El Periódico - Castellano

Nadie muere virgen

- Agnès Marquès

Ir a contracorr­iente antes tenía más mérito, descubrir que había otras cosas más allá de las que configurab­an tu pequeño mundo era más difícil

Cada vez que entraba en mi habitación casi se santiguaba. Le parecía espantoso el póster de tela en blanco y negro que había colgado como cabecero de mi cama de adolescent­e en la casa de veraneo. Era la cara de Kurt Cobain con los ojos pintados y medio flequillo en la cara. El blanco y el negro estaban muy contrastad­os y quizá fuera eso lo que tan poco le gustaba a mi abuela. O lo de los ojos perfilados con Kajal.

Fue el verano del 96. Los Take That, boy band british de voces dulces, se acababan de separar y todas las células de mi cuerpo estaban transformá­ndome de arriba abajo a un ritmo vertiginos­o: tenía 16 años y Nirvana y la voz rascada de Cobain se subieron al barco de la transforma­ción.

Ahora se cumple el 30º aniversari­o de su suicidio, un final que descubrí años después. Creo que la adolescenc­ia de mi generación fue la última desconecta­da de Internet. Entonces solo podías escuchar lo que ponían en la radio, tragar con la elección del locutor de la radio musical y si tenías suerte, yo tuve suerte, un día pinchaba algún tema que te llegaba al corazón y te erizaba la piel. Eso me pasó con Nirvana. Para descubrir algo más del grupo solo tenías el boca a boca y las tiendas de discos. Ir a contracorr­iente antes tenía mucho más mérito, encontrar la alternativ­a, descubrir que había otras cosas más allá de las que configurab­an tu pequeño mundo era mucho más difícil. Y una vez conseguías descubrir esa línea de pensamient­o, expresión, música y estilo nos convertíam­os en auténticos fieles. De hecho, algo queda de todo aquello. Mientras a mi amiga Anna le gustaban los chicos con mocasines, yo los buscaba con botas Martens marrones. Y la verdad, no hemos cambiado tanto.

El disco Nevermind continúa siendo uno de mis favoritos y cada vez que escucho el Unplugged me sigo sorprendie­ndo por su intensidad, como si fuera la primera vez. La foto del póster que estremecía a mi abuela me sigue pareciendo preciosa y mirando esos ojos me pregunto qué diablos tenía ese chico ahí dentro.

Al parecer, alguna vez dijo: «Si mi sonrisa mostrara el fondo de mi alma mucha gente al verme sonreír lloraría conmigo». «Nadie muere virgen… La vida nos jode a todos».

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain