Apuntes políticos de la semana
Estaría bien que los políticos fueran conscientes del riesgo de la adicción a los contenidos polarizados y echaran el freno de una vez.
Si el extraterrestre Gurb que se inventó el escritor Eduardo Mendoza hubiera aterrizado en España el pasado lunes, habría flipado. Seguro que habría anotado en su libreta cómo el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, se jactó de que irá mañana al Senado a «trolear» al PP y también que el presidente de este partido, Alberto Núñez Feijóo, cree que estamos viviendo «la peor política de toda la democracia». «Y esto incluye al PP, por supuesto», añadió a renglón seguido en una entrevista. Un tiro en el pie sorprendente hasta para un ser de otro planeta.
Mientras en las páginas de Internacional se alerta del riesgo de un enfrentamiento regional por la masacre que Israel está perpetrando contra Gaza, en las de Política los protagonistas siguen cruzándose pullas por escándalos que afectan a las parejas de los dirigentes y se muestran a veces más como cómicos e ingeniosos de barra de bar que como autoridades. Todo vale en un momento en que algunos medios, en vez de concitar el entendimiento y el respeto, abonan la crispación, el bulo, las exageraciones y el insulto. Es Política Deluxe. El PSOE pide la dimisión de Díaz Ayuso, aunque no está demostrado que ella supiera de los supuestos fraudes fiscales cometidos por su pareja ni que le haya beneficiado directamente en sus negocios. El PP pone el grito en el cielo por el apoyo de Begoña Gómez, mujer de Pedro Sánchez, a algunas empresas y las reuniones que mantuvo con Air Europa, aunque no concreta qué delito cometió.
Algunos estrategas del PP admiten que la elevación de la temperatura del debate político les resulta útil para dañar las expectativas electorales del PSOE, con votantes más permeables a castigar los escándalos de corrupción como el caso Koldo que los conservadores. No se prevé que la tensión baje a partir de verano: aunque las vascas, las catalanas y las europeas castiguen a Sánchez, no debe implicar el adelanto de las generales, algo que el PP empezaría a exigir a diario. Ahora no lo hace porque la Constitución impide al presidente convocarlas hasta un año después de la última disolución (29 de mayo del 2023).
La adicción a los contenidos polarizados es una realidad, según los neurocientíficos, y se ha disparado por las redes sociales. Al leer mensajes incendiarios se activan sustancias como la dopamina y las endorfinas, igual que cuando se consume cocaína. Estaría bien que los políticos ganaran conciencia del riesgo que esto supone y echaran el freno de una vez. Gurb no entendería esta autodestrucción del mejor régimen que los propios terrícolas dicen haber diseñado.
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