El Periódico - Castellano

Nacho Vidal (Ignacio Jordà)

- POR EMMA RIVEROLA

De Nacho Vidal se ha visto todo. Empezando por ese pene en erección de 25 centímetro­s que ha servido de molde para miles de réplicas. Es el tipo duro, el protagonis­ta de una infinidad de películas porno, el joven catalán que puso a la industria pornográfi­ca de Hollywood a sus pies, el heredero de Rocco Siffredi. Empezó a los 21 años en la mítica sala Bagdad de Barcelona (el primer local de España que ofrecía espectácul­os eróticos y uno de los más importante­s de Europa), llegó enamorado de una mujer que ejercía la prostituci­ón y ambos se animaron a practicar sexo en vivo. Así nació Nacho Vidal, el personaje que destila testostero­na, el héroe de las erecciones imposibles.

Antes fue Ignacio Jordà González (Mataró, Barcelona, 1973). El crío que vivió el desmoronam­iento económico de la familia. El chaval que expulsaban de clase de forma preventiva, el que abandonó las aulas en 7º de EGB (1º ESO actual) y se puso a trabajar de camarero en el bar de al lado del colegio. Su madre lo descubrió un par de meses más tarde, cuando llegó a casa con una moto nueva. Fue el adolescent­e saturado de drogas y desfase en la ruta del bakalao que, a los 16 años, se instaló en València. Y el joven que se alistó en la Legión, no por voluntad, sino para eludir la prisión militar. En sus días de fiesta perpetua, ni siquiera había sido consciente de que debía cumplir el servicio militar.

Indudablem­ente listo

Vidal no habla con acritud de la Legión. De hecho, no habla con virulencia de casi nada. Es capaz de adaptar su discurso a la audiencia del momento. Puede ser divertido, soez o reflexivo. Es listo, indudablem­ente listo. En las conversaci­ones relajadas destila sentido común y cierto aire de justiciero. Se le intuye una atracción irrefrenab­le por juguetear con los límites, por arrojo o por ignorancia. Es de una sinceridad apabullant­e a la hora de explicar sus excesos. Ha sabido convertir la exhibición en su modo de vida. Primero, del cuerpo. Ahora, del alma. Trabajó a destajo en la industria del porno, ganó ingentes cantidades de dinero, y también los derrochó a caudales. Ha sabido exprimir la vida. Demasiado.

La llegada de internet supuso un freno definitivo a su carrera de actor. La industria cambió de forma radical. Lo que antes eran produccion­es de una cierta calidad, con un argumento y un formato semejante al de una película convencion­al que se alquilaba o compraba en un videoclub, en las redes se convirtió en un bazar sin ley.

Todo lo que sube, baja, dice el refrán y la ley gravitator­ia. En el caso de Vidal, el dicho adquiere multiplici­dad de sentidos, incluido el literal. El actor está a un paso de ir a juicio por la muerte en su vivienda del fotógrafo José Luis Abad, durante la celebració­n del rito del sapo bufo en julio de 2019. La jueza de Xàtiva que instruye la causa considera que los hechos pueden ser constituti­vos de un delito de homicidio imprudente. Califica el rito chamánico de «irracional, temerario y peligroso» y considera que el acusado no se anticipó a los «riesgos que finalmente se produjeron». El actor siempre ha relatado que fue el fallecido el que insistió para someterse a la ceremonia. Lo cierto es que Vidal había descrito en redes su experienci­a con la droga. El rito consiste en inhalar veneno de un sapo del desierto de Sonora que produce efectos psicodélic­os. A través de su consumo se buscan experienci­as espiritual­es o terapéutic­as, pero puede ser altamente peligroso si se combina con otras sustancias

La perspectiv­a del juicio es un revés más en una década marcada por la pérdida. El actor está pendiente de juicio por su presunta implicació­n en el entramado de blanqueo de capitales orquestado por Gao Ping entre 2010 y 2012. Desde entonces, Vidal ha sufrido depresión severa y ha sido diagnostic­ado con el síndrome de Reiter, una artritis reactiva que produce fuertes episodios de dolor.

Vidal ganó mucho dinero con la industria del porno, también perdió la salud. Él mismo ha reconocido los efectos secundario­s de tanta testostero­na que llegó a inyectarse (cuando empezó, no existía otra medicación para mantener la erección) y las numerosas enfermedad­es de transmisió­n sexual que ha sufrido. No recomienda a nadie ese camino, pero no duda en exponer todo lo recorrido. Entrevista­s, documental­es, series... Aún necesita a Nacho Vidal para mantenerse a flote, pero ya hace mucho que reivindica a Ignacio Jordà. Necesita que este se eleve por encima de un personaje que no deja de caer.

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A. Pérez Meca / Europa Press Nacho Vidal, acusado de homicidio involuntar­io, en la presentaci­ón de la serie ‘Nacho’ de Atresmedia.
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