Claroscuros
A veces, pocas, la actualidad no solo trae malas noticias. El Congreso ha admitido a trámite la Iniciativa Legislativa Popular para una regularización masiva de trabajadores llegados de otros países que están encallados en el laberinto que se forma entre los permisos de residencia y de trabajo. Estuvieron de acuerdo en tramitarla todos los grupos excepto Vox. Seguramente no habrá el mismo grado de acuerdo cuando se trate de aprobar el texto y de transaccionar enmiendas. Pero intuyo que si los partidos han dado el visto bueno debe de haber sido por la presión de los alcaldes, que son los que viven en la trinchera donde los populismos de uno u otro signo (del papeles para todos a las expulsiones en caliente) acaban hechos añicos por la cruda realidad. Con pocas horas de diferencia, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha establecido que la inacción contra el cambio climático supone una vulneración de los derechos humanos. Es una de las mejores noticias para erradicar el negacionismo y también una responsabilidad para quienes están comprometidos con este propósito y que no pretenden utilizar este asunto para cargarse la economía social de mercado.
No todo son buenas noticias. El pedrismo sigue cayendo en el populismo en el tema de la vivienda. Demostrada la ineficiencia de los límites de precios en las zonas tensionadas, ahora la demagogia se hace con las llamadas golden visa que se aprobaron en su momento para ayudar a salir de la crisis de la deuda mejorando la balanza de pagos y a las que ahora se las hace responsables de los precios que no pueden pagar los asalariados medios. No soluciona nada, pero queda bien. Algo parecido le pasa al gobierno de Esquerra, que a pesar de su claro compromiso contra el cambio climático aprobará el martes una ley de residuos que no se va a poder tramitar de ninguna de las maneras. No es más que otro manifiesto electoral que no ayuda a la causa de la sostenibilidad. Dos de cal y dos de arena. La política no es tan distinta a la vida. ■