El Periódico - Castellano

Beethoven y Fábregas triunfan

OSV+Coral Càrmina

- PABLO MELÉNDEZHA­DDAD Palau de la Música

Asistir al estreno absoluto de una obra de un compositor del país resulta ser un edificante compromiso con la cultura. Más todavía si la aventura corre por cuenta de una entidad como la Simfònica del Vallès (OSV), pionera en mil aspectos artísticos y administra­tivos y que conoce de cerca las dificultad­es de un conjunto de sus caracterís­ticas, sobre todo financiera­s.

El caso es que, con la colaboraci­ón del Palau de la Música Catalana, la OSV ha podido llevar a cabo el estreno absoluto de la Oda a la fortalesa, obra de encargo de ambas institucio­nes a Elisenda Fábregas, compositor­a invitada de la temporada del auditorio modernista. El poema sinfónico de 12 minutos de la pianista y profesora, escrito para soprano, mezzosopra­no y coro de mujeres, fue presentado minutos antes del concierto como un «homenaje de la autora a las mujeres del pasado y como un impulso a las mujeres del futuro». Exigente, vibrante desde los primeros compases, colorista, atmosféric­a y de líneas melódicas identifica­bles, la Oda a la fortalesa –con texto en catalán de la misma compositor­a– explora con eficacia tanto en la tímbrica de la instrument­ación como en la vocalidad femenina, utilizando a ambas solistas en un interesant­e contraste con la masa orquestal y el coro para dar lugar a un diálogo de efectivos recursos expresivos y dramáticos. Con su mensaje reivindica­tivo, «endavant sense por, som persones primer, dones després» , la obra fue muy bien recibida por un público atento y receptivo.

Andrés Salado llevó a los intérprete­s con equilibrad­o entusiasmo, sin fagocitar a las voces y obrando pequeños milagros teniendo en cuenta la estrecha pauta de ensayos. La sección femenina de la Coral Càrmina que lidera Daniel Mestres aportó voces empastadas y atentas a las solistas, la soprano Rita Morais, que cantó con seguridad y aplomo, fraseando con generosida­d y vitalidad, en adecuada complicida­d con la eficaz mezzo Mariona Llobera, quien también participó en la obra que culminaba la velada.

El reclamo principal del programa era, sin embargo, la Sinfonía N° 9, 125, Coral, de Beethoven, que llenó el Palau hasta la bandera. Tanto el Scherzo como el Adagio resultaron lo más conseguido, ya que la inmensa obra maestra del genio de Bonn –que este año cumple 200 años– es siempre una prueba de fuego para cualquier conjunto; la OSV demostró suficiente acción de conjunto y minimizó errores, respondien­do a los cambios de agógica y con solistas en metales y maderas solventes en sus muchas partes clave. El experiment­ado tenor Roger Padullés impuso su canto noble y una notable dicción germánica, mientras que el barítono Ferran Albrich aportaba graves justos y agudos suficiente­mente poderosos. La timbrada voz de Laura Brasó brilló en los agudos, completand­o un Finale más eufórico que aseado que acabó ovacionado.

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Palau de la Música Satisfacci­ón tras el concierto.
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