Israel mueve ficha para apropiarse de las reservas de gas de Gaza
▶ El Gobierno de Netanyahu concedió varias licencias de prospección en octubre para explorar yacimientos gasísticos en zonas marítimas que penetran en aguas jurisdiccionales palestinas
La imagen es del 27 de septiembre del 2000, la víspera del estallido de la Segunda Intifada, cuando al conflicto palestino-israelí todavía le quedaban unas horas de esperanza. Aquel día, Yasser Arafat apareció en la televisión palestina para anunciar con una amplia sonrisa el descubrimiento de gas a unas millas de las costas de Gaza. «Un regalo de Dios», según proclamó subido a un barco de pesca. «Nos proporcionará una base sólida para nuestra economía y para establecer un Estado independiente con la Jerusalén santa como capital». Acto seguido, los ingenieros de British Gas (BG) activaron la plataforma y una llamarada triunfal de gas emergió frente al litoral de la Franja. Aquel fue el bautismo de un proyecto nunca materializado, principalmente por las restricciones de Israel, el mismo país que ahora ha movido ficha para apropiarse de una parte de las reservas de gas de Gaza. Un tesoro que podría ser su tabla de salvación frente al desastre en curso.
El pasado 29 de octubre, tres semanas después de que comenzara la brutal respuesta al ataque de Hamás, el Ministerio de Energía israelí anunció la concesión de una docena de licencias de exploración de gas a seis compañías israelíes e internacionales en varias zonas marítimas que se adentran en aguas jurisdiccionales palestinas. «Noticias emocionantes para el mercado de la energía israelí. Incluso ahora las grandes compañías de exploración de gas confían en la robustez de Israel y quieren invertir aquí», afirmó el ministro Israel Katz en un comunicado. Entre ellas, están la italiana Eni, la británica BP y Dana Petroleum, una subsidiaria de la Compañía Nacional de Petróleo Surcoreana.
En plena guerra, la noticia pasó desapercibida. Pero no lo hizo para cuatro organizaciones de derechos humanos palestinas e israelíes, que no tardaron en advertir el expolio, al constatar que las nuevas zonas abiertas a la exploración
Se estima que el campo gasístico contiene reservas de 30.000 millones de metros cúbicos
penetran sustancialmente en las fronteras marítimas de Gaza. Tanto las 20 millas náuticas que Israel aceptó en los Acuerdos de Oslo como la demarcación más expansiva que el Estado de Palestina declaró en 2019, en consonancia con el derecho internacional. «Esas exploraciones acabarán reportando beneficios económicos exclusivamente a Israel», asegura Miriam Azem desde Adalah, una de las oenegés que ha impugnado la licitación. «De modo que en medio de la hambruna en Gaza y del constante bombardeo, Israel sigue en paralelo explotando los recursos naturales de los palestinos en una clara violación del derecho internacional».
Anexión ‘de facto’
La intromisión no es menor. El 62% de la llamada zona G está dentro de las aguas jurisdiccionales de la Franja, al igual que el 73% de la zona E y el 5% de la zona H. «Estas licitaciones, emitidas de acuerdo a la ley israelí, equivalen a una anexión de facto y de iure de las zonas marítimas reclamadas por Palestina», denunciaron las oenegés en febrero. Israel no ha contestado formalmente, pero en una carta enviada a Naciones Unidas en 2020 expuso que, como no reconoce al Estado palestino, este carece de autoridad para declarar sus fronteras marítimas.
El Mediterráneo oriental se asienta sobre uno de los mayores yacimientos de gas del mundo, la llamada cuenca del Levante, que en los últimos años ha permitido a Israel y Egipto convertirse en importantes exportadores de gas. Palestina es también parte de esa cuenca, con recursos suficientes para garantizar su soberanía energética durante décadas, según constató un informe de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en 2019. «Este gas es un recurso compartido. No hay forma de decir qué pertenece a quién porque procede de un acuífero común que no obedece a fronteras políticas», afirma a este diario Atif Kubarsi, profesor emérito de la universidad canadiense de McMaster y autor de aquel informe. Kubarsi lleva años proponiendo que el gas se explote de forma compartida y se encargue a Naciones Unidas u otra organización de confianza que distribuya equitativamente los beneficios entre los países de la cuenca.
Toda una quimera, a tenor de la realidad política. «Las licencias que Israel ha concedido son un atropello a la forma en que se debería lidiar con los recursos compartidos. El poder ocupante no tiene soberanía ni derecho a explotar los recursos del pueblo bajo ocupación», sostiene Kubarsi en una entrevista. De toda la cuenca del Levante, los palestinos fueron los primeros en descubrir el gas en 1999, de la mano de un consorcio liderado por British Gas, aquellas llamaradas celebradas por Arafat un día antes del inicio de la Segunda Intifada. A los dos yacimientos descubiertos a unas 17 millas de la costa gazatí se les llamó Gaza Marine. Entre los dos contienen unas reservas estimadas de 30.000 millones de metros cúbicos de gas.
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