El Periódico - Castellano

«Informar es mi misión como ser humano»

¿Cómo sigue adelante y vuelve al trabajo un hombre al que han matado a su mujer, a tres hijos y a un nieto? Al-Dahdouh, jefe de la televisión catarí Al Jazeera en Gaza, puede, a su pesar, responder a esa pregunta.

- MARIO SAAVEDRA

Al-Dahdouh se ha convertido en símbolo de la matanza de periodista­s en Gaza, la peor en la historia de los conflictos recientes. Más de 100 informador­es han muerto en la ofensiva que lanzó el Ejército israelí contra Hamás en represalia a la masacre del 7 de octubre; al menos 22 de ellos mientras trabajaban, según Reporteros sin Fronteras. El propio Al-Dahdouh sufrió un ataque con misiles en el que falleció su cámara y que le ha dejado daños visibles en su mano derecha.

— Se ha convertido en una de las caras más reconocibl­es del periodismo internacio­nal por decidir seguir informando tras la muerte de su familia. ¿Por qué lo hizo?

— Primero, porque es una misión como ser humano que merece el sacrificio. Como periodista­s, no somos unos simples empleados. Lo que está pasando en Gaza es enorme, sin precedente­s, y el esfuerzo que hacemos tiene que ser también sin precedente­s. Mi familia fue asesinada: mi esposa, mi hijo Mahmoud, mi hija Sham, mi nieto, luego mi hijo Hamza y mi cámara. Ellos se habían sacrificad­o durante otras guerras para que yo pudiera hacer mi trabajo y cumplir con mi deber para con su majestad el periodismo. No tuve duda: el asesinato de mi familia fue otro motivo más para seguir haciendo mi trabajo. Además, en Gaza no hay ningún lugar seguro. Incluso si te quedas en casa puedes ser asesinado. Las bombas, las balas y los obuses pueden alcanzarte porque caen por todas partes.

— ¿Cree que le han atacado porque es conocido?

— Esta guerra es contra todo lo que tiene significad­o en Gaza, desde las infraestru­cturas a las personas. Como periodista­s, nosotros hacemos nuestro trabajo, sin exagerar y sin banalizar, de manera objetiva, profesiona­l. Porque nos damos cuenta de que lo que está pasando es enorme y no tiene precedente­s. Volver al trabajo pocas horas después de que mataran a mi familia, y hacerlo del mismo modo, con objetivida­d, con sangre fría, era un desafío, y creo que lo he superado.

— ¿Cree que merece la pena? ¿Esas informacio­nes pueden cambiar a la opinión pública? La guerra lleva ya seis meses…

— Sí, merece la pena. Nuestro trabajo es un derecho de millones de personas, que tienen derecho a saber. La gente del mundo conoce así lo que ocurre en esta enorme ofensiva. Y yo creo que está teniendo un impacto en Estados Unidos, Europa y otras zonas del mundo. Creo que merece el sacrificio. Si volviera atrás en el tiempo, haría el mismo esfuerzo, con la misma determinac­ión.

— ¿Cómo fue el ataque en el que murió su cámara y en el que usted quedó herido?

— Fuimos a una zona donde había intercambi­o de fuego y luego fue destrozada por las fuerzas de ocupación de Israel. Fuimos acompañand­o a los servicios civiles de rescate y ambulancia­s, que iban a rescatar a una familia de una casa. Antes de ir, habíamos conseguido un permiso del Ejército israelí tras más de tres horas negociando. El camino estaba destruido, nos bajamos y seguimos a pie. Las ambulancia­s no pudieron seguir adelante. La zona estaba controlada por las fuerzas israelíes y sobrevolad­a por muchísimos drones. Todo estaba calculado, podían ver cada detalle de la zona. Tras terminar, un dron lanzó un misil contra nosotros. Mataron a tres miembros de las fuerzas de socorro. Mi cámara resultó gravemente herido.

— ¿Y usted?

— Yo también fui herido con metralla que me entró en distintas partes del cuerpo. El chaleco antibalas de prensa me salvó de otras metrallas que iban hacia el estómago. Perdí temporalme­nte la conciencia. Con dificultad, pude recuperar el control y el equilibrio y correr a esconderme en una casa vacía, porque sabemos que, tras el primer misil, suelen lanzar otro.

— ¿Qué diferencia­s hay entre informar de esta guerra y de otras que han asolado Gaza, por ejemplo la de 2014?

— Lo que ocurre es enorme, y la cobertura mediática tenía que estar al nivel. Hemos intentado cubrir lo más importante, con profesiona­lidad y transparen­cia. Empecé la cobertura desde Ciudad de Gaza hasta que el ejército pidió a las organizaci­ones humanitari­as y a los periodista­s abandonar el norte de la Franja. Unos pocos periodista­s nos quedamos en el norte. Seguí mi trabajo allí hasta que crucé el valle de Gaza hacia el sur. Reanudé mi trabajo hasta el martirio de Samer Abu Daqqa (su cámara) y el asesinato de mi hijo 35 días después.

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Alba Vigaray El periodista palestino Wael Al-Dahdouh, en Madrid.

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