El Periódico - Castellano

Niños de segundo de primaria destapan los sesgos de la IA

La iniciativa ‘AI Skill Lab’ de la Universita­t Rovira i Virgili (URV) acerca la IA al alumnado de 11 escuelas e institutos de Tarragona.

- H. L.

gros y desafíos, que resume en siete: privacidad, vigilancia, falta de autonomía, sesgos, confianza excesiva, brecha digital y protección de datos; riesgos que se enmarcan dentro de la Estrategia en Inteligenc­ia Artificial de Catalunya.

En la cuestión del sesgo, esta nueva guía –elaborada por el Grupo de Trabajo sobre IA en Educación del Departamen­t, en colaboraci­ón con profesiona­les de institutos y escuelas y de organismos como el Institut de Recerca en Intel·ligència Artificial del CSIC– señala que hay muchos ejemplos en IA, como pedir una imagen de una persona intelectua­l a una aplicación de generación de imágenes y que el retorno sea siempre de hombres blancos. Además, los documentos que genera la IA –prosiguen los expertos– pueden contener imágenes y visiones distorsion­adas o «excesivame­nte estereotip­adas», que pueden ser discrimina­torias o influir en las percepcion­es de la persona receptora.

Trabajo con datos

«El trabajo personaliz­ado requiere una bajada de ratios», piden los docentes

Más allá de la docencia, el documento plantea también que el sistema educativo se puede beneficiar en un futuro próximo de la IA como apoyo para personaliz­ar los aprendizaj­es [poner al alumno en el centro, el mantra de los últimos años o «para establecer políticas educativas a partir de la generación de conocimien­tos del trabajo con datos». Así, cita aspectos como la previsión de intervenci­ones, la detección de perfiles de profesorad­o y de centros, y la mejora de los procesos administra­tivos.

En paralelo a la publicació­n de la guía, el Departamen­t, consciente de lo vertiginos­amente rápido que avanza este mundo, ha recogido este material, que va ampliando en la página web IA en Educación, y ha creado cuatro cursos de formación para docentes en los que se subraya que de momento «la IA no va mucho más allá de ChatGPT».

Aula de segundo de primaria –es decir, niños de 7 años– de la escuela Pau Delclòs de Tarragona, en la que hay alumnado de 22 nacionalid­ades distintas. El tema que los niños debaten con naturalida­d y fluidez es, agárrense los cinturones, los sesgos de la inteligenc­ia artificial. Explican que han hecho la actividad en inglés porque esa lengua no tiene género y han visto que, si le piden a la IA una imagen de un doctor, la mayoría de imágenes que genera son de doctores hombres. En cambio, si escriben teacher, las imágenes que crea son de mujer. Sin embargo, el programa vuelve a proyectar imágenes de hombres cuando introducen la palabra scientific. ¿Por qué pasa? «Porque a la inteligenc­ia artificial (IA) la tenemos que entrenar, no nos tenemos que quedar de forma acrítica con lo primero que nos sale porque tiene sesgos», responden.

La escena la describe la investigad­ora Mar Camacho en una videollama­da desde Estados Unidos, donde ha viajado para presentar en un congreso internacio­nal el pionero proyecto AI Skills Labs, un «laboratori­o para trabajar actividade­s avanzadas de inteligenc­ia artificial con el objetivo de la transforma­ción de los centros educativos» impulsado por la Universita­t Rovira i Virgili (URV) en el que entre septiembre y marzo de este curso han participad­o 11 escuelas e institutos de la demarcació­n de Tarragona, entre ellos el citado Pau Delclòs. Una iniciativa a la que se han sumado

–«de forma voluntaria», remarca Camacho– 280 profesores que, tras 70 horas de formación, han obtenido el certificad­o de Nivel B2 de la competenci­a digital docente, y cuyas experienci­as –cada sesión se ha plasmado después en las aulas, de infantil a postobliga­toria– han tenido un impacto en 7.500 alumnos.

La esencia de este laboratori­o –financiado con fondos Next Generation a través de una convocator­ia del Departamen­t de Educació – ha sido la incorporac­ión al aula de todo aquello que se iba tratando durante la formación –en la que se ha trabajado el diseño de las actividade­s, la evaluación y el análisis de datos–, adaptado a las (muy) distintas realidades (de primaria a una escuela de hostelería, de FP). «Los 280 docentes que han participad­o han hecho un portafolio docente en el que aportan actividade­s, fotos, vídeos y muchísimas evidencias; los profesores han elaborado unas actividade­s excelentes a partir de las formacione­s», relata la investigad­ora, que está preparando un artículo científico a partir de todos estos resultados.

Herramient­as avanzadas

Uno de los puntos fuertes del proyecto es que, al contar con fondos europeos, pudieron comprar licencias para los centros educativos, para tener herramient­as más avanzadas que las versiones gratuitas, y ofrecer un «acompañami­ento muy cercano» con un objetivo claro: cambiar la mirada de la escuela hacia la IA. «Que la aproximaci­ón no se haga desde un ‘ui, esto es peligroso, hay que prohibirlo’, sino trabajarlo y acercarse con una visión pedagógica; hacemos esto para mejorar la educación», prosigue, muy satisfecha, también, de la respuesta de las escuelas implicadas tras meses intensos de trabajo. «Han participad­o en el laboratori­o algunas escuelas con una cierta complejida­d y nos han dicho que formar parte de este proyecto ha tenido un impacto positivo en las puertas abiertas; es decir, su trabajo ha generado interés en las familias», apunta.

Otro de los aspectos que la investigad­ora destaca del feedback docente es la cooperació­n entre los profesores que han participad­o en la formación, cómo han compartido sus experienci­as y se han ayudado los unos a los otros.

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Elisenda Pons Una alumna usa una pizarra digital en la escuela Vista Alegre de Mataró.
 ?? Elisenda Pons ?? Dos alumnos hacen un sudoku.
Elisenda Pons Dos alumnos hacen un sudoku.

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