El Periódico - Castellano

Los cuernos frenaron la fusión Central-Banesto

- FERRAN MONEGAL

Agosto de 1988. Discoteca MauMau de Madrid. Beautiful people a tope. Una dama joven sentada en un sofá hace un gesto con las piernas. Es un movimiento natural, despreocup­ado. La falda sube por encima de sus rodillas. Queda unos instantes su zona genital al descubiert­o. Un paparazzi apostado a pocos metros hace la foto.

La foto llega a la revista Interviú. La analizan. Advierten que la señora va sin bragas, solo con pantis transparen­tes, y que se trata de Marta Chávarri, esposa del marqués de Cubas Fernando Falcó. El revuelo es apoteósico. Así comenzó Mamen Mendizábal su nueva entrega de Anatomía de una foto (La Sexta). Y añadió: «Esta foto es el producto de un juego de poder entre hombres poderosos. Y Marta Chávarri fue la víctima». Interesant­ísima disección. Es la radiografí­a perfecta de aquella época de asaltos al poder social y económico que protagoniz­aron un repóker de personajes muy potentes. Tema de fondo: la fusión del Banco Central con Banesto. Un negocio fabuloso.

Mamen nos lo explicó muy bien manejando un mazo de cartas. Cada carta era un rostro. Iba lanzando los naipes sobre el tapete y nos contaba: Alfonso Escámez, presidente del Central, apoyaba a Mario Conde para presidir la fusión. Los Albertos (Cortina y Alcocer), y también Javier de la Rosa, apoyaban a Miguel Boyer. Un paparazzi pilla a Alberto Cortina (casado con Alicia

Koplowitz, accionista muy principal del Central y del Banesto), en un hotel de Viena con Marta Chávarri (esposa de Fernando Falcó). La revista

Diez Minutos publica la foto. Inmediatam­ente,

Interviú publica también la de Marta Chávarri en la discoteca Mau-Mau. Y se produce la hecatombe. ¡Ah! Cuando los cuernos intersecan con los grandes tinglados económicos, la debacle es estruendos­a. La fusión Central-Banesto jamás ocurrió.

En realidad esta es la historia de dos fotografía­s. La del Mau-Mau y la de Viena. Y sus consecuenc­ias. Pero sobre todo es el retrato de personajes prepotente­s que creían poder manejar todo, y a todos, a su antojo.

Acabaron en la cárcel muchos de ellos. Esta anatomía tiene otro punto trascenden­te. Después de las fotos, Marta Chávarri sufrió durante mucho tiempo el acoso más implacable de los medios. Mamen Mendizábal , al final, preguntó: «¿Alguien pensó en Marta Chávarri?». Fue usada. Nadie pensó en ella.

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Marta Chávarri, en agosto de 1988.
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