«Hay que afrontar estas violencias como un estado de alarma»
El teléfono de esta psicóloga forense de origen argentino últimamente no para de sonar dadas las escalofriantes cifras de asesinatos que llevamos. Ella fue quien acuñó el término «violencia vicaria» y es una experta en este tipo de agresiones, por lo que son muchos los que estos días recurren a su experiencia para hacer un diagnóstico y buscar soluciones. — Siete pequeños fallecidos en cuatro meses. ¿Qué está pasando?
— No creo que haya un solo motivo al que podamos atribuir este recrudecimiento de la violencia contra las mujeres y sus hijos e hijas. Pero sí creo que no le hemos dado la importancia radical que tiene. Es hora de empezar a pensar en términos de estado de alarma y tratar y abordar el problema como terrorismo machista, porque es una forma de terrorismo que asesina a mujeres por el hecho de serlo, y a sus hijas e hijos. Esto se ha visto favorecido porque han surgido voces negacionistas legitimadas en puestos de poder y decisión. No entiendo que en España, que hace años que está trabajando arduamente en la lucha contra la violencia machista y tiene un corpus jurídico modélico, estas cosas sigan sucediendo.
— El caso de El Prat, el asesino mató a sus hijos junto a la madre. No sería estrictamente un caso de violencia vicaria, ¿no?
— No, porque la violencia vicaria es la que el maltratador ejerce sobre los hijos para ir contra la madre. En este caso los ha matado a todos: se trata de un asesino machista que se cree dueño de su familia y de su prole y dispone de la vida de todos.
— La violencia vicaria más extrema es cuando se asesina a los niños para herir a la madre, pero ¿qué otras formas hay?
— Efectivamente, es cuando se les asesina o se les hace desaparecer, pero hay formas cotidianas de violencia vicaria que pasan por usar a los hijos e hijas para dañar a la madre. Puede ser hablándoles mal de la madre, contándoles relatos absurdos que los niños no pueden comprobar como que la madre no quería que ellos nacieran o no quiso darles de mamar, y muchísimos otros inventos con los que intentan poner al niño o niña en contra de la madre. También puede maltratarlos, agresiones que perpetran para que la madre lo sepa. Como romperles la ropa cuando están a su cargo, que regresen descalzos en pleno invierno o abrigados en pleno verano, interrumpir tratamientos médicos y cientos de modalidades más. Inclusive impedirle a la madre que se comunique con ellos y mandarle fotos o noticias de otros asesinatos.
— ¿Qué medidas se han implantado ya en España para proteger a los menores de la violencia de género?
— En España se han introducido muchísimas medidas, tiene un corpus legislativo muy bueno. Por ejemplo, la ley de protección a la infancia suspende las visitas y la custodia de los padres denunciados por violencia de género. Lo que pasa es que el imaginario colectivo de quienes tienen que aplicar estas leyes continúa siendo patriarcal. Y vemos que se resisten a quitar custodias o impedir visitas a estos individuos, alegando que son sus padres. Aquí es donde lamentablemente todo el sistema hace agua. Un individuo violento no es un padre. Un padre es otra cosa. Un individuo violento va a utilizar a sus hijos como un objeto, los va a dañar y no es bueno para ninguna criatura crecer al lado de un tipo violento que insulta, maltrata, pega, amenaza de muerte.
— Entonces el problema no es el corpus legal, sino su aplicación.
— Efectivamente. Se debería cumplir al pie de la letra la ley con una mentalidad que no defienda a un patriarca como estos y que entienda de una vez por todas que un maltratador no es un padre. Si no se modifica este imaginario, vamos a tener que seguir viendo cómo se siguen asesinando a criaturas. Está en las manos de todo el sistema y de las instituciones impedirlo. Lo estamos diciendo los expertos hace muchísimo tiempo, pero se insiste en que no se puede dejar a un niño sin padre y hay que entender que un padre es otra cosa.
— Y en el resto de instituciones, ¿también se trabaja con esa mentalidad patriarcal?
— En la justicia hay gente trabajando, de verdad, con perspectiva de género, mirando firmemente por los niños, pero todavía son la excepción y no la regla. Y lo mismo sucede en otras instituciones que tienen a su cargo ayudar a las mujeres o a sus hijos, como pueden ser los puntos de encuentro o los servicios sociales.
— ¿Qué rasgos tienen los que ejercen violencia sobre sus hijos?
— Son hijos sanos del patriarcado, lisa y llanamente machistas acérrimos, que no admiten perder el control y el poder sobre una familia que consideran de su propiedad. Al mejor estilo del pater familias del derecho romano, él es el que decide quién vive y quién muere.
«El imaginario colectivo de quienes tienen que aplicar las leyes continúa siendo patriarcal»