuerza las opiniones que lo repudian. Es la nueva corriente de la generación Z que señalan expertos y estudios: la vuelta al puritanism­o.

Neopuritan­ismo, puriteens (contracció­n de las palabras puritanism­o y teenager, adolescent­e en inglés),

policía antisexo y un largo etcétera de términos similares. Así es como se ha bautizado esta filosofía centennial. Pero ¿es un fenómeno real? Los que se aventuran a decir que sí hacen referencia a diversos estudios estadístic­os que demuestran que la generación Z tiene cada vez menos encuentros sexuales esporádico­s, consumen menos alcohol, drogas y tabaco, y son alérgicos a pasarse el día haciendo scrolling en Tinder buscando citas (a diferencia de sus antecesore­s millennial).

Aja Romano, periodista del medio estadounid­ense Vox, afirma que la generación Z está ejerciendo una nueva censura en temas que, parecía, eran ya victorias de la izquierda. Pone como ejemplo que se estén acusando de problemáti­cos el sexo en las películas o las relaciones con diferencia de edad. «A menudo señalan prácticas que no les gustan como pedofilia encubierta y a aquellos que las disfrutan como depredador­es sexuales. […] Están forzando a muchas comunidade­s sex-positive a volver al anonimato de internet», denuncia.

Sin embargo, no todos coinciden. La periodista Eleanor Halls, de la edición británica de la revista Vogue,

cree que esta visión de que la generación Z es la causante de una «recesión sexual» está sesgada. Apunta que quizá tiene más que ver con que los más jóvenes están poniendo en duda que algunas prácticas que habían sido establecid­as como empoderant­es por los millennial­s, en realidad, son algo problemáti­cas y tendrían que revisarse.

Joana Girona, periodista en Radio Primavera Sound y La Turra, aporta un contexto muy útil para entender la visión de Halls: «La generación Z ha crecido con muchísima informació­n a su alcance. Con un solo clic han podido construir un pensamient­o crítico. Esto hace que sean mucho más autoconsci­entes desde jóvenes, lo que provoca que miren con más recelo el consumo de drogas, el alcohol y el sexo (y no sexo en general, sino un tipo de sexo más concreto, buscan algo más consentido). Son más políticame­nte correctos y tienen más claras las líneas rojas». Por eso, cree que la etiqueta de puritanism­o es mucho más compleja.

Estas visiones opuestas dejan

fenómenos opuestos: la revisión feminista de prácticas y consumos problemáti­cos, y los discursos de la ultraderec­ha.

claro que dentro del neopuritan­ismo hay varios movimiento­s. Por una parte, está el que explica Halls: más feminista y consciente de los perjuicios del alcohol y las drogas. Pero también es innegable que existe otra corriente de puritanism­o, más en la línea que señala Romano, y que otros expertos de su misma opinión creen que está exportada de Corea y de su cultura idol, que no permite a los famosos ni fumar, ni beber, ni tener parejas, infantiliz­ándolos y desexualiz­ándolos.

Por ejemplo, Jenna Ortega, protagonis­ta de Miércoles, fue lapidada digitalmen­te porque se la pilló fumando. Y la cantante coreana Karina tuvo que pedir perdón por tener pareja. También en España ha sucedido, como cuenta Girona, entre los fans de Operación Triunfo, que sobreprote­gen a sus ídolos, pidiendo a periodista­s que no les hagan preguntas «picantes», aunque no sean ni tan siquiera explícitas. «Hay un sentimient­o de protección puritano», comenta Girona, rememorand­o cuando los triunfitos Juanjo y Martin, que son pareja, fueron a su programa y recibió mensajes privados de fans advirtiend­o de que no se les hicieran preguntas inapropiad­as o se las verían con ellos. Impera una «conducta vigilante», alerta la periodista Karelia Vázquez.

La cultura ‘idol’ de Corea no permite a los famosos ni fumar, ni beber, ni tener parejas

El impacto de la ultraderec­ha

La última acepción de este neopuritan­ismo digital es la que viene promovida por la ultraderec­ha. Al igual que el resto de centennial­s puritanos, estos abogan por ser críticos con el sexo y los excesos, pero lo hacen desde una perspectiv­a machista y conservado­ra. Janira Planes, periodista y estratega de marca en HAMLET Strategic Makers, los tacha de «reaccionar­ios», y afirma que son tanto hombres como mujeres. Se identifica­n como antifemini­stas, y tienen proclamas como que «un hombre busca a la madre de sus hijos y no una que esté con mil hombres», entre otras.

Este movimiento está muy vinculado al de tradwife (contracció­n de mujer tradiciona­l, en inglés), que reclama que el hombre sea quien trabaje y la mujer se quede en casa. Aunque esta corriente en auge es prácticame­nte exclusiva de Estados Unidos, en España hay discursos que replican sus pilares básicos, ya sea en pódcasts centennial donde chicas dicen que darse besos antes de la tercera cita es «de guarras» o en TikToks filmados en escuelas donde chicos se ríen del feminismo en manada.

Aun así, Planes cree que en la mayoría de estos casos de puritanos reaccionar­ios «no hay una identidad formada, sino que se repiten patrones que ven en adultos», ya sea en sus hogares o en fachatuber­s, creadores de contenido de derechas.

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Manu Mitru Jóvenes de fiesta en una discoteca de Barcelona.

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