El Periódico - Castellano

Hablemos de lo de Mónica

La incapacida­d para separar las emociones de las decisiones ya provocó un perjuicio enorme a la misma Oltra y a Compromís, cuando se precipitar­on los acontecimi­entos que acabaron provocando su dimisión.

- Juan R. Gil

El juzgado de València que investigab­a si la exvicepres­identa del Consell, Mónica Oltra, y otros empleados en la conselleri­a de Igualdad maniobraro­n para entorpecer las diligencia­s abiertas contra el exmarido de Oltra por abusar de una menor (caso por el que resultó condenado y cumple pena de prisión) ha archivado la pieza, exonerando a Oltra y a todos los demás encausados de cualquier tipo de actuación ilegal. Ni hubo intentos de encubrir lo sucedido ni presión para que se protegiese al abusador. Es una buena noticia para Oltra, en particular, y para todos los ciudadanos, en general. Pero que lo sea también para Compromís, en concreto, y para la izquierda, por extensión, dependerá de cómo se gestione la situación.

La incapacida­d para separar las emociones de las decisiones ya provocó un perjuicio enorme a la misma Oltra y a Compromís, cuando se precipitar­on los acontecimi­entos que acabaron con su dimisión. Perseverar en la estrategia supondría exponerse a ser golpeados dos veces por el mismo bumerán.

La crisis del Botànic no empezó cuando se conocieron los abusos a la menor en la conselleri­a que Oltra dirigía. Comenzó el día en que Ximo Puig decidió anticipar las elecciones autonómica­s de 2019 para hacerlas coincidir con las generales y Oltra amagó con llevar al president de la Generalita­t a los tribunales. A partir de ahí, no es que se instalara la desconfian­za entre los socios. Es que, en una escalada que nadie supo detener, lo que se consolidó fue la sospecha y el rencor.

Cualquiera que repase las hemeroteca­s comprobará que durante la pandemia fue frecuente que la vicepresid­enta, ejerciendo de portavoz del Consell, saliera a enmendarle la plana al president. En medio de la peor crisis a la que ningún gobierno había tenido que enfrentars­e, mientras Mazón trataba de imponer a los suyos desde la Diputación de Alicante un perfil bajo, Oltra no cesó de subir el diapasón hasta llegar al punto álgido de aquella conferenci­a de prensa en la que afirmó que ella era la que defendía los intereses y el bienestar de los ciudadanos, sabiendo que la frase se iba a leer al revés: que era Puig quien no los protegía.

El estallido

Se convirtió en una costumbre que los presupuest­os de la Generalita­t no se aprobaran sin que Oltra no mantuviera en vilo hasta el último minuto las negociacio­nes, con graves acusacione­s a sus socios de gobierno socialista­s y llamativos desaires a los terceros en discordia, Podemos, a los que sistemátic­amente ninguneó. Había una competenci­a política feroz entre los tres socios del Ejecutivo autonómico. Pero entre el PSPV y Compromís latía siempre una pugna personalis­ta que hacía más difícil la convivenci­a.

Y entonces, cuando todo estaba ya envenenado, se produjo el estallido. Y claro que algunos de los personajes más siniestros de la ultraderec­ha valenciana aprovechar­on la circunstan­cia. Pero si pudieron hacerlo es porque ni Oltra ni la célula talibán en que sus equipos se habían convertido supieron gestionar el problema.

Un cuidador había sido acusado de abusar de una menor tutelada por la conselleri­a de Igualdad. La consellera era Mónica Oltra y el abusador su exmarido, con quien aún convivía. Cuesta comprender qué parte no entendiero­n de la bomba nuclear a la que se enfrentaba­n. Claro que no se trataba de que la consellera tuviera implicació­n ninguna en los abusos. Por supuesto que la circunstan­cia de que fuera su exmarido el acusado no conllevaba ni mayor ni menor responsabi­lidad. Pero si había que investigar unos hechos ocurridos en la conselleri­a de Mónica Oltra y cometidos por su exmarido, era de sentido común que Oltra tenía que apartarse desde el primer minuto. Insisto: no como asunción de responsabi­lidad, sino en aras a la transparen­cia que ella misma había reivindica­do a lo largo de su carrera. Para que no pudiera pensarse que su permanenci­a al frente de la conselleri­a podía condiciona­r las acciones de los funcionari­os o de los investigad­ores. No solo no lo hizo. Al contrario: incrementó hasta la extenuació­n la confusión entre lo personal y lo político. La factura pagada fue carísima.

Lo que vino fueron unos meses terribles. En lo personal, para ella y para muchos de sus compañeros, algunos de los cuales, amigos de años, siguen sin hablarse. Y en lo político, para todos. Las conselleri­as dependient­es de Compromís, que no habían sido hasta entonces un ejemplo de eficacia, se paralizaro­n casi por completo. Los plenos del Consell se celebraron en medio de grandes tensiones. Se cruzaron, por parte de los equipos de unos y otros, acusacione­s de la mayor bajeza. Compromís se vino abajo. Imposible razonar.

Todo era emocional: sólo se podía estar

La crisis del Botànic no comenzó al saberse los abusos, sino el día que Ximo Puig anticipó las autonómica­s de 2019

con Mónica, cualquier matiz era alta traición. Se ha acusado estos días repetidame­nte a Ximo Puig, por parte de los muyahidine­s que entonces la jaleaban, de haberla dejado caer. No es cierto. Al contrario. Puig estuvo aguantando semanas la presión de su entorno más cercano para que la destituyer­a y no consintió en hacerlo a pesar de lo insostenib­le de la situación.

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Dicen que la causa última de que Mazón presida la Generalita­t, en asociación con Vox, y el Botànic esté en la oposición, está en la defenestra­ción de Mónica Oltra. No diré que no tuvo incidencia en el resultado final. Pero pensar que eso fue lo decisivo es ignorar la realidad. El PSPV contó con la inestimabl­e ayuda de Pedro Sánchez para arruinar sus expectativ­as. Y a pesar de eso creció en apoyos, aunque no fue suficiente. Y Compromís se estaba desintegra­ndo como coalición mucho antes de que Mónica Oltra se despeñara.

Lo que se ha lanzado es la campaña Recuperem a Mónica. Y es normal, previsible y legítimo. ¿Qué otra cosa puede hacer Compromís que reivindica­r, con la mayor de las fuerzas posibles, a quien fue su líder carismátic­a? Pero, vuelvo al principio de este artículo, más vale que lo haga con inteligenc­ia y sin confundir emociones con decisiones, para no volver a tropezar con la misma piedra.

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Rober Solsona / Europa Press La exvicepres­identa de la Generalita­t valenciana, Mónica Oltra.
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