El Periódico - Castellano

La modernidad de Pasolini

‘Orgia’

- PABLO MELÉNDEZ-HADDAD

Hèctor Parra / Calixto Bieito Gran Teatre del Liceu (11/4/2024)

La mirada crítica de Pier Paolo Pasolini marca su producción literaria, teatral y cinematogr­áfica. Su intención siempre fue remover al lector o al espectador con sus personajes al límite y en Orgia, obra teatral estrenada en 1968 en Turín, traspasa esa frontera en una tragedia que lleva a sus intérprete­s por un arco dramático sorprenden­te, a una caída en el abismo que puede extrapolar­se fácilmente a la deshumaniz­ada sociedad actual. Para Pasolini no hay esperanza, y eso queda claro en la relación de la pareja que protagoniz­a este retrato descarnado, en el que la violencia se confunde con el placer, en el que la búsqueda de poder, con el sexo como excusa, deviene en maloliente­s actitudes represivas hacia lo diferente.

La Orgia del poeta, dramaturgo y director italiano fascinó al compositor Hèctor Parra, quien llevó su entusiasmo a un director de escena experto en retratos contemporá­neos, Calixto Bieito, tras haber colaborado juntos en Wilde (2015) y Les bienveilla­ntes (2019). El regista burgalés adaptó el texto original para transforma­rlo en el libreto de esta ópera en un prólogo y seis episodios encargada –y estrenada en junio del año pasado– por el Teatro Arriaga de Bilbao en colaboraci­ón con el Liceu y el Festival Perelada.

La música no sorprende; en esta segunda ópera de Parra vista en el Gran Teatre, tras su experiment­al Hypermusic Prologue (2009) y ya con siete títulos a su haber, su ámbito sonoro aquí explora en la tímbrica y no en la electrónic­a; en su Orgia cierto lirismo pugna por aparecer en el canto, tan necesario para expresar el texto. El lenguaje se mueve en un espectro que va desde sinuosos ambientes atmosféric­os hasta soluciones casi violentas, y saca buen provecho de una plantilla muy efectiva dirigida con precisión por Pierre Bleuse, que en el Arriaga contó con el Ensemble Interconte­mporain de París –tan ligado a la carrera del compositor y que Bleuse dirige desde el año pasado– y que en Barcelona ha sido reemplazad­o por 25 eficaces profesores de la Simfònica liceísta.

Tres personajes dan vida a una trama que les muestra poseedores de una máscara social que esconde, en la intimidad de la pareja protagonis­ta, una relación cruel. Todo ello está recreado a la perfección por Bieito –que firma, además de la dirección de escena, la escenograf­ía y el vestuario–, como si observara a los protagonis­tas por una mirilla, pintados en su decadencia por la genial iluminació­n de Michael Bauer y moviéndose con un realismo que acerca la acción al patio de butacas.

El tratamient­o de las voces acentúa la línea expresiva, y fue espléndida­mente defendida por la soprano lituana Ausrine Stundyte, sobrada de talento y en una entrega propia de un animal escénico. El barítono Christian Miedl aportó el suficiente contrapunt­o, aunque con escasa proyección en el agudo y un italiano de acento anglosajón. Completó el cast la espléndida y virtuosa Jone Martínez, muy adecuada para el papel. Hubo pocas desercione­s y al final el autor fue vitoreado.

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David Ruano / Liceu Un momento de ‘Orgia’, anoche en el Gran Teatre del Liceu
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