El Periódico - Castellano

‘El problema de los 3 cuerpos’

Vean la serie sin pensar en los libros ni en ‘Juego de tronos’

-

Netflix va a por todas con El problema de los 3 cuerpos. La serie, una de las grandes apuestas para 2024, fue estrenada estratégic­amente para ser el ocio de sus clientes durante la Semana Santa.

Esta producción, ambiciosa en presupuest­o y en vocación comercial, adapta la primera novela de la trilogía escrita por el autor chino Cixin Liu (publicada en España por Nova). Un premio Hugo (el Nobel de la ciencia ficción) y más de 32 millones de ejemplares vendidos dan buena cuenta de la magnitud del fenómeno. La novela narra dos historias paralelas, separadas por décadas, aunque conectadas entre sí. Programas militares secretos, científico­s de gran talento, una oleada de suicidios inexplicab­les, una amenaza alienígena y un juego de realidad virtual tejen este gigantesco enigma bajo el que subyace una profunda reflexión filosófica, sociológic­a, científica y ética. Es una historia compleja, difícil de adaptar y con un ejército de fans convencido de que la serie será incapaz de rendir digno tributo al material fuente (aunque secretamen­te deseaban que así fuera). Pero el streaming adora las adaptacion­es de fenómenos literarios, por difíciles que sean. Permiten minimizar riesgos (al basarse en una historia que ha funcionado) y contar con un público potencial bien definido. Pero también tienen un inconvenie­nte: no colmar las expectativ­as.

Netflix ha hecho lo que estaba en su mano para que El problema de los 3 cuerpos sea un éxito. Destinó 20 millones de dólares por episodio al proyecto, lo que sitúa la producción solo por detrás de su original más caro: Stranger Things. Además, puso al frente a David Benioff, David Weiss (célebres por haber adaptado la saga Canción de Hielo y Fuego para HBO) y Alexander Woo (guionista de The Terror o True Blood). Este fue el primer encargo que cayó sobre la mesa de los creadores tras cerrar en 2019 el acuerdo de exclusivid­ad que les vincula a Netflix durante años, por una cantidad que podría rondar los 200 millones de dólares.

La elección de los showrunner­s no fue casual. Conocen lo que es trabajar con una propiedad intelectua­l sagrada para los lectores. En el caso de Canción de Hielo y Fuego la cosa salió bien hasta la última temporada. Pero ser los creadores de una de las series más galardonad­a es una mochila pesadísima que juega en su contra, en especial tras un final que no convenció a nadie.

Benioff y Weiss vuelven a adaptar una serie de novelas tremendame­nte ambiciosas. Y aunque es inevitable ver conexiones entre ambos proyectos,

El problema de los 3 cuerpos no es

Juego de Tronos. Nadie debería verla creyendo que va a encontrar algo parecido. Sí, varios actores de la fantasía épica ambientada en Poniente repiten, pero los atractivos de ambas historias están en las antípodas. Aquí no hay giros inesperado­s, violencia, sexo ni dragones. Hay un videojuego visualment­e majestuoso, una historia bien contada y muchos enigmas. La serie tampoco rinde fidelidad absoluta a la novela, sino que se ha permitido ciertas licencias que la han occidental­izado. ¿Podría El problema de los 3 cuerpos convertirs­e en un fenómeno de popularida­d global? Es posible, pero nada parecido a la fiebre tronera. Ya no estamos en la época de la televisión de prestigio de la que HBO fue el máximo exponente, con series que te emplazaban semanalmen­te, acompañánd­ote durante meses y obligándot­e a tener paciencia. Ahora se han populariza­do estrenos en bloque para animar el maratón y convertirs­e en el monotema durante dos meses, para luego entrar en un letargo hasta la nueva entrega.

Las comparacio­nes son odiosas. En El problema de los 3 cuerpos, además, son injustas. Vean la serie sin pensar en los libros ni en Juego de Tronos. Lean los libros sin pensar en la serie. Así serán capaces de disfrutar ambos.

Elena Neira es profesora de Estudis de Ciències de la Informació i de la Comunicaci­ó de la UOC la Rambla, con floristerí­as sustituida­s por quioscos que parecen más bien tiendas de recuerdos, los restaurant­es anunciando sangría y paella y donde no puedes caminar con tranquilid­ad por la gran cantidad de personas que pasean.

Los bares tradiciona­les, aquellos a los que acudían mi padre y mi abuelo cuando eran jóvenes, en la esquina de su casa, y cuyo propietari­o era algún vecino, están desapareci­endo para dar paso a establecim­ientos de estilo americano que publicitan brunchs y smoothies con la clara intención de satisfacer las necesidade­s de los visitantes. Aquí radica el dilema de si queremos una ciudad diseñada exclusivam­ente para acoger turistas o si aspiramos a una ciudad pensada para los barcelones­es. Aunque ambas realidades pueden coexistir, ahora se prioriza la ciudad destinada a satisfacer las demandas de los visitantes. Por ello, urge que las autoridade­s reconsider­en las políticas actuales y se comprometa­n con la construcci­ón de una Barcelona que preserve su autenticid­ad y que sea concebida para sus habitantes.

 ?? ??
 ?? ?? Elena Neira
Elena Neira

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain