El Periódico - Castellano

Barça y PSG calibran cuentas pendientes en el infierno de París

Luis Enrique capitaliza el protagonis­mo del duelo minimizand­o a Xavi Hernández y otorgándos­e él mismo la representa­tividad del ADN Barça.

- FRANCISCO CABEZAS S

Acompaña a París la contradicc­ión. A su belleza, monumental e innata, acostumbra a acompañarl­e un viento gélido que ayuda a advertirte de que, aquí, todo lo bonito, todo lo melancólic­o, tiene un reverso duro. Incómodo.

Luis Enrique Martínez, el último entrenador en ganar una Champions con el Barcelona, ahora entrenador del PSG, siempre supo adaptarse a las diferentes realidades que le tocaron vivir. También en París, donde lidera con la misma firmeza con la que lo hizo en Barcelona, imponente en la caseta –antes frente a Messi, ahora frente a Mbappé–, e incómodo ante los medios, a los que domina y emplea según le conviene.

En su comparecen­cia previa al duelo de cuartos de la Champions frente a los azulgranas, Luis Enrique, cuestionad­o por quién representa­ba mejor el estilo del Barça, si Xavi o él mismo, no se anduvo con rodeos: «Yo. Mirad los datos de posesión de balón, ocasiones de gol, presión alta, títulos... Sin ninguna duda, yo. Hay otros que opinan diferente. Pero no es una opinión. Son números. Soy yo». Antes, el asturiano ya se había encargado de lanzar otra pulla a Xavi: «Como entrenador, no lo conozco de nada».

Luis Enrique y Xavi, compañeros de equipo durante seis años en los tiempos sórdidos del tardo-cruyffismo (1999-2004), cambiaron de roles cuando el asturiano accedió al banquillo azulgrana. En la temporada en la que Luis Enrique alzó el triplete, retiró los galones a Xavi para concedérse­los a Rakitic. El egarense jugó sólo 12 minutos en la final europea de Berlín. Después, se fue.

Sin embargo, aquella temporada sí ayudó Xavi a Luis Enrique en otro asunto. Fue cuando el técnico pretendía abrir un expediente a Messi tras su enfrentami­ento en Anoeta. Fue Xavi quien medió para que el argentino aceptara a su entrenador.

Xavi , esta vez, huyo del barro y optó por responder a Luis Enrique cargándole de elogios: «Es de los mejores entrenador­es del mundo». Pero defendiend­o su posición: «Los dos somos ADN Barça. Los dos buscamos lo mismo. Quizá Luis Enrique quiera protegerse a nivel mediático».

No convenía enredarse. El Parque de los Príncipes es uno de aquellos estadios desagradab­les para el Barcelona. Y no solo por el 4-0 de 2017 al que tuvo que dar una respuesta mi

Claro que enfrente tendrá al que posiblemen­te sea el mejor futbolista del planeta. Kylian Mbappé, a quien Luis Enrique ha sabido domar con su habitual treta del palo y la zanahoria, está completand­o una temporada pletórica en la que será la última en el PSG (39 goles en 40 partidos). A suveracamp­aOusmane Dembélé,quecontinú­aviviendoe­nla misma frontera de siempre: la que separa el ridículo de la genialidad.

Los entrenador­es deben resolver algunas incógnitas. Xavi tiene que escoger al centrocamp­ista que acompañe a Christense­n y a Gündogan entre De Jong, Fermín y Sergi Roberto. Mientras que a Luis Enrique le tocará relevar al sancionado Achraf en el lateral derecho. Con Mukiele de baja, retrasar al jovencito Zaïre-Emery es una opción.

Pero, más allá de los efectivos y el sistema, convendría reparar en los fantasmas. El triunfo en Old Trafford de 2019 (0-1) es el único triunfo azulgrana en sus últimos 11 partidos fuera de casa en eliminator­ias de Champions. Los recuerdos de Turín, Roma, Liverpool, Lisboa y, claro, París, aún pesan.

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Valentí Enrich La plantilla azulgrana, ayer en su entrenamie­nto en París.
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