El Periódico - Castellano

«Hay que afrontar estas violencias como un estado de alarma»

- PATRICIA MARTÍN

El teléfono de esta psicóloga forense de origen argentino últimament­e no para de sonar dadas las escalofria­ntes cifras de asesinatos que llevamos. Ella fue quien acuñó el término «violencia vicaria» y es una experta en este tipo de agresiones, por lo que son muchos los que estos días recurren a su experienci­a para hacer un diagnóstic­o y buscar soluciones. — Siete pequeños fallecidos en cuatro meses. ¿Qué está pasando?

— No creo que haya un solo motivo al que podamos atribuir este recrudecim­iento de la violencia contra las mujeres y sus hijos e hijas. Pero sí creo que no le hemos dado la importanci­a radical que tiene. Es hora de empezar a pensar en términos de estado de alarma y tratar y abordar el problema como terrorismo machista, porque es una forma de terrorismo que asesina a mujeres por el hecho de serlo, y a sus hijas e hijos. Esto se ha visto favorecido porque han surgido voces negacionis­tas legitimada­s en puestos de poder y decisión. No entiendo que en España, que hace años que está trabajando arduamente en la lucha contra la violencia machista y tiene un corpus jurídico modélico, estas cosas sigan sucediendo.

— El caso de El Prat, el asesino mató a sus hijos junto a la madre. No sería estrictame­nte un caso de violencia vicaria, ¿no?

— No, porque la violencia vicaria es la que el maltratado­r ejerce sobre los hijos para ir contra la madre. En este caso los ha matado a todos: se trata de un asesino machista que se cree dueño de su familia y de su prole y dispone de la vida de todos.

— La violencia vicaria más extrema es cuando se asesina a los niños para herir a la madre, pero ¿qué otras formas hay?

— Efectivame­nte, es cuando se les asesina o se les hace desaparece­r, pero hay formas cotidianas de violencia vicaria que pasan por usar a los hijos e hijas para dañar a la madre. Puede ser hablándole­s mal de la madre, contándole­s relatos absurdos que los niños no pueden comprobar como que la madre no quería que ellos nacieran o no quiso darles de mamar, y muchísimos otros inventos con los que intentan poner al niño o niña en contra de la madre. También puede maltratarl­os, agresiones que perpetran para que la madre lo sepa. Como romperles la ropa cuando están a su cargo, que regresen descalzos en pleno invierno o abrigados en pleno verano, interrumpi­r tratamient­os médicos y cientos de modalidade­s más. Inclusive impedirle a la madre que se comunique con ellos y mandarle fotos o noticias de otros asesinatos.

— ¿Qué medidas se han implantado ya en España para proteger a los menores de la violencia de género?

— En España se han introducid­o muchísimas medidas, tiene un corpus legislativ­o muy bueno. Por ejemplo, la ley de protección a la infancia suspende las visitas y la custodia de los padres denunciado­s por violencia de género. Lo que pasa es que el imaginario colectivo de quienes tienen que aplicar estas leyes continúa siendo patriarcal. Y vemos que se resisten a quitar custodias o impedir visitas a estos individuos, alegando que son sus padres. Aquí es donde lamentable­mente todo el sistema hace agua. Un individuo violento no es un padre. Un padre es otra cosa. Un individuo violento va a utilizar a sus hijos como un objeto, los va a dañar y no es bueno para ninguna criatura crecer al lado de un tipo violento que insulta, maltrata, pega, amenaza de muerte.

— Entonces el problema no es el corpus legal, sino su aplicación.

— Efectivame­nte. Se debería cumplir al pie de la letra la ley con una mentalidad que no defienda a un patriarca como estos y que entienda de una vez por todas que un maltratado­r no es un padre. Si no se modifica este imaginario, vamos a tener que seguir viendo cómo se siguen asesinando a criaturas. Está en las manos de todo el sistema y de las institucio­nes impedirlo. Lo estamos diciendo los expertos hace muchísimo tiempo, pero se insiste en que no se puede dejar a un niño sin padre y hay que entender que un padre es otra cosa.

— Y en el resto de institucio­nes, ¿también se trabaja con esa mentalidad patriarcal?

— En la justicia hay gente trabajando, de verdad, con perspectiv­a de género, mirando firmemente por los niños, pero todavía son la excepción y no la regla. Y lo mismo sucede en otras institucio­nes que tienen a su cargo ayudar a las mujeres o a sus hijos, como pueden ser los puntos de encuentro o los servicios sociales.

— ¿Qué rasgos tienen los que ejercen violencia sobre sus hijos?

— Son hijos sanos del patriarcad­o, lisa y llanamente machistas acérrimos, que no admiten perder el control y el poder sobre una familia que consideran de su propiedad. Al mejor estilo del pater familias del derecho romano, él es el que decide quién vive y quién muere.

«El imaginario colectivo de quienes tienen que aplicar las leyes continúa siendo patriarcal»

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La psicóloga forense Sonia Vaccaro.

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