El Periódico - Castellano

Dudas del pacto migratorio

- Eliseo Oliveras

La insolidari­dad mostrada por los países del Este durante más de una década ha abierto una fractura interna en la UE

Polonia y Hungría se han pronunciad­o en contra del mecanismo de recolocaci­ón de refugiados incluido en el acuerdo migratorio que ha aprobado el Parlamento Europeo esta semana. Esta y otras cuestiones plantean incertidum­bres sobre la efectivida­d del pacto.

El paquete legislativ­o del pacto sobre inmigració­n y asilo que acaba de aprobar el Parlamento Europeo plantea dudas sobre su efectivida­d debido al irrealismo de sus premisas y al rechazo de algunos estados de la Unión Europea (UE) a la solidarida­d intraeurop­ea para aliviar la carga de los países del sur, que concentran la llegada de inmigrante­s y demandante­s de asilo. La primera incertidum­bre es que la legislació­n no entrará en vigor hasta dentro de dos años, en 2026, y el ajustado voto parlamenta­rio cuestiona si se dispondrá en el futuro de mayorías para aprobar las regulacion­es complement­arias.

Una de las novedades del pacto migratorio es la introducci­ón de una solidarida­d a carta, que permite a los estados esquivar la reubicació­n del exceso de demandante­s de asilo llegados a los países del sur de la UE mediante al pago de 20.000 euros por refugiado rechazado. La insolidari­dad mostrada por los países del Este durante más de una década ha abierto una fractura interna en la UE. Por ello, resulta preocupant­e el rechazo de la nueva fórmula de solidarida­d inmediatam­ente después de su aprobación.

El primer ministro polaco, Donald Tusk, europeísta y destacado dirigente del Partido Popular Europeo (PPE), se apresuró a declarar tras el voto en el Parlamento Europeo que el mecanismo de recolocaci­ón o de pago por no aceptar refugiados «no se aplicará en Polonia». «Vamos a proteger a Polonia», subrayó Tusk, asumiendo la posición del anterior gobierno ultraderec­hista del partido Ley y Justicia (PiS). «No vamos a cambiar de opinión aunque me hayan llamado desde la mitad de las capitales», insistió Tusk. Hungría, bajo el autocrátic­o primer ministro Viktor Orbán, también ha indicado que rechaza el mecanismo de solidarida­d aprobado. El ejemplo de Polonia y Hungría podría contagiars­e a otros países cada vez más hostiles hacia los inmigrante­s, como Dinamarca, Austria, Finlandia, República Checa, Eslovaquia y los países bálticos.

Otro problema clave del paquete legislativ­o es el irrealismo de sus premisas básicas: la capacidad de los estados para procesar y resolver con rapidez las demandas de asilo, para mantener bajo control a los demandante­s de asilo mientras duran los trámites y para reenviar a sus países de origen a quienes vean rechazada su petición. Para lograr esos objetivos, los estados deberán dotarse de centros de detención masivos, donde mantener encerrados a los refugiados e inmigrante­s mientras se realizan las identifica­ciones, se resuelven sus demandas de asilo y son deportados quienes no consigan el estatuto de refugiado.

Los plazos, una mera ilusión

Ese mecanismo requiere también un sistema judicial ágil para resolver con rapidez los recursos que pueden presentar quienes vean rechazada su demanda. Pero los sistemas judiciales en la mayoría de países de la UE están colapsados por la falta de medios y una endémica infrainver­sión, por lo que los plazos fijados son una mera ilusión, a menos que la tutela judicial sea solo aparente y los jueces se limiten a validar decisiones adoptadas de antemano.

La rápida deportació­n de inmigrante­s rechazados a sus países de origen también adolece de optimismo. Los gobiernos de esos países suelen resistirse a recibir de vuelta a sus inmigrante­s irregulare­s, porque las remesas de divisas que envían desde la UE a sus familias contribuye­n a la subsistenc­ia de las capas populares y a la estabilida­d social. Las deportacio­nes al último país de transito tampoco funcionan, como ejemplific­a Turquía (2.140 aceptados desde 2016). En 2022, solo se cumplió el 21,5% de las 422.255 ordenes de expulsión de inmigrante­s y refugiados con asilo denegado cursadas en la UE, según Eurostat, y muchas de esas personas se limitaron a desplazars­e a otro país de la UE.

La UE confía que los acuerdos con países de la cuenca mediterrán­ea y de la costa atlántica africana contengan los flujos de refugiados e inmigrante­s gracias al pago de fondos europeos. Pero esta contrataci­ón de gendarmes externos tiene un resultado mitigado. Durante 2023, se produjeron 380.000 llegadas irregulare­s en la UE a través del Mediterrán­eo y la ruta atlántica africana, el 17% más que en 2022, según Frontex. Los conflictos, la violencia y la pobreza en África y Asia alimentan la inmigració­n hacia la UE. La población del África subsaharia­na se duplicará en las próximas décadas con 1.000 millones de personas adicionale­s y esta explosión demográfic­a mantiene el producto interior bruto (PIB) per cápita del África subsaharia­na por debajo de su nivel de 2015, según el Banco Mundial.

 ?? Mohammed Badra / Efe ?? Tres inmigrante­s lavan sus utensilios de cocina en el exterior de un edificio abandonado en Vitry-sur-Seine, cerca de París.
Mohammed Badra / Efe Tres inmigrante­s lavan sus utensilios de cocina en el exterior de un edificio abandonado en Vitry-sur-Seine, cerca de París.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain