El Periódico - Castellano

El trasplante arquitectó­nico del Hospital de Sant Pau

El recinto modernista conserva, fuera del recorrido turístico habitual, la fachada barroca de la iglesia de Santa Marta, notable obra barroca que fue desmontada y trasladada piedra a piedra por la apertura de la Via Laietana.

- DAVID MARTÍNEZ HERRADA

El Hospital de la Santa Creu i Sant Pau es una de las joyas del modernismo barcelonés. En la visita al recinto podemos encontrar una sorpresa muy poco conocida, si nos salimos de la ruta más turística. Se trata de una fachada barroca, encastrada en el antiguo pabellón de las cocinas.

¿Qué pinta una obra del siglo XVIII en medio del conjunto modernista proyectado por Lluís Domènech i Montaner? Para encontrar la respuesta a este anacronism­o, hay que retroceder a los orígenes del hospital, que se remontan a 1401. Ese año se creó en el Raval el Hospital de la Santa Creu, fruto de la fusión de los seis pequeños hospitales que existían por entonces en Barcelona.

Uno de los hospitales fusionados era el de la Almonia, fundado en 1308 por un conseller de la ciudad, Pere Desvilar, para dar asistencia y hospedaje a pobres, enfermos y peregrinos. Situado en el barrio de la Ribera, estaba bajo la advocación de Santa Marta y contaba con una capilla dedicada a esta santa, patrona de los hosteleros.

Nueva ubicación

Tras ser derribado en 1716 para construir la fortaleza de la Ciutadella, el hospital de peregrinos se trasladó a la Riera de Sant Joan, una calle desapareci­da cerca de la Catedral, en lo que hoy es la plaza de Antoni Maura. Allí se construyó también la nueva iglesia de Santa Marta, una notable obra barroca del arquitecto y escultor Carles Grau. El templo fue levantado junto a la finca de los marqueses de Sentmenat, que pusieron una curiosa condición para ceder los terrenos: la construcci­ón de una tribuna para oír misa desde su casa.

En 1911, con motivo de la apertura de la Via Laietana, la iglesia de Santa Marta fue derribada, aunque pudo salvarse la fachada barroca. Fue desmontada y trasladada piedra a piedra al hospital de Sant Pau, que por entonces se estaba construyen­do para reemplazar al viejo recinto hospitalar­io del Raval.

La portalada barroca fue remontada en una de las fachadas laterales del Pabellón Central, edificio que albergó las cocinas del complejo sanitario. La reconstruc­ción la llevó a cabo Pere Domènech i Roura, hijo de Domènech i Montaner, que dirigió las obras de Sant Pau tras la muerte de su padre.

Aunque hoy puede parecer sorprenden­te, el traslado de edificios fue una práctica relativame­nte habitual a principios del siglo pasado. Era la única manera de salvar algunas joyas históricas afectadas por la escabechin­a urbanístic­a de la Via Laietana, como la Casa Padellàs trasladada de la calle de Montcada a la plaza del Rei. Otro ejemplo lo encontramo­s en Sant Felip Neri, con una reconstruc­ción sui generis de la antigua Casa del Gremio de Caldereros.

En los años 60, Santa Marta estuvo a punto de ser nuevamente víctima de la piqueta. En pleno apogeo del desarrolli­smo porciolist­a, se planteó el derribo del Pabellón Central para construir unos edificios modernos. Por suerte, el proyecto no prosperó y la figura de Santa Marta sigue hoy en Sant Pau, eso sí, lejos de las miradas de los turistas.

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Ferran Nadeu La fachada de la iglesia de Santa Marta, en el Hospital de Sant Pau.

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