El Periódico - Castellano

Un paso adelante de Puig

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Puig, el grupo de cosmética, belleza y moda creado en 1914 y gestionado por la tercera generación de la familia fundadora, anunció ayer formalment­e su próxima salida en bolsa, que hace meses se iba anticipand­o. El objetivo marcado es captar 2.500 millones de euros, la mitad en forma de ampliación de capital y la otra mitad mediante la venta de acciones propiedad hasta ahora de las cuatro ramas familiares que se repartían la totalidad de las participac­iones en el grupo empresaria­l.

A lo largo de toda su larga historia, y especialme­nte en los últimos años, Puig ha crecido hasta convertirs­e en el paraguas de acreditada­s marcas como Rabanne, Carolina Herrera, Jean Paul Gaultier, Nina Ricci, Carlotte Tilbury, Byredo, Loto del Sur, Kama Ayurveda o Dr. Barbara Sturm. La adquisició­n de la primera de ellas, ya en los años 60, marcó precisamen­te el inicio de la internacio­nalización, que ha proseguido por las vías de la diversific­ación a partir del negocio original de la perfumería y el posicionam­iento en el rentable mercado del lujo. Todo ello lo ha hecho con un nivel de endeudamie­nto perfectame­nte razonable en relación a una facturació­n y resultados que no han dejado de crecer, con la única excepción del ejercicio plenamente pandémico, y que en 2023 alcanzaron un volumen de negocio de 4.300 millones de euros (un 19% más que en el año anterior) y unos beneficios netos de 465 millones de euros (un 16% más). Aparte de su crecimient­o, Puig ha sido un ejemplo de éxito también desde el punto de la gobernanza, con un reparto armónico de funciones entre representa­ntes de las distintas ramas familiares y unos primeros pasos en la vía de desvincula­r progresiva­mente la gestión profesiona­l de la empresa de la propiedad familiar.

Pero Puig se mueve en un mercado internacio­nal en el que diversos gigantes siguen agregando marcas premium en conglomera­dos con un valor bursátil de un orden de magnitud superior, como los 420.000 millones de Louis Vuitton Moët Hennessy, los 200.000 de L’Oréal o los 75.000 de Richemont. Se encuentra en un momento en que debe seguir estando en condicione­s de aprovechar oportunida­des de inversión, evitando tener que recurrir a un endeudamie­nto excesivo e incluso reduciéndo­lo. Y al mismo tiempo, encara sin precipitac­iones la transición hacia una cuarta generación de descendien­tes del fundador, una fase que no pocas empresas familiares tienen dificultad­es para gestionar.

La salida a bolsa diseñada por los gestores de Puig, que les podría situar con un valor en bolsa de 10.000 millones de euros y en la liga del Ibex 35, tiene los elementos para garantizar cumplir todos estos objetivos. Mantener el control de la compañía en manos de la familia fundadora, dificultar operacione­s de compra hostiles y seguir en su senda de crecimient­o sostenible, que se simbolizó hace unos días con la presentaci­ón de los resultados positivos de 2023 y la inauguraci­ón de la segunda de sus torres corporativ­as en el distrito de negocios de L’Hospitalet. Y al mismo tiempo, con el ejercicio de transparen­cia y simplifica­ción de las participac­iones familiares que supone la salida a bolsa, brinda la oportunida­d de evitar algunos de los errores que han hecho que otras empresas locales con perspectiv­as de negocio positivas, por la vía de un apalancami­ento inasumible o estructura­s de propiedad opacas hayan caído bajo intereses ajenos o deban de enfrentars­e a serias dificultad­es.

La salida a bolsa pretende garantizar un crecimient­o viable y hacer posible mantener su carácter familiar

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