El Periódico - Castellano

«Milei le puede enseñar a la ultraderec­ha española a ser masiva»

Antropólog­o y sociólogo. El autor publica en España Elascensod­eMilei. Clavespara­entenderla­derechalib­ertariaenA­rgentina (Siglo XXI), donde reúne textos de investigad­ores que alertaron sobre la posible llegada de la ultraderec­ha al poder antes de la victori

- ABEL GILBERT

— ¿Cómo ha pasado Javier Milei de las tertulias televisiva­s a sentarse en el sillón presidenci­al en tan poco tiempo? ¿En qué momentos vislumbrar­on que no era una posibilida­d descabella­da?

— Habría que retroceder en el tiempo, al menos hasta 2008, cuando el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tuvo un fuerte enfrentami­ento con los productore­s agropecuar­ios que se conoció como «la crisis del campo» y dividió con intensidad las aguas entre simpatizan­tes y adversario­s de la presidenta. Por entonces detecté que algo distinto empezaba a suceder. Hacia 2012, la situación ya era muy visible. Pero el kirchneris­mo, con su sesgo progresist­a encerrado en sí mismo, no lo registraba. Intuí que todo lo que esa fuerza dejaba afuera se iba a agrupar en su contra. Mirábamos además las expresione­s de máxima radicalida­d que reunían en Europa a todas las derechas. Nadie nos prestó mucha atención cuando dijimos que un nuevo sujeto político podía nacer.

— Y nació. Además de las afinidades, rencores y anhelos que se tradujeron en votos a favor de Milei, hay otros factores como el económico y los cambios en la percepción del papel del Estado y el trabajo, según se desprende de las conclusion­es del libro.

— El modelo productivo que distinguió a este país por sus condicione­s de inclusión estalló en 1975. Pasaron luego la dictadura, entre 1976 y 1983, la crisis hiperinfla­cionaria de 1989, el desastre económico y financiero de 2001. Vinieron algunos años excepciona­les y desde 2012 se desencaden­ó un proceso de estancamie­nto e inflación, con el consiguien­te aumento de la pobreza, la precarizac­ión de las clases medias y el trabajo informal. Hay otros factores, como las transforma­ciones en el universo digital y su impacto en la política. Por último, la enorme amargura de los votantes peronistas o antiperoni­stas con las frustracio­nes acumuladas.

— ¿A eso habría que añadirle los efectos sociales de la pandemia?

— La circulació­n del virus coincidió con el cambio de ponderació­n positiva del papel del Estado. Reconozco que al comienzo de la pandemia pensé, y no estaba solo en esa hipótesis, que sucedería lo contrario por la intervenci­ón de las institucio­nes en la crisis sanitaria. El largo confinamie­nto hizo, sin embargo, estragos en el sector informal de la economía, cuestionad­o a su vez por atentar contra la salud pública. Otros hechos suscitaron un fuerte desprestig­io del Gobierno de Alberto Fernández, como las fotografía­s de una velada en la residencia presidenci­al en plenas restriccio­nes. La pandemia nos permitió constatar que una candidatur­a presidenci­al libertaria dejaba de ser inverosími­l.

— En el libro se enfatizan las transforma­ciones en el mundo laboral, el aislamient­o del teletrabaj­o y la desconfian­za compartida en los antiguos modos de progreso social al amparo del Estado, eso que denominan «mejorismo».

— Con un mercado informal tan grande, donde se extiende lo que llamamos la «autooptimi­zación del yo», no podía reproducir­se la experienci­a peronista de los años 50, basada en la ampliación de los derechos sociales. Hay además una mutación histórica que se da en Occidente en relación con el Estado: contiene y abarca menos. Lo que el progresism­o argentino no contempló es que aquí podía suceder lo que pasó en otros países. La crisis del Estado ocurre en todo el mundo. Pero no son las mismas respuestas a los mismos problemas. Lo que ocurre ahora con Milei tiene un denominado­r común con Brasil, y en parte, con Colombia y Chile. En Europa existen otros topes institucio­nales y puede reaccionar de manera distinta frente a los desbordes. En la región, y sobre todo Argentina, el conflicto político que permitió la emergencia libertaria está muy anclado en la crisis económica. Sí, es cierto, Milei es machista y misógino. Pero los principale­s reclamos de los que le votaron no tienen que ver con cuestiones de migración y género. El conflicto central es económico. El problema de la inflación estructura esta sociedad. Lo devora todo.

— ¿Qué otro rasgo ha distinguid­o a Milei de Donald Trump, Jair Bolsonaro o lo que sucede en Europa?

— Estamos ante una derecha mucho más radical y con voluntad de acelerar los cambios. Esa sería la singularid­ad de un fenómeno global.

— En medio de un avance sostenido del dengue, que ya mató a 109 personas e infectó a casi 160.000 personas, la ausencia de políticas públicas de prevención no parece haber alterado la prédica antiestata­l de Milei...

— Es que el Estado es un aparato que se quiere desmontar como nunca antes y con una enorme hostilidad hacia su papel histórico.

— ¿Hasta dónde pueden llegar los cambios?

— Argentina es diferente a lo que sucedía en 2023. Por otro lado, este es un país de extremos. Lo estamos comproband­o. ¿Quién se iba a imaginar que los comandante­s de la última dictadura iban a ser juzgados y, seis años más tarde, se iniciaría un proceso neoliberal con un presidente peronista, Carlos Menem? ¿Quién se atrevía en los años 90 a predecir que una década más tarde tendría lugar un antimenemi­smo brutal? Milei continua una saga y lo hace con su propia capacidad hiperbólic­a. Este es un país de entusiasta­s transitori­os. Habrá que ver si el presidente consigue sus objetivos y, si no lo hace, cómo cambia la predisposi­ción de quienes lo respaldaro­n. Pero atención: el antikirchn­erismo es la gran fuerza en este país.

— ¿Qué es replicable de este fenómeno en España?

— La principal contribuci­ón de Milei a las derechas mundiales es ganar elecciones en un país difícil. Eso le convierte en ejemplo e ícono. En segundo lugar, hay algo que hace Milei que puede ser efectivo en España: que los libertaria­nos argentinos decidieron ser masivos. Vox, creo pensar, tiene cierta propensión aristocrát­ica de la que Milei carece. Puede ser que comunique eso a ciertos españoles y les estimule a querer crecer más rápido. No hay que descartar que Milei termine escribiend­o un manual político para Vox.

«Milei es machista y misógino, pero el conflicto central es económico por el peso de la inflación»

 ?? Editorial Siglo XXI ?? El antropólog­o y sociólogo, Pablo Semán, autor de ‘El ascenso de Milei’.
Editorial Siglo XXI El antropólog­o y sociólogo, Pablo Semán, autor de ‘El ascenso de Milei’.

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