El limbo de los trabajadores palestinos en Israel golpea a ambas economías
▶ Desde el 7 de octubre Israel prohibe la entrada en su territorio a 150.000 trabajadores palestinos, lo que provocado una crisis en su sector de la construcción y agrava la debacle en Ramala
Miles de palestinos llevan meses sentados en sus casas sin nada que hacer. Desde el pasado 7 de octubre, están, muy a su pesar, con las manos en los bolsillos. Sus cuentas corrientes disminuyen a la vez que aumenta su agonía ante la inactividad. Los estómagos de sus hijos empiezan a rugir. Y cada amanecer es la constatación de una promesa incumplida, aumentando la angustia y la frustración.
«Estas personas no sólo han acabado sin ingresos sino que empiezan a pasar hambre mientras conducen hermosos Maserati y viven en mansiones de dos pisos», constata Raja Khalidi, director general del Instituto Palestino para la Investigación de Políticas Económicas, conocido por sus siglas MAS. A lo largo y ancho de la Cisjordania ocupada, los 150.000 palestinos que trabajaban en Israel antes de la masacre de Hamás se hunden en la miseria y la desesperación.
Permisos cancelados
Hace 175 días que Israel prohibió la entrada a más de 150.000 trabajadores palestinos de Cisjordania, 40.000 de los cuales entraban sin permisos. Los 25.000 empleados de Gaza vieron como sus permisos eran cancelados y obligados a retornar a su tierra, ahora asediada por las bombas. Desde entonces, la mayoría se han unido a las ya preocupantes cifras de desempleo de la economía palestina.
Y, de momento, no hay perspectivas para que regresen. «La sociedad israelí no está preparada para que vuelvan, no está dispuesta a dejarles hacer nada en Israel, quieren dejarlos fuera de cualquier actividad común», señala Yohanan Tzoreff, investigador principal del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Tel Aviv. «Para la población israelí, ahora todos los palestinos son terroristas», lamenta Assaf Adiv, director general de la Asociación de Trabajadores de MAAN.
A ambos bandos de la Línea Verde, ambos pueblos sufren esta desconfianza. Por un lado, en la Cisjordania ocupada, decenas de miles de personas han perdido su trabajo sin ningún tipo de compensación. «Sus permisos han sido renovados y hay la intención de que vuelvan a Israel a trabajar, pero los puestos de control para acceder a sus lugares de trabajo están cerrados», explica Adiv a este diario. «No tienen prestaciones de desempleo ni apoyo de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) o de Israel, lo que ha dejado a 150.000 personas con familia sin ninguna fuente de ingresos durante seis meses, provocando una situación de máxima desesperación y pobreza». Algunos se apoyan en la solidaridad familiar o en trabajos temporales, pero nada como su vida anterior al 7 de octubre. «En Israel, cobraban diez veces más», recuerda Adiv.
Por otro lado, las consecuencias para Israel también son trágicas. El principal sector afectado ha sido el de la construcción, donde trabajaban 100.000 palestinos. A finales del año pasado, la construcción residencial cayó un 95%, deteniendo muchas obras y posponiendo otras. Casi la mitad, un 40%, sigue paralizada. El peso de la construcción en la economía israelí, un 6%, provocará una contracción de entre un 2% y un 3% mientras no se encuentre una solución. «La mano de obra palestina barata ha sido esencial de acuerdo al imperativo colonial de la economía israelí», explica Khalidi a EL PERIÓDICO. «Desde épocas previas a la construcción del Estado sionista, Israel ya se construía a través de la subcontratación de ciertas funciones industriales a los palestinos», señala.
Mano de obra asiática
«En el 2022, había unos 200.000 palestinos de la Cisjordania ocupada; eso demuestra el nivel de dependencia de Israel de la mano de obra barata palestina», añade el director de MAS. Los trabajadores palestinos en Israel y los asentamientos ilegales representan el 22% de la fuerza laboral de Cisjordania. Su pobreza arrastra a sus compatriotas, ya que su actividad representaba casi un 20% del PIB palestino. La
Organización Internacional del Trabajo (OIT) prevé que el desempleo en Cisjordania y Gaza aumente por encima del 50%, con un total de 500.000 puestos de trabajo perdidos. En casi seis meses de guerra, sólo unos 30.000 palestinos han podido volver a sus ocupaciones, la mayoría en asentamientos ilegales.
Israel ha intentado buscar una alternativa más allá de sus fronteras. De momento, la cuota permite contratar a 65.000 trabajadores procedentes del Sudeste Asiático o Asia Central. Además, el secuestro y asesinato de ciudadanos tailandeses o filipinos dedicados a la agricultura en las comunidades fronterizas de Israel el 7 de octubre provocó la desbandada de miles de sus compatriotas. «Los empleadores prefieren a los trabajadores palestinos que a los extranjeros, hay que formarlos y eso exige tiempo», constata Tzoreff.
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«No tienen prestaciones de desempleo ni apoyo de la Autoridad Palestina o de Israel»
El 22% de la fuerza laboral de Cisjordania trabajaba enel país hebreo o en los asentamientos