El malecón
La final de Sevilla ligará al fútbol con su esencia, la diversidad y la meritocracia. En Vizcaya o en Baleares no precisan de una Superliga para acentuar este deporte como motor de emociones y depósito sentimental.
En tiempos de máxima ensoñación elitista con la jaleada Superliga, la final de Copa de este sábado ligará al fútbol con su esencia, la diversidad y la meritocracia. Por el postizo estadio de La Cartuja no desfilarán Real Madrid y Barça, lanzaderas de esa exclusiva competición a la carta que pretenden engendrar. No lo harán porque no se lo han ganado y en la Copa, como en la Liga o la Champions, no cabe un formato clasista. Cada cual que se apañe en el campo, sin depender del reparto a dedo del encopetado de turno.
La fiesta de Sevilla, para Athletic y Mallorca, dos de los 28 equipos españoles que, al menos una vez, disputaron competiciones europeas. Por supuesto, todos ellos por virtudes propias, sin condición de meros súbditos a los que una nomenclatura les concede una limosna de forma arbitraria.
En Vizcaya o en Baleares no precisan de una Superliga para acentuar el fútbol como ese motor de emociones y depósito sentimental que no tiene parangón desde el pasado siglo. Dos hinchado desde las catacumbas por un conglomerado estadounidense con dos iconos de la NBA por el medio, Steve Nash y Steve Kerr. Una institución con 108 años de vida, vencedor copero en 2003 y que desde la modestia llegó a pelear por la Liga, por una Recopa y hasta tuvo huellas en la Copa de Europa. Hoy tiene un coqueto estadio reformado y 20.000 socios. ¿De ganar este sábado en La Cartuja pasaría el examen de los pantocrátores de la Superliga?
De todos y para todos
Lo mismo cabe decir del jubiloso Girona. O del Bolonia que dirige Thiago Motta, cuarto en la Serie A. Y a la inversa. ¿Qué hacer con el mítico Ajax, quinto en la liga holandesa, por detrás del Twente y el AZ, que quizá no llenaran medio Bernabéu? En todos los casos, el heroísmo de la debilidad, santo y seña del fútbol de toda la vida al que algunos quieren dejar fuera de su espumoso patio particular. El fútbol es de todos y para todos.
Pobres ricos. No entienden nada.
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Partidos jugados