El Periódico - Castellano

‘90 minuti son molto longo’

El mejor partido que se puede ver en el nuevo siglo resultó ser un encuentro de locura. Como toca. Y esto aún no se ha terminado.

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Tú míralo por donde quieras. Tú ya puedes ser un enfermizo seguidor del Madrid, que un culé empedernid­o que solo sueñe con una derrota, con una eliminació­n, del conjunto merengue.

Tú míralo por cualquier lado, da igual si lo ves en vivo y en directo, si lo ves en diferido, si lo ves de día en Australia o de noche en Santes Creus. No importa ni la hora ni el lugar, ni si estás solo o acompañado.

Todos, absolutame­nte todos los equipos y ya no digamos clubs de Europa (y porque no pueden los del resto del mundo), lo único que quieren es ganar la Copa de Europa, la Champions. Pero resulta que esa competició­n, ese himno, ese trofeo, esa manera de competir tiene ya, desde siempre (y no porque la inventaran ellos), un dueño: el Real Madrid.

Llega la Champions, suena el himno, y ahí sale el Real Madrid. Y cualquier otro. Incluso poco importa que el ‘otro’ sea el mismísimo Manchester City, dicen, el mejor del mundo, dirigido por el mejor técnico del planeta Tierra.

Da igual. Se encienden las luces, cierran el techo, grita la gente, miles de ellos, salen los equipos, suena el himno, el estadio se incendia y empieza el espectácul­o del Real Madrid.

E importa bien poco, nada, que, en los dos primeros minutos comentan, con perdón, multitud de cagadas, de pifias, de tonterías, de sinsentido­s. Falta absurda de Tchouaméni, que luego sería el mejor del partido, tarjeta amarilla para el merengue, el bobo de Lunin no pone barrera, el despistado de Lunin se traga el gol en el palo que debería haber tapado con dos o tres defensas, 0-1 para el City y el Madrid empieza a jugar los cuartos con estos síntomas. Es decir, en la Luna, despistado, derrotado.

Pero, perdón, ¿de qué me están hablando ustedes? Es el Real Madrid, es el Bernabéu, ya lo dijo Juanito, en 1986, tras perder 2-0 en Milan ante el Inter, «90 minuti son molto longo» en el Bernabéu. Tan largos que, repito, el campeón de campeones (y que le duela a quien quiera, pero es así de duro, de evidente) tardó 12 minutos ¿se lo repito? ¡12 minutos! en remontarle el partido al City. Vale, de rebote los dos goles, lo que quieran, pero en 12 minutos, 2-1 para los blancos.

Pero es que este Real Madrid europeo, que se pasea por España, salvó anoche un partido (perdón, una eliminator­ia) que tenía perdida, totalmente perdida. Por eso dicen que los grandes equipos, los grandes campeones, cuando juegan bien, ganan y cuando juegan mal, empatan, importándo­les un pimiento la posesión: 38% a 62%.

Más muerto que vivo

El Real Madrid, aquel del anuncio del Mitsubishi Pajero en el que el pastor le pregunta al viajero desorienta­do ¿qué, el Real Madrid campeón de Europa, no?, estaba más muerto que vivo, estaba casi enterrado, frente a un City, que suma su partido nº 26 sin perder, pero que no pudo (supo) rematar a los blancos, entre otras cosas porque el magistral Kevin De Bruyne, su dios, se pasó la tarde del martes sentado en la taza del wáter del hotel madrileño donde se hospedaba el conjunto inglés.

PD. Por cierto, ¿me pueden contar, escribir, recitar, qué le han visto ustedes a ese Erling Haaland? Otro partido grande que se esconde, desapareci­do.

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Jose Breton / AP Guardiola celebra con Foden uno de los goles del City, ayer en el Bernabéu.
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Emilio Pérez de Rozas

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