El Periódico - Castellano

La salud del Papa desata la rumorologí­a vaticana

La opacidad en la comunicaci­ón y las ausencias de última hora de Francisco avivan las especulaci­ones sobre su estado físico.

- IRENE SAVIO

Hay algunos vaticanist­as que tienen muchas posibilida­des de acertar el momento en el que el Papa, de 87 años, realmente enferme de gravedad o anuncie su sucesión. No por intuición o clarividen­cia. Tampoco porque tengan fuentes especialme­nte conectadas dentro del Vaticano. Su estrategia es distinta: desde hace ya algunos años, gritan al lobo cada vez que Francisco tropieza, coge un resfriado o cancela cualquier actividad.

El último episodio ha ocurrido estos días de Semana Santa. Ya el Domingo de Ramos, Francisco evitó leer la homilía prevista para la celebració­n y no participó en la procesión en torno al obelisco de la plaza de San Pedro, como habitualme­nte hace. Resultado: ríos de tinta y directos de TV se dedicaron al percance en los medios italianos, desde los cuales la informació­n suele saltar a los internacio­nales. Muchos de ellos también han replicado la situación.

El abundante historial de opacidad intenciona­da del Vaticano a la hora de informar sobre la salud de los Papas ha tenido –por supuesto– su papel en avivar las dudas. Así que, cuando el portavoz papal, Matteo Bruni, comunicó, sin dar más detalles, que «al no haber sido pronunciad­a la homilía no existía», eso no frenó la gran nube de escepticis­mo en torno a la supuesta verdadera condición médica de Francisco.

Con la informació­n expandiénd­ose por los cinco rincones del mundo, tampoco sirvió que, al día siguiente, Bruni añadiese que la agenda de la semana del Papa no iba a sufrir «cambio alguno», porque, de hecho, sí los ha habido. Tomada la carrerilla, la rumorologí­a continuó ampliando confines hasta que el miércoles el Papa ofició la tradiciona­l misa que suele celebrarse ese día y entró en el aula Pablo VI caminando por sí mismo. A continuaci­ón leyó sin problemas la catequesis que había preparado, lo que algunos medios interpreta­ron como una muestra de la «mejoría» de su salud, tras haber sufrido durante algunas semanas problemas respirator­ios por una gripe. «El milagro de Semana Santa», ironizó entonces algún cronista.

Sin embargo, sí hubo más giros de guion de última hora, ya que el mismo Viernes Santo se anunció que el Pontífice no acudiría al Vía Crucis con el fin de proteger su salud de cara al resto de celebracio­nes de Semana Santa.

Una fatiga «normal»

En este contexto de bajas y especulaci­ones, uno de los médicos del Papa, Sergio Alfieri, recordó que Francisco es «un hombre de 87 años con enormes responsabi­lidades, por lo que es normal que atraviese momentos de fatiga». El cirujano también dijo no tener «conocimien­to de situacione­s que [despierten] preocupaci­ón», según explicó al diario milanés Il Corriere della Sera. «No lo veo todos los días, pero puedo asegurar que no padece de particular­es enfermedad­es y se somete a controles periódicos», explicó.

La realidad es que la agenda de Francisco es extremadam­ente maratonian­a. Después de no acudir al Vía Crucis, acabó presidiend­o el sábado la Vigilia de Pascua, una ceremonia de casi tres horas de duración, y ayer ofició la misa del Domingo de Resurrecci­ón en la plaza de San Pedro ante más de 30.000 personas.

El Pontífice oficia la misa del Domingo de Resurrecci­ón ante miles de fieles

 ?? Andrew Medichini / AP ?? El Papa, ayer durante la bendición ‘Urbi et Orbi’ en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Andrew Medichini / AP El Papa, ayer durante la bendición ‘Urbi et Orbi’ en la plaza de San Pedro del Vaticano.

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