Voz del anticolonialismo
La autora, nacida en Guadalupe y residente en Francia, falleció a los 90 años en su casa de Gordes, cerca de Aviñón. Maestra de la literatura caribeña, obtuvo en el 2018 el Nobel alternativo.
Siempre será recordada como la escritora que en los tiempos más oscuros del Nobel de Literatura (2018) obtuvo el simbólico, pero cargado de dignidad, Nobel alternativo. Maryse Condé (Pointe-à-Pitre, Guadalupe, 1934) fue una escritora secreta, que en los últimos años dejó de serlo, guadalupeña, caribeña por tanto y un ejemplo significativo de la variedad de la literatura francesa, pues en ese idioma literario se expresó. La autora falleció el pasado lunes a los 90 años, en su casa de Gordes, cerca de Aviñón, con sus fuerzas físicas ya muy mermadas por la enfermedad degenerativa que la persiguió en los últimos tiempos y que la postró en una silla de ruedas.
Condé fue una gran luchadora y una incansable viajera, lo que le sirvió para tratar temas como el poscolonialismo, la sexualidad femenina y la diáspora de los africanos. Pero para llegar a ser la gran activista que además fue tuvo que pasar por un largo periplo. La autora solo tuvo conciencia de su negritud cuando con 16 años se trasladó a París a estudiar. En
Guadalupe, miembro de una familia de clase alta nativa, que la crio entre algodones jamás se sintió distinta, pero sí en la capital francesa, que sus padres consideraban el «mejor lugar del mundo». «Los parisinos creían que por ser negra yo era inferior así que tuve que demostrarles que tenía talento», explicaba.
Su formación académica estuvo a punto de truncarse tras quedarse embarazada del activista haitiano Jean Dominique (al día siguiente de saber él la noticia,
Aunque había escrito toda su vida, no fue hasta bien cumplidos los 40 cuando se decidió a publicar
voló de regreso a su país). La maternidad no le impidió seguir estudiando en la Sorbona, aunque acabara sus estudios muchos años después. En 1958, se casó con el actor Mamadou Condé, tan solo según dijo para desembarazarse de la etiqueta de madre soltera. El matrimonio fue un desastre: él era hombre sin inquietudes políticas, más bien conservador, y ella, una entregada marxista.
Así que optó por recorrer diversos países africanos como Senegal, Costa de Marfil y Guinea, en busca de sus raíces, con unas expectativas tan románticas que chocaron contra la realidad: allí también fue considerada una extranjera, la llamaron tubal que significa «mujer blanca». Y es que Condé, afrodescendiente de corazón francés, se negaba a vestir a la africana solo por complacer a las convenciones. En aquella época intensa, en la que la llegaron a deportarla a Londres en su estancia en Ghana, el Che Guevara, Malcom X, Julius Nyerere, la flor y nata de la contestación revolucionara y negra fueron sus compañeros de fila.
Aunque había escrito durante toda su vida, no fue hasta bien cumplidos los 40 cuando se decidió a publicar. Heremakhono, su primera novela, narra el proceso de una mujer negra que llega comprender que la búsqueda de su identidad debe proceder de sí misma antes que de unas raíces geográficas concretas. En 1982, se casó con su traductor al inglés, el británico blanco Richard Philcox, quien le aportó según sus palabras la estabilidad que buscó durante toda su vida como persona y como escritora.
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