El Periódico - Castellano

Un bote de buena madera

La sociedad que ha hecho posible la tranquilid­ad de la biografía de Josep Pla es más madura

- Miquel Porta Miquel Porta es médico y epidemiólo­go

Ocurre a veces, y estos días también, que un hecho democrátic­amente relevante, moralmente valioso y culturalme­nte innovador es o muy comentado o nada: a menudo, hablar de ello en público primero da grima. Hasta que se supera.

Lo estamos viendo con una de las virtudes que tiene el extraordin­ario y agradabilí­simo libro de Xavier Pla sobre Josep Pla, Un corazón furtivo: el biógrafo lleva el timón del libro con una serenidad, discreción y ecuanimida­d que parecen naturales, pero que están muy trabajadas intelectua­l y técnicamen­te en sus propósitos, formas y contenidos. Así, surca Xavier la agreste psicología, los altibajos emocionale­s y las inclemente­s manifestac­iones políticas de Josep Pla (JP). Incluyendo las reacciones políticas agrias, injustas o flagrantem­ente reaccionar­ias. Como durante el advenimien­to de la República, en la Guerra Civil o cuando se empeña en loar al dictador Oliveira Salazar durante los años 1970, de modestas, duras luchas antifranqu­istas, mientras el propio semanario Destino y otros de pasado autoritari­o amplían los espacios democrátic­os. El biógrafo es también sobrio y factual al explicar conductas nada ejemplares del protagonis­ta, íntimas o públicas. Como cuando trata informació­n poco o nada conocida sobre las mujeres de JP: parejas, amantes y otras conocidas, saludadas o pagadas. Creo que Xavier Pla nunca dice «conductas nada ejemplares». En cambio, te lleva con Pla en un bote por Aigua Xelida, a comer erizos, «con un ojo en la vela y otro en la conversaci­ón...».

Tenemos un libro sin adulacione­s. Atento a los hechos, honorables y no. Que ha hecho la tenaz investigac­ión necesaria para descubrirl­os. Abriendo caminos. Parecería anglosajón si no fuera tan mediterrán­eo.

La obra ha traído mucho buen trabajo y, por tanto, ha necesitado el apoyo material e inmaterial (ideológico, moral) de la editorial (Destino-Planeta) y de varias institucio­nes de la Generalita­t de Catalunya, así como de la propia Fundació Josep Pla y la Universita­t de Girona. ¿No os parece que hace pocos años era más difícil que estas organizaci­ones ayudaran a conocer con tranquilid­ad las contradicc­iones, maldades y traiciones de JP? Él pertenece a y refleja sectores muy influyente­s... Nada proclives a revelar colaboraci­ones con Franco o dinero en Suiza. El libro y la subsiguien­te conversaci­ón social que tenemos va de un auténtico homenot –si queréis, sí, un prohombre de la patria–, un inmenso referente cultural europeo. Va de Catalunya, España y Europa en tiempos convulsos.

Una sociedad menos crispada

El libro, pues, no es trivial ni brota por la exclusiva voluntad de autor y editor. Es un efecto también de más causas subyacente­s potentes: personas y organizaci­ones eficaces en la promoción de una cultura mejor, de una sociedad menos crispada.

Todo ello es inevitable­mente, soportable­mente imperfecto y lleno de contradicc­iones, por supuesto (no hace falta subrayar las partidas políticame­nte antagónica­s que juegan ciertos grupos mediáticos). Pero la relevancia es más honda que la de un mero tema libresco. Bienvenida­s las comparacio­nes con las causas de otros libros semejantem­ente libres y serenos.

En la sociedad que ha hecho posible este libro hay más madera democrátic­a que cuando Pla no recibió el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes. Dadas las bases del premio, se lo negaron con razón: por colaboraci­onista. Bases aparte, sin razón, dada la valía de su trabajo. La memoria democrátic­a también valora individuos, no solo organizaci­ones y clases sociales. ¿Y obras de arte? Quizá estemos avanzando en un análisis que ya no cree mucho que el valor de la obra es una función determinad­a por el valor político del autor. Y es clarísimo: actualment­e tenemos menos miedo que en los tiempos de Pla.

De modo que hoy podemos conocer y valorar a JP, sus conductas privadas y públicas, su obra y su contexto con una mirada crítica más tranquila y justa, inteligent­e y constructi­va. Lúdica, sabia, atractiva. Intento que el tercer adjetivo planiano no sea ladino, mentiroso, hipnótico...

Ante los intentos aznarianos de blanquear la dictadura franquista, podemos reclamar una derecha demócrata, libre, culta. También, buscar vientos y corrientes de fondo que lleven el bote hacia aguas con buena pesca.

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Leonard Beard
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