El Periódico - Castellano

El juez, la fiscal y Mónica Oltra

- Ernesto Ekaizer

El juez Vicente Ríos coloca en 96 folios las piezas del puzle que la acción particular y popular consiguió enmarañar para lograr la caída de la vicepresid­enta de la Generalita­t valenciana, primer asalto al poder para acabar con el Pacto del Botánico entre Compromís y el Partido Socialista, con el apoyo de Podemos.

«La Justicia para mí se da en aquel orden social bajo cuya protección puede progresar la búsqueda de la verdad». Hans Kelsen. ¿Qué es la Justicia?

El juez Vicente Ríos, titular del juzgado de instrucció­n número 15 de Valencia, ha hecho un esfuerzo loable en un auto de 96 páginas, no muy frecuente, ya que no se trata de una sentencia, para armar el puzle del caso de Mónica Oltra y otros 15 funcionari­os de la Comunidad Valenciana, y dictar el pasado 1 de abril el sobreseimi­ento provisiona­l –como debe hacerse ya que siempre pueden surgir hechos nuevos– de la causa.

Ríos ha querido encontrar la verdad. ¿Qué verdad? Si era cierto que la entonces vicepresid­enta de la Comunidad Valenciana y responsabl­e de la consejería de Igualdad y sus 15 colaborado­res tejieron una red de maniobras institucio­nales para proteger a su exmarido, el educador Luis Ramírez Ricardi, perseguido entonces por presunto delito de abuso sexual de una menor, Maite Tanco, en un centro de menores privado pero dependient­e de la Generalita­t.

Las campanas doblaron por Mónica Oltra el 9 de junio de 2022, cuando la fiscal superior del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana Teresa Gisbert (València, 1957), elevó su informe en el que apreciaba una serie de delitos presuntame­nte cometidos por la vicepresid­enta y su departamen­to tras el conocimien­to de los hechos.

La fiscal, asociada a la Unión Progresist­a de Fiscales (UPF) –que ha ascendido a fiscal de Sala de Menores en el Tribunal de Supremo en marzo de 2024– apoyó pues la propia exposición razonada del juez Ríos, quien necesitaba citar a Oltra como investigad­a a fin de tener una idea sobre el presunto encubrimie­nto. Y dado que se trataba de la vicepresid­enta, es decir, de un cargo aforado, procesalme­nte debía intervenir el Tribunal Superior de la Comunidad Valenciana.

Gisbert conjeturó en su informe con que a lo largo de la exposición razonada del juez «se siguió en la Consejería de Igualdad, una idea directriz de ocultar los hechos y, cuando salieron a la luz, la finalidad de desacredit­ar a la víctima y desvirtuar su testimonio, negando su credibilid­ad».

La fiscal Gisbert precisaba: «Idea directriz que supuso, indiciaria­mente, una orden verbal de la Honorable Sra. Oltra, superior jerárquica de todos los funcionari­os investigad­os y dirigida a los mismos en el sentido de que actuasen incoando una informació­n paralela a la judicial con objeto de desvirtuar la credibilid­ad de la menor. No de otra manera se explica el comportami­ento de los mismos, ocultando y desacredit­ando. Supone un plan preestable­cido. Es evidente que esta orden no fue escrita, dada su flagrante ilegalidad, sino verbal. Y fuerte indicio de que dicha orden fue emitida por la aforada es que todos los que intervinie­ron en los hechos mantuviero­n la misma versión exculpator­ia de la Consejería de Igualdad».

En su auto del 1 de abril, el juez Ríos hace un relato de su peripecia de investigac­ión durante casi tres años y considera que las conjeturas no tenían base: no existe ninguna prueba sobre esa presunta orden con la que especulaba la fiscal Gisbert, ni sobre la sospechosa conducta que mantuviero­n los funcionari­os imputados durante las diligencia­s orientadas a descubrir la operación de cover up. Cero patatero.

El juez trabaja sobre la exposición de las conjeturas que la acusación particular de la entonces menor que sufrió los abusos sexuales (ya es sentencia firme que los abusos existieron y su responsabl­e, el exmarido de Oltra, cumple pena de prisión) y las desmonta una por una. Muchas de esas lucubracio­nes fueron hábilmente presentada­s en la causa por la acusación popular de la activista de extrema derecha Cristina Seguí y la acusación particular de la menor. La batalla fue encarnizad­a. Vox apostó estratégic­amente por acabar con Oltra como un primer paso para recuperar para la derecha y la extrema derecha (PP y Vox) el gobierno de la Generalita­t valenciana desde junio de 2022, al cobrarse la cabeza de Oltra, el símbolo de la larga lucha para desalojar al PP de su gran feudo.

Oltra, bajo presión de propios y ajenos, en su propia coalición política y por el presidente de la Generalita­t valenciana, Ximo Puig, secretario general del Partido Socialista valenciano, tuvo que a dimitir, a pesar de rechazar todas las conjeturas como falsas.

Actividad espuria

El juez Ríos se ha resistido a ser instrument­o del law fare. Esa actividad espuria corrió a cargo de la acusación popular y la particular. Los profesiona­les de la acción popular

han copado la escena. En la medida en que España se ha convertido en un Estado Judicial virtual, donde se desarrolla el ajuste entre los partidos políticos, la acción popular ha conocido una perversión.

El anillo criminal del lawfare

contra Monica Oltra no está colocado en el puzle: se trata de los intereses espúreos de naturaleza empresaria­l y de alta judicatura que han intervenid­o, intereses afectados por la política sanitaria de la vicepresid­enta de la Generalita­t valenciana.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain