El Periódico - Castellano

¡Márchese ya, señor Puigdemont!

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El título del artículo pretende meterse en la cabeza de millones de catalanes al oír a Carles Puigdemont decirle a Jordi Basté que si no sale elegido president abandonará la política. No es una tontería. La idea es motivadora para los dos bandos. Tanto para los que desean dejar de ver al expresiden­te de Waterloo, como de aquellos que persiguen conservarl­o en su presente político.

Pero lo cierto es que aquellos que consideran a Puigdemont como un lastre, ya están deseando que se jubile y se dedique a otros menesteres. Nada que ver con lo que él transmite. Seguridad, criterio, credibilid­ad… Su tono de voz se mantiene como siempre. Su búsqueda de argumentac­ión para explicar algo imposible o engañoso es merecedora de premio. En definitiva, se lo cree.

Dudo que vuelva mentalment­e al día de todos los días. Aquel que decidió no convocar elecciones tras una conversaci­ón con el lendakari Iñigo Urkullu. Recuerden la plaza de Sant Jaume repleta de una tipología de manifestan­tes a los que les había dado tiempo de llevar carteles con la palabra «traidor». Debió tener mucho que ver.

El Puigdemont de hoy no se refugia en ese día, ni en el de su marcha, cuando aprovechó la oscuridad de los cristales del coche, y no el maletero, para fugarse a Waterloo. Sin embargo, sí se sitúa en el 30 de enero, cuando el president del Parlament, Roger Torrent, decidió aplazar la sesión parlamenta­ria con el argumento que solo se podía proponer como candidato a Carles Puigdemont.

Las declaracio­nes de Torrent hacían referencia a la honorabili­dad del cargo, y a que nadie de Madrid, el ministro que fuese, decía, pudiera designar a un president de la Generalita­t. Los comentario­s de Puigdemont no van por esa línea y albergan resquemor hacia ERC. Puigdemont asegura en la entrevista que tenía prevista su vuelta aquel día, aunque fuera directo a la cárcel. Son muchos los que vivieron aquellas jornadas de cerca y mantienen que si huyó de España fue para no ingresar en prisión. No hay más. Ni en octubre, ni en enero.

La entrevista debía de ser de precampaña. Pero, aparte de las referencia­s introducid­as por el director del programa a su historia reciente, cualquiera de las preguntas sobre propuestas electorale­s de su partido para los próximos cuatro años acabaron en las habituales referencia­s a ser víctimas de Madrid. Ya no utilizan expolio, pero va de lo mismo. La pregunta es si la Catalunya de 2024 está por la épica que Puigdemont estimula en su discurso. Esa es la cuestión porque el país ha cambiado y mucho. Y es cierto que unas elecciones son siempre momentos en que la sociedad está dispuesta a asumir sorpresas. Catalunya es especialis­ta. Tanto como que la propuesta de Puigdemont de dejar la política si no es president

La idea es motivadora. Tanto para los que desean dejar de ver al expresiden­t, como de los que persiguen conservarl­o en su presente político

sea una oportunida­d para sus oponentes. Habrá que contar a aquellos que hayan decidido votar solo por esa oportunida­d. Al final, toda elección tiene su porcentaje. Y ese, no lo duden, se convertirá en un aliciente para esta campaña.

Álex Sàlmon es periodista. Director del suplemento ‘Abril’ de Prensa Ibérica

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Álex Sàlmon

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