La ayuda matemática a los tripulantes
Andrea Emone, analista de datos en el equipo Alinghi Red Bull Racing, se enamoró de la vela de pequeña: rompió la barrera del mundo cerrado y solo para hombres de la Copa América para aunar su pasión tecnológica con su pasión deportiva.
Reparte sonrisas al mismo tiempo que transmite una enorme seguridad en cada gesto. En la base del equipo en Barcelona, portátil siempre bajo el brazo, saluda a atletas, programadores, diseñadores y velistas con familiaridad, por su nombre, en la lengua de cada cual. De padre italiano y madre española, estudió en el Liceo francés de València, su ciudad natal, con lo que su don de gentes se mezcla con la pericia lingüística y una capacidad de trabajo inmensa.
En Alinghi Red Bull Racing son 150 personas y seis son ingenieras: Andrea Emone es una de ellas. Es analista de datos del equipo suizo, la responsable del rendimiento de los veleros ultratecnológicos que este verano competirán en la Copa América de vela en Barcelona. Cuenta con cariño que en su casa no saben cómo se enganchó a ese deporte, porque nadie de la familia lo practicaba. Le decían que con ese oficio no se ganaría la vida.
Esta joven de 28 años conoció el mundo de la vela de la mano de uno de sus profesores, Moran Beley. Así comenzó a practicar y luego a competir como regatista. En su colegio coincidió con familias de personas que trabajaban en la Copa América que se celebraba en su ciudad y supo que quería estar cerca de esa competición. No obstante, enseguida se percató de que era un mundo muy cerrado y todavía más para las mujeres.
Pero no se rindió. Le gustaba el deporte y al mismo tiempo le encantaban las matemáticas, la física, la química, y el reto tecnológico que suponía hacer progresar a aquellos veleros. «Me dí cuenta de que quienes habían hecho ganar a los equipos eran los ingenieros, no los deportistas. Y ahí fue cuando pude unir a las dos Andreas», recuerda.
Esa mezcla la llevó a estudiar ingeniería aeroespacial: quería formar parte de ese grupo selecto de profesionales de la histórica competición, la más puntera que existe y donde la presencia de las féminas era (y aún es) testimonial. Y lo logró. Hoy, esta mujer entusiasta se ocupa del rendimiento de las embarcaciones, de sacar lo mejor de ellas gracias a la estrecha colaboración tanto con los deportistas que están a bordo como con los diseñadores, velistas, responsables de sistemas, hidráulicos, mecánicos y una lista muy larga de especialistas.
«Mi tarea consiste en simplificar los problemas, hacer que todos nos entendamos, ayudar a los tripulantes a que den números a sus sentimientos en el agua», describe. Cuando los monocascos salen a entrenar en el litoral de Barcelona, ella va a bordo de una embarcación de apoyo, normalmente con el andaluz Luis Galnares de capitán, y va recopilando los millones de datos que ofrecen el AC40 y el AC75.
«Hay que comprobar que todo funcione, tanto las comunicaciones entre nosotros como con el barco que está entrenando», relata la ingeniera. Hay entrenadores, diseñadores que chequean que las cosas funcionen como quieren, responsables del software, técnicos que comprueban cada detalle... Algunos se envían «en tiempo real» y otros posteriormente, y lo que se profundice más o menos va en función de cada cual, «y de las horas que te dé el día», ríe. El hecho de haber sido regatista en diferentes disciplinas, compitiendo hasta en SailGP, también ha ayudado: conoce igualmente el idioma del mar.
«Ahora creo que ya está bastante extendido que una mujer ingeniera puede aportar tanto como un hombre», opina esta profesional del equipo helvético. A lo largo de su trayectoria, Emone se ha encontrado con gente que la trataba diferente por el hecho de ser una chica: o exigiéndole más por serlo o bien tratándola con condescendencia. Esta ingeniera piensa que lo importante es saber qué perfil de hombre tienes delante y actuar con toda la profesionalidad para lograr que te respeten.
Una cuestión de educación
«Cada vez son más extraños los hombres que no respetan a las mujeres en este mundo», concluye Emone. «La gestión, la relación entre hombres y mujeres en un entorno tan competitivo y masculinizado tiene mucho que ver también con la educación que han recibido. Lo importante es no dejarte hundir y demostrar lo que vales», opina. Las féminas son minoría y saben que les queda camino por recorrer, más aún en una competición tan severa como la Copa América de vela. A partir de agosto, podrán medir sus resultados.
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«Lo importante es no dejarte hundir y demostrar lo que vales», asegura la ingeniera del Alinghi