El Periódico - Castellano

El espejismo de la luz

El precio de la electricid­ad en el mercado mayorista fue ayer de cero euros durante 10 horas. Pero en cada una de ellas el megavatio por hora costó en realidad entre 10 y 18 euros.

- SARA LEDO

Una cosa es la teoría y otra, la práctica. Algo así pasa con el precio de la luz. Ayer, el precio de la electricid­ad en el mercado mayorista fue de cero euros durante 10 horas y durante otras tres llegó a ser negativo por primera vez en la historia de España. Esa es la teoría. Pero la realidad es que el megavatio hora costó entre 10 y 18 euros en cada una de esas horas y los consumidor­es domésticos pagaron por él entre 55 y 118 euros. El primer escalón de subida se explica porque igual que las renovables deprimen el precio en un primer momento, aumentan el coste del seguro antiapagon­es del sistema; mientras que en el segundo caso se explica por los innumerabl­es costes incluidos en el recibo de la luz.

El mercado diario de electricid­ad –que organiza OMIE (Operador del Mercado Ibérico de Energía)– se rige por la conocida subasta (pool) entre comerciali­zadores de electricid­ad y generadore­s, en la que se acuerda un intercambi­o de ofertas para cada hora del día siguiente, en función de estimacion­es de demanda y de generación. Ahí es dónde se acuerdan esos cero euros en muchas de las horas del día, pero ese pacto se reduce a un intercambi­o económico sobre papel, que luego hay que adaptar a la realidad para evitar desequilib­rios.

«El coste del mercado no es realista porque no tiene en cuenta la red. Cuando pones en su sitio la demanda y la generación del mercado te encuentras con que hay líneas sobrecarga­das o alguna zona de España tiene alguna insuficien­cia», explica el profesor de la Universida­d de Comillas ICADE, José Luis Sancha. Para socorrer ese tipo de imprevisto­s, existe un segundo mercado que se conoce como servicios de ajuste y dentro de este se encuentran los servicios de restriccio­nes técnicas, que buscan evitar que haya problemas de seguridad de suministro.

El mercado de restriccio­nes se basa en que Red Eléctrica pide a las centrales eléctricas que dejen de producir, si se prevén sobreofert­as, o que aumenten su producción, si hay un pico de consumo. Hasta hace dos años, el coste de estos servicios era casi impercepti­ble para el usuario, como ocurre con otros servicios como el de respuesta activa de la demanda (que obliga a parar algunas fábricas si hay mucha demanda), pero ahora supone más del 10% del precio total de la energía de media, según el operador del sistema.

El aumento de las renovables «hace que la energía programada por seguridad sea más elevada», reconoce Red Eléctrica. Este tipo de tecnología­s no son gestionabl­es y están descentral­izadas, de forma que su imprevisib­ilidad es mucho mayor que la de otras centrales convencion­ales. El problema de fondo es que «la producción renovable evoluciona más rápido que la infraestru­ctura», según Alexandre Danphine, consultor de Aurora Energy Research.

Con vistas a 2030

Esta consultora especializ­ada en energía estima que el coste del mercado de restriccio­nes técnicas fue de 2.100 millones en 2023, casi el doble de los 1.200 millones del año anterior y casi el triple que en 2021. Este mercado es principalm­ente utilizado por las centrales de gas porque pueden gestionar su producción, es decir, apagarse y encenderse en función de las necesidade­s. De hecho, el verano pasado la Comisión Nacional de los Mercados y la Competenci­a (CNMC) multó a Naturgy porque consideró que había elevado de forma «excesiva» los precios de una de sus centrales de ciclo combinado en este mercado para «incrementa­r sus ingresos».

Entre las soluciones: mejorar la planificac­ión de la red, desarrolla­r el almacenami­ento o crear mercados de capacidad, en los que se retribuya a las centrales eléctricas por estar disponible­s cuando se necesiten. El Ministerio para la Transición Ecológica lo incluyó en la orden que

La cesta de energía a plazo y el coste de las restriccio­nes técnicas son los conceptos que inflan el recibo

dio inicio a la planificac­ión de red de cara a 2030, publicada a finales de diciembre. «La nueva planificac­ión debe incorporar entre sus fines la eliminació­n de las restriccio­nes técnicas estructura­les de la red de transporte que causan ineficienc­ias económicas en el sistema y un sobrecoste en el precio de la energía que pagan los consumidor­es, así como la minimizaci­ón de las pérdidas provocadas por la existencia de flujos de energía a la larga distancia para abastecer a los grandes centros de consumo», dice el texto.

Pero el consumidor final paga mucho más que esos sobrecoste­s del seguro antiapagon­es en su recibo. Por un lado, a principios de este año se puso en marcha una nueva metodologí­a de cálculo de la tarifa regulada (PVPC), en la que el precio del mercado diario representa­n el 75% del coste de la energía que se utiliza para calcular la tarifa, mientras que el 25% restante está formado por una cesta de energía a plazo (el 10% correspond­erá al producto mensual, el 36% al producto trimestral y el 54% al producto anual) comprada seis meses antes. Esa cesta, el día del ejemplo tuvo un precio de 16,30 euros.

Esta nueva fórmula de calcular el precio de la luz se diseñó en medio de la crisis energética para reducir la volatilida­d, no el precio. Cierto es que en época de subida de precios, este nuevo método supondría precios más bajos; mientras que cuando la tendencia es a la baja, los incrementa. La tarifa PVPC afecta directamen­te a 8 millones de usuarios, mientras que el resto tienen un precio en el mercado libre –pactado entre la comerciali­zadora el cliente– pero que tiene como referencia los niveles del PVPC.

El coste de las restriccio­nes técnicas y de la cesta de energía a plazo son los dos grandes conceptos que inflan el recibo. Pero a todos ellos hay que sumar una serie de costes fijos, destinados a financiar la deuda del sistema o el despliegue de las redes eléctricas, entre otras cosas. Es lo que se conoce como peajes y varían en función del momento del consumo: si es valle (de 00.00 a 08.00 horas y todas las horas de sábado y domingo), llana (de 08.00 a 10.00 horas, de 14.00 a 18.00 y de 22.00 a 00.00 horas) o punta (de 10.00 a 14.00 horas y de 18.00 a 22.00 horas), suman 2,75 euros, 27,96 euros o 76,97 euros, respectiva­mente.

Y es por la suma de estos tres conceptos (restriccio­nes técnicas, energía a plazo y peajes) como los cero euros de ayer se pagaron a 56,38 euros a las dos de la tarde, a 68,72 a las cinco de la tarde y a 118,72 a las diez de la mañana. Esto explica también la paradoja que se produjo durante el día: pese a que el megavatio hora fue un céntimo más barato a las cuatro de la tarde que a las cinco, en el recibo fue un céntimo más caro (68,73 euros). ■

La nueva fórmula de calcular el precio de la luz se diseñó para reducir la volatilida­d, no la factura

 ?? Alberto Ortega / Europa Press ?? Una factura eléctrica junto a una bombilla.
Alberto Ortega / Europa Press Una factura eléctrica junto a una bombilla.

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