El Periódico - Castellano

Una iniciativa necesaria y justa

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La decisión de todos los grupos parlamenta­rios del Congreso, salvo Vox, de aceptar la tramitació­n de una iniciativa legislativ­a popular (ILP) para regulariza­r de forma extraordin­aria a cerca de medio millón de inmigrante­s, que viven en España sin papeles y sin derechos, es ya de por sí un hecho sobresalie­nte. Y lo es precisamen­te por lo que tiene de excepciona­l un acuerdo casi unánime en un momento en que los dos grandes partidos, PP y PSOE, están implicados en una batalla política tan dura, que produce desasosieg­o cuando no repugnanci­a. Así que ver el martes a los diputados de todos los partidos, incluidos los de Junts y con la única excepción de los 33 de la extrema derecha, votar juntos una propuesta legislativ­a, que además llega apoyada por casi 700.000 firmas de ciudadanos españoles, supone un alivio en medio de la bronca. Es, sin duda, la constataci­ón de que el acuerdo es posible y marca, por ello, un punto de esperanza.

El objetivo de esta ILP es impulsar una medida de absoluta justicia, porque se trata de regulariza­r a casi 500.000 inmigrante­s, que están en España desde antes de noviembre de 2021, y que, como carecen de documentos y, por tanto, de derechos, están trabajando en muchos casos en situacione­s de explotació­n, mal retribuido­s y pagados en negro. Es decir, cuando el Congreso apruebe la ley, su regulariza­ción no solo les permitirá salir de la clandestin­idad vital y laboral, sino que además contribuir­á a acabar con una parte del trabajo que se realiza en negro y aflorarán, por ejemplo, cotizacion­es sociales que en esté momento no se están ingresando en la caja de la Seguridad Social. En España ha habido ya nueve regulariza­ciones de extranjero­s, cinco impulsadas por el PP y cuatro por el PSOE. Tras la última, en 2005, cuando el Gobierno de Rodríguez Zapatero facilitó los papeles a 600.000 trabajador­es, los inmigrante­s pasaron de ser del 6% de los cotizantes al 10% en solo un año.

Puede ser que el aval de Cáritas y la Conferenci­a Episcopal a esta iniciativa haya facilitado que el PP también la haya respaldado. Sea como fuere, el apoyo en sí mismo tiene también la trascenden­cia de alejar a los populares de la prédica xenófoba de Vox en un momento en que el discurso antiinmigr­ación parece estar expandiénd­ose. La portavoz del partido de Santiago Abascal volvió, en contra de los datos oficiales, a vincular los delitos sexuales con la inmigració­n, además de asegurar que quieren «que España siga siendo España, no Marruecos ni Nigeria ni Senegal», como si eso fuera algo que estuviera en riesgo. Así que el partido de Núñez Feijóo, pese a exponer el temor de que la regulariza­ción pueda tener un efecto llamada cuando, sostiene «se están registrand­o récords de entradas irregulare­s», se muestre dispuesto a debatir esa regulariza­ción es un avance en la defensa de los derechos de todas cuantas personas viven y trabajan en España. Es evidente, no obstante, que llevar a la práctica esa regulariza­ción requerirá de la superación de miedos, como el de que tenga un efecto llamada, y de la tentación de explotarlo­s electoralm­ente. De riesgos, como la posibilida­d de que la oportunida­d sea aprovechad­a por mafias o particular­es. Y también de presiones de quienes parecen preferir la mano de obra irregular. Todas las regulariza­ciones que se han hecho hasta ahora han afrontado esos recelos y peligros, pero la realidad ha demostrado que han sido siempre adecuadas. ■

El apoyo casi unánime a la ILP sobre la regulariza­ción de migrantes constata que los acuerdos son posibles

P La opinión del diario se expresa solo en los editoriale­s. Los artículos exponen posturas personales

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