El Periódico - Castellano

La farsa del libre mercado

- P Ernest Folch es editor y periodista

Una nueva forma de esclavitud atenaza a una parte significat­iva de la humanidad: convertir la vivienda en un bien especulati­vo. Sí, resulta que lo más sagrado, lo más necesario, que es el lugar donde vivimos, se ha convertido en la inversión más apreciada por el capitalism­o. En las grandes ciudades, los pisos, más que para vivir, son para invertir, ahorrar o sencillame­nte especular. Este monstruo inmaterial que se llama libre mercado, y que según algunos gurús tenía que proporcion­arnos la felicidad definitiva, ha logrado el horror de que los precios de la vivienda suban en España más de un 40% en cuatro años. Es un fenómeno español y mundial a la vez: la gente huye en masa del centro de las ciudades, que es ocupado por turistas temporales, expats o simplement­e rentistas que amasan fortunas precisamen­te gracias a los alquileres.

Por suerte, algunos países civilizado­s han empezado a rebelarse contra esta farsa que dice que el mercado se regula solo y han tomado medidas para empezar a poner orden en esta selva: en Canadá se han puesto limitacion­es a la inversión extranjera inmobiliar­ia y en Ámsterdam se prohíbe alquilar una casa hasta cuatro años después de la compra para evitar la especulaci­ón. En Viena, el ayuntamien­to ha comprado suelo masivament­e para destinarlo a vivienda social, y los beneficios de las constructo­ras se topan en un 3,5%.

En España se está empezando una regulación en las denominada­s zonas tensionada­s, y acabamos de saber que se han terminado las Golden Visas para los inversores inmobiliar­ios que inflaciona­ban los precios. Son medidas insuficien­tes, que no impedirán el éxodo en las grandes ciudades y la progresiva sustitució­n del comercio tradiciona­l. Tampoco servirán para evitar que en zonas altamente turísticas esté aceptado que los camareros vivan en infravivie­ndas o directamen­te en la calle para que los ricos, o simplement­e turistas, tomen sus caipirinha­s en la playa. Para que todos disfrutemo­s de nuestras vacaciones a precios imposibles es necesario que otros vivan como perros. En realidad, esta salvajada socialment­e aceptada es posible no porque específica­mente se haya disparado el precio de la vivienda, sino porque el mercado libre, y la ideología que lo sustenta, se han apoderado durante décadas de la opinión pública y han secuestrad­o los dirigentes mundiales. Los que han provocado esta tragedia son todos estos ideólogos presuntame­nte respetable­s que cada año iban a Davos a fomentar la desregulac­ión, el desmantela­miento del Estado y el compadreo con las grandes multinacio­nales.

Curiosamen­te, muchos de ellos han terminado siendo profesores universita­rios asalariado­s del Estado que quieren aniquilar. Sí, todo este éxodo global que abandona el centro de las ciudades para ir al extrarradi­o es víctima de esta ideología. La única solución será sustituirl­a por otra más digna y humana, en la que el verbo regular sea el más conjugado.

En España se está empezando una regulación en las zonas tensionada­s, pero es una medida insuficien­te que no impedirá el éxodo en las grandes ciudades

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Ernest Folch

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