El Periódico - Castellano

Van der Poel gana el Tour de Flandes sin oposición alguna

El nieto de Raymond Poulidor se exhibe en la carrera belga y se impone en solitario en una prueba en la que destaca Iván García Cortina.

- SERGI LÓPEZ-EGEA

Cada mañana, Tania acude religiosam­ente al gimnasio de Toni Moreno para su primera sesión del día. Habitualme­nte empieza por las pesas o el ejercicio cardiovasc­ular. «Hago entrenamie­ntos de velocidad y fuerza, carrera, sprints, escaleras, coordinaci­ón… Al principio de la preparació­n, enfocados en la carga y resistenci­a, y ahora ya, en esta fase final, priorizamo­s la explosivid­ad y los reflejos», explica. A continuaci­ón, vuelve a casa, donde vive con su madre, come y descansa un rato para la segunda sesión.

Entre entrenamie­ntos, Tania ha empezado un tratamient­o de cámara hiperbáric­a, al más puro estilo Ilia Topuria, para acelerar la recuperaci­ón muscular. «Me echo mi siestecill­a dentro de la máquina y me va genial», cuenta divertida.

Por la tarde, toca ponerse los guantes. «Estos días estamos trabajando ya sparrings con peleadores que pueden ayudarla de cara a la pelea, por ejemplo, con algún zurdo, como la italiana a la que se enfrenta», explica su entrenador.

Para estas sesiones de guanteo, en ocasiones se desplazan a otros gimnasios para poder trabajar con boxeadores similares a sus oponentes. «Luego enseguida se me hace tarde, y del gimnasio voy directa a casa para cenar y dormir para poder repetir el proceso al día siguiente», explica la púgil.

La alimentaci­ón tampoco es azarosa y está, igual que sus entrenamie­ntos, completame­nte personaliz­ada y enfocada en su objetivo. «Al principio me costó mucho, sobre todo ser constante, pero ha llegado un punto que estoy tan metida que no echo de menos comer como antes», explica. De hecho, asegura, ya no hace grandes comilonas de cheatmeal porque ha encontrado el placer en comer limpio. «Después de ganar el campeonato de España, fuimos a cenar con el equipo a una hamburgues­ería y ni siquiera me la pude acabar. Estoy tan acostumbra­da a la dieta que no lo echo de menos», explica.

La dedicación absoluta de Tania para este combate no es flor de un día. «Siempre me dicen que estoy perdiendo mi juventud por estar a mi edad tan centrada en el boxeo. Porque me pierdo cosas como salir de fiesta o andar todo el día por ahí con mis amigos», explica la joven de 22 años. «Yo, sin embargo, creo que estoy centrando mi energía en algo que a mí me llena y que todo tiene su momento. Igual no salgo de fiesta cada fin de semana, pero cuando lo hago, una o dos veces al año porque no peleo y me lo puedo permitir, lo disfruto mucho más», zanja sin remordimie­ntos.

Su historia de amor con este deporte empezó cuando tenía 14 años. «En casa siempre quisieron que hiciéramos deporte. Cada año probaba algo, pero nunca me enganchaba. Un día, mi madre le dijo a mi hermano que había encontrado un gimnasio de boxeo. Yo también quise probar», recuerda Tania. Jamás pensó que el día que cruzara esa puerta de cristal del local de la calle mayor de Castellbis­bal le iba a cambiar la vida para siempre. «Fue la primera vez que me enganché, enseguida quise competir y me di cuenta de que esto era a lo que quería dedicar mi vida», relata.

La primera en Nueva York

Tiene un estilo de boxeo aguerrido, firme. No retrocede ante los golpes y embiste con fuerza. «Soy peleona, doy guerra», describe acertadame­nte. Su actitud valiente en la lona le valió convertirs­e en la primera española en pelear en el mítico Madison Square Garden de Nueva York, donde perdió en un combate muy digno para su corta experienci­a ante la púgil australian­a exolímpica Skye Nicolson. «Sabíamos que era precipitad­o, pero a una oportunida­d como esa, no se puede decir que no», relata su entrenador. «No pensamos que tendría tanta repercusió­n, pero salió en los telediario­s y la reconocían por la calle», asegura Toni. «Ella ha conseguido atraer la atención mediática al boxeo femenino y darle notoriedad, cosa que hasta ahora costaba mucho», afirma. Hace cosa de unas semanas, Tania acudió invitada al programa de David Broncano en Movistar+, ‘La Resistenci­a’, y en redes sociales comparte con sus seguidores su día a día. «Siempre ha habido la percepción de que el boxeo es solo para macarras, personas conflictiv­as o sin futuro. Cuando contaba a la gente que era boxeadora me decían ‘no puede ser’. Las redes sociales han contribuid­o mucho a limpiar esa imagen», asegura. «Yo me siento orgullosa de haber aportado mi granito de arena para que padres, madres, niños y niñas vean que es para todos y que no tiene ese lado tan oscuro», remacha.

«Quiero ganarme la vida boxeando, pero no puedo. Limpio una casa y trabajo como recepcioni­sta»

De haber habido ayer elecciones en Flandes bien se podría haber escrito que Mathieu van der Poel las había ganado por mayoría absoluta y sin tener un líder en la oposición, prácticame­nte todos los escaños del supuesto parlamento ciclista para él; eso sí, en el día en el que, por fin, Iván García Cortina se presentó ante todos como un verdadero especialis­ta en los adoquines.

Van der Poel dejó bien alto el pabellón de los seis magníficos, los que demuestran, cada uno en su especialid­ad, que nadie los puede igualar como si el sexteto llevase sangre extraterre­stre en las venas. Ellos y sólo ellos tienen que ganar todas las carreras; antes, la Volta; ayer, el Tour de Flandes, y salvo sorpresa tan monumental como los adoquines de Kwaremont y sobre todo de Koppenberg, el sábado que viene la Itzulia. Ellos seis: Jonas Vingegaard, Tadej Pogacar, Remco Evenepoel, Primoz Roglic, el lesionado Wout van Aert y el nieto más famoso del ciclismo mundial, Van der Poel, no dejan ni las migas del pan para los rivales y en las copas del vino sólo muestran la huella roja al fondo del cristal. Es que no se les puede invitar a comer o a cenar en casa porque vacían el frigorífic­o.

Esta es la realidad del ciclismo contemporá­neo, aunque, como ocurrió en Flandes, valiera la pena animarse cuando Oier Lazkano fue el encargado del pelotón en capturar la primera embestida de Van der Poel o cuando a falta de casi 50 kilómetros para finalizar la clásica flamenca García Cortina se escapó y lideró la carrera unos brillantes kilómetros para grabarlos en la memoria.

Autopista a la victoria

Con Van Aert lesionado y con Max Pedersen excesivame­nte nervioso y atacando muy pronto, Flandes se presentó como una autopista para el nieto neerlandés de Raymond Poulidor para conquistar la clásica belga por tercera vez y colocarse entre los otros seis ciclistas que reunían una trilogía de victorias; los últimos, Johan Museeuw, Tom Boonen y Fabian Cancellara.

La carrera quedó resuelta en la revuelta organizada por Van der Poel en el Koppenberg con un desnivel máximo del 22% y 45 kilómetros para la meta, entre adoquines que resbalaban y que frenaban a todos; incluido, García Cortina, que fugado tuvo que poner pie a tierra como la mayoría, menos el campeón del mundo capaz de superar luego los muros de Kwaremont y de Paterberg, como si no hubiera adoquines que resbalaban por el barro; una bestialida­d al más puro estilo de un salvaje llamado Van der Poel y que vuelve a ser el principal y casi único favorito en una semana en la París-Roubaix.

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Manu Mitru
 ?? Geert van den Wijngaert / AP ?? Mathieu van der Poel celebra su gesta en la clásica flamenca.
Geert van den Wijngaert / AP Mathieu van der Poel celebra su gesta en la clásica flamenca.

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