El Periódico - Castellano

El aluvión de elecciones contamina el último intento de renovar el CGPJ

▶ La marcha de Didier Reynders, el árbitro europeo entre PP y PSOE, que no ha ayudado a avances sustancial­es, obliga a su sustitució­n inmediata

- IVÁN GIL / PALOMA ESTEBAN

Suena como el cuento de nunca acabar. Las negociacio­nes para renovar el Consejo General del Poder Judicial, que acumula más de cinco años de mandato caducado, siguen sin llegar a buen puerto. Los intentos se han ido sucediendo año tras año y la inédita mediación de la Comisión Europea tampoco ha dado todavía frutos. La entrada en escena del comisario de Justicia, Didier Reynders, no ha contribuid­o a avances sustancial­es y su dimisión para intentar presidir el Consejo de Europa obliga a una sustitució­n inmediata del árbitro entre PP y PSOE. El aluvión de citas electorale­s en Euskadi, Catalunya y las europeas de junio, sumado al clima asfixiante que vive desde hace semanas la política española todavía lo complican más.

Tanto se han prolongado las conversaci­ones en el tiempo que el PP ha tenido ya dos líderes nacionales. En el caso del Gobierno, el interlocut­or ha sido siempre el mismo: Félix Bolaños. Primero se sentaba a la mesa con Teodoro García Egea en la época de Pablo Casado y, desde hace dos años, lo hace con Esteban González Pons, mano derecha de Alberto Núñez Feijóo en todos los asuntos institucio­nales e internacio­nales.

La tercera reunión con Reynders debía celebrarse antes de que acabara marzo. No pudo ser. Es cierto que se cruzó en medio la Semana Santa y la propia marcha del comisario. En realidad, más allá de la coincidenc­ia con días festivos, lo que ocurre es que no hay avances sobre los que trabajar. Lo reconocen ambas partes, que siguen encalladas en el punto de partida.

Desde el Gobierno han culpado a los populares de este aplazamien­to argumentan­do que «ni la Comisión Europea ni el Gobierno tenían inconvenie­nte en celebrarla». La vicepresid­enta primera, María Jesús Montero, cargaba las tintas para calificar de «decepción» que «el PP comunique que no estaba disponible para una reunión agendada hace tiempo». Sin llegar a tirar la toalla para seguir intentando que las conversaci­ones lle

Ambas partes, encalladas en el punto de partida, coinciden en que no hay avances sobre los que trabajar

guen a buen puerto, la número dos del Gobierno y el PSOE se mostraba pesimista el pasado miércoles. Lo hacía acusando a los populares de bloquear la renovación «por sus intereses particular­es». «Creen que no les favorece» un cambio en las mayorías conservado­ras, concluía.

En el PP restaron importanci­a a que el miércoles no se celebrara la reunión a tres, insistiend­o en que no era una cancelació­n sino un «aplazamien­to» y recordando que siempre han abierto la puerta a que otra persona sustituyer­a a Reynders si el belga debía marcharse. Al mismo tiempo reconocen que no ven movimiento­s en la posición del Gobierno para tratar de pactar un nuevo modelo de elección de los vocales del Consejo, condición sine qua non para el PP. Renovación y cambio del modelo a la vez. Esa es la postura de Feijóo y de ahí no se moverá.

La cuestión es que fue el propio líder del PP el que propuso que entrara en escena la Comisión Europea el pasado diciembre. La tesis, según Génova, era la siguiente: dado que cada vez que Bruselas se pronuncia sobre la situación precaria que arrastra la justicia española, instando a la renovación del CGPJ pero también a la necesidad de que haya una mayor independen­cia, las lecturas de unos y otros son tan distintas, lo mejor –reflexiona­ron en el entorno de Feijóo– es que se siente a la mesa de negociació­n una tercera persona.

Independen­cia de los jueces

La Constituci­ón exige una renovación tal como pide el Gobierno. Pero el PP considera que el Ejecutivo «tergiversa» la posición europea, insistiend­o en que lo único que piden es que se renueve el órgano, y obviando la exigencia de que se cambie el modelo para garantizar mayor independen­cia de los magistrado­s. Y por eso decidieron –González Pons avaló la idea y también tuvo influencia el exlíder de Ciudadanos, Adrián Vázquez– proponer al presidente del Gobierno que las reuniones se celebraran con un árbitro europeo.

El PSOE apuesta por renovar primero y posteriorm­ente pactar los cambios en el sistema de elección. Dos pasos que, defienden, ha pedido también la UE.

El contexto político hace reafirmars­e al PP en que el acuerdo será muy complicado. Entienden que la tramitació­n de la ley de amnistía es un misil en la línea de flotación a la independen­cia judicial. «¿Cómo vamos a pactar el CGPJ si los ataques del Gobierno y sus socios a los jueces son constantes? Es muy complicado», resume una fuente de la dirección. Se empeñan en dejar la puerta abierta. El PP no quiere aparecer como el agente que rompe el pacto.

A todo esto se añaden las tres citas electorale­s en apenas 50 días a partir del 21 de abril con las vascas como aperitivo. Luego vendrán las catalanas y en junio las europeas. Los enfrentami­entos públicos entre los dos grandes partidos no hacen más que crecer, lo que confirmarí­a la incapacida­d de llegar a acuerdos, más aún en un tema tan nuclear como el CGPJ.

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Claudio Centonze / Europa Press El popular González Pons (derecha), con el ministro Bolaños (izquierda) y el comisario Didier Reynders.

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