El Periódico - Castellano

La muralla oculta de la Rambla

Su ubicación no es muy glamurosa: está junto a la rampa de un párking. Este aparcamien­to subterráne­o de la plaza del Teatre esconde los únicos restos visibles de la fortificac­ión medieval.

- DAVID MARTÍNEZ HERRADA

Dicen que los barcelones­es ya no bajan a la Rambla. Hace tiempo el paseo más icónico de la ciudad se ha convertido en sinónimo de masificaci­ón turística. Aun así, la Rambla todavía guarda secretos que vale la pena descubrir. Tesoros invisibles a ojos de los turistas de paso, como los restos de la primera muralla medieval de Barcelona, que se esconden en un aparcamien­to subterráne­o.

La muralla de la Rambla tiene su origen en el siglo XIII. Por entonces, la vieja fortificac­ión romana, protectora de Barcelona durante siglos, había quedado obsoleta. La ciudad había crecido extramuros, alrededor de iglesias como el Pi. En 1285, ante un eventual ataque de tropas francesas, el rey Pere el Gran ordenó levantar un segundo cinturón defensivo, que diese cobijo a los nuevos burgos.

El primer tramo de la nueva fortificac­ión empezó a construirs­e en paralelo a la riera d’en Malla, un torrente que bajaba desde Collserola, siguiendo el trazado de lo que hoy es la Rambla. De hecho, el nombre de la calle procede del término árabe rámla, que significa arenal. La construcci­ón fue asumida por el Consell de Cent, siendo la primera gran obra pública realizada por la municipali­dad.

Los trabajos continuaro­n en el siglo XIV, cuando se reforzaron los muros y se levantaron nuevas torres de defensa, desviando el cauce de la riera d’en Malla. El antiguo lecho se transformó en un espacio público donde se celebraban mercados, pero también donde se ahorcaba a los condenados. Con el tiempo, se convirtió también en uno de los primeros paseos de la ciudad.

El tramo del portal de Trentaclau­s salió a la luz durante la construcci­ón del párking en 1997

Nuevos descubrimi­entos

Aunque la Rambla, como el bulevar arbolado que hoy conocemos, no llegó hasta el siglo XVIII. La reforma fue proyectada por el ingeniero militar Pedro Martín Cermeño y comportó la desaparici­ón de las murallas, derribadas entre 1774 y 1776. En el lugar de los antiguos muros se levantaron nuevos palacios, como el Palau Moja.

Dos siglos y medio después, la actual reforma de la Rambla ha reflotado los restos de aquella muralla. Un descubrimi­ento que tiene precedente­s. En 1997, la construcci­ón de un aparcamien­to subterráne­o en la plaza del Teatre ya sacó a la luz un tramo del antiguo portal de Trentaclau­s.

A diferencia de los hallazgos actuales, condenados a ser nuevamente sepultados, el muro de la plaza del Teatre pudo conservars­e al descubiert­o. De hecho, es el único paño de la muralla medieval de la Rambla visible hoy en día. Aunque su ubicación, en la rampa por donde entran y salen los vehículos del párking, resulta poco glamurosa.

El portal de Trentaclau­s fue también conocido como el dels

Ollers, porque era el lugar donde se situaban los alfareros que fabricaban ollas y escudillas, que dieron nombre a la cercana calle Escudeller­s. Era una de las cinco puertas de la muralla de la Rambla, junto con los portales de Santa Anna o dels Bergants (así llamado por ser el lugar donde los mozos iban a buscar faena), de la Boquería, de la Porta Ferrissa y de Drassanes, también conocido como Framenors. Este curioso nombre provenía de un antiguo convento franciscan­o, de frailes menores, cuyos restos también han aflorado con la reforma del paseo.

 ?? Ferran Nadeu ?? Muralla escondida dentro del párking subterráne­o de la plaza del Teatre, en la Rambla.
Ferran Nadeu Muralla escondida dentro del párking subterráne­o de la plaza del Teatre, en la Rambla.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain