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«Benedicto XVI siempre me defendió»

En ‘El sucesor’, el libro-entrevista fruto del trabajo del periodista español Javier Martínez Brocal que ayer salió a la venta, el Pontífice arremete con dureza contra el secretario de Ratzinger.

- IRENE SAVIO

sultó el segundo candidato más votado. «En ese cónclave, a mí me usaron», explica Francisco. «La idea de quienes estaban detrás de los votos [...] consistía en poner mi nombre, bloquear la elección de Ratzinger y después negociar un tercer candidato». «Me contaron más tarde que no querían a un papa extranjero», explica.

Al hilo de esto, Francisco también defiende a Benedicto como un Papa que, según él, era «un gran teólogo» y un «hombre valiente» y fue el primero en afrontar la cuestión de los abusos cometidos por el clero para «hacer limpieza». «Era un luchador que no tiraba la toalla, que no se rendía hasta que terminaba lo que considerab­a justo». Por ello, «además de la cuestión de los Legionario­s de Cristo [grupo conservado­r cuyo fundador fue acusado de todo tipo de delitos], se ocupó de la rama masculina de una congregaci­ón religiosa francesa, la Communauté de Saint Jean. Estudió disolverla [...] fue un caso también de corrupción y de abuso de poder». El tema, según Francisco, era que Benedicto tenía «un carisma pausado, sin prisa, tranquilo», que «abría caminos», a pesar de que tenía su dimensión de «incomprend­ido» en algunos medios de comunicaci­ón.

Demostraci­ón de confianza

Una de las grandes novedades que aporta el libro es también que en 2011, siendo aún cardenal de Buenos Aires, Bergoglio ya tenía opositores: «Estaban contra mí de un modo un poco exagerado» en Roma. Tanto es así que, según Francisco, ya ese año «algunos habían armado una historia para que el Papa (Benedicto) aceptara mi renuncia como arzobispo de Buenos Aires». Pero el entonces Pontífice lo rechazó. «Viví esa decisión como una demostraci­ón de confianza en mí que agradecí mucho».

Según Francisco, la relación con el alemán, empezada en los 90, nunca se interrumpi­ó y se mantuvo muy activa mientras Benedicto tuvo fuerzas. En otro apartado, Francisco cuenta cómo quiere que sea su sepelio. «Ya no se hará una ceremonia para el cierre del ataúd. Se hará todo en la misma ceremonia, como con cualquier cristiano». «Además, en mi caso me van a tener que llevar a la basílica de Santa María la Mayor. Cuando termine el funeral, que me lleven allá», explica.

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Benedicto XVI y Francisco I.

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