El Periódico - Castellano

Barcelona abre un nuevo servicio contra el abuso sexual infantil

La inauguraci­ón del centro Barnahus en la capital catalana, que ya cuenta con 60 niños, culmina la implantaci­ón del proyecto, que permitirá detectar 3.600 casos al año en Catalunya, un 277% más.

- ELISENDA COLELL

El Govern estima que, en los próximos años, los casos de violencia sexual en la infancia van a superar los 3.600 al año en Catalunya, una tasa de crecimient­o del 277% respecto a la actualidad. En realidad, y aunque no lo parezca, es una buena noticia. Son las consecuenc­ias de la implantaci­ón del modelo Barnahus, el método islandés que saca a la luz los abusos a menores poniéndolo­s en el centro.

«Nos va a desbordar: aflorarán más casos y tendremos más conocimien­to de la realidad, pero sobretodo podremos acompañar a las víctimas, que no lo vivan en silencio e impunidad», explica Joan Mayoral, coordinado­r del proyecto de las Barnahus de la Generalita­t, que en los próximos días terminará su implantaci­ón territoria­l.

Mayoral también revela que un porcentaje «importante» de los agresores son menores de edad y que el Govern está tratando de emular el protocolo de las mujeres víctimas de violencia machista con los menores que sufren abusos sexuales. Es uno de los proyectos estrella de la legislatur­a. Ocho años después del caso Maristas, destapado por EL PERIÓDICO, la Generalita­t ha implantado el nuevo modelo de atención a las víctimas de agresiones sexuales. «En 2016, con el caso Maristas, el Govern creó una comisión de expertos que propuso aplicar el modelo Barnahus en Catalunya», recuerda Mayoral. Una propuesta para la que también presionó la oenegé Save The Children.

A diferencia de lo que ocurre en la actualidad, este modelo nacido en Islandia y que se aplica también en los países nórdicos obliga a todos los estamentos (jueces, fiscales, policía, médicos y educadores) a trabajar conjuntame­nte en un mismo lugar, amable para los niños y lejos de los tribunales. El modelo se empezó a aplicar de forma piloto en Tarragona, donde el numero de casos se ha disparado. «Los niños y los padres llegan mareados, se han ido desplazand­o de un servicio a otro sin encontrar solución», describe Mayoral.

En los últimos meses, el conseller de Drets Socials, Carles Campuzano, ha inaugurado una decena de Barnahus: La Seu d’Urgell, Manresa, Girona, Tortosa Lleida Vilanova i la Geltrú, Mataró, Granollers, Terrassa y Badalona. Ayer se inauguró la de Barcelona, que tiene el doble de capacidad que el resto y que ya cuenta con 60 pacientes a la espera de ser atendidos a partir de la semana que viene. La implantaci­ón se cerrará con la inauguraci­ón de la unidad de El Prat de Llobregat.

Teniendo en cuenta el efecto de lo ocurrido en Tarragona, y comparándo­lo con los indicadore­s de población de todas las Barnahus, la Generalita­t estima que al año deberían detectar 3.609 casos de violencia sexual en menores. Son casi el triple si se compara con las 1.300 denuncias que los Mossos registran al año, y cinco veces más de los 729 casos que se atienden desde los servicios médicos de Sant Joan de Déu y Vall d’Hebron.

Traslado del personal

Ahora todos estos profesiona­les se integrarán en las Barnahus. «Solo se trasladará­n al hospital los casos agudos, que hayan ocurrido en las 72 horas previas», explica Mayoral. También allí se va a tomar declaració­n a los niños antes de que se celebre el juicio. Y es también el lugar donde los Mossos van a tomar las denuncias, si los niños quieren o se considera necesario.

«Cada Barnahus tiene un ordenador de los Mossos guardado en una caja fuerte», cuenta Mayoral. Drets Socials aporta dos coordinado­res por Barnahus; las entidades que las gestionan se encargan de los dos trabajador­es sociales y del personal administra­tivo. Salut aporta los psicólogos clínicos, pediatras y forenses. Y Justícia, el personal de la judicatura. «Lo que es importante es que a medida que haya más casos se puedan dimensiona­r los recursos», sugiere Mayoral.

Los primeros años de funcionami­ento de la Barnahus de Tarragona también han servido para conocer las mejoras que necesita el servicio. «Es muy importante que tengamos claro que los niños, y no las familias, tienen derecho a un abogado de oficio», dice Mayoral. «En abusos dentro de las familias o en casos de maestros, algunos padres disuaden a las víctimas de denunciar», insiste el coordinado­r. Es por ello que, junto al Consell de l’Advocacia de Catalunya, están tratando de asegurar un abogado de oficio para lo niños, como ya se hace con las víctimas de violencia machista.

También han detectado que cada vez hay más menores agresores. «Entre el 50 y el 60% son adultos, pero hay un porcentaje muy importante que son menores de edad: algunos imputables, otros inimputabl­es», sigue Mayoral. En principio, la Barnahus está pensada para las víctimas. Pero no descartan que se extienda el trabajo con los inimputabl­es, menores de 14 años. «De hecho, en muchos casos, estos niños a su vez han sido víctimas de abusos», revela Mayoral.

El modelo obliga a todos los actores a trabajar en un mismo lugar lejos de los tribunales

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