El Grand National pierde espectacularidad
La carrera de caballos celebra hoy en Aintree su 176ª edición convertida en una prueba irreconocible, menos peligrosa y espectacular. La organización ha cedido al activismo animalista para evitar su desaparición.
No se trata de desmerecer a esta gran competición. Pero que se sepa: del mítico Grand National, la carrera hípica de obstáculos que desde el siglo XIX se disputa en Liverpool y que siempre ha cautivado al público por su dramatismo y espectacularidad, lo poco que queda son sus fabulosas historias, los ganadores impredecibles y las millonarias apuestas. El resto, como sucederá hoy en su 176ª edición en el Hipódromo de Aintree (17.00 horas), encarna una prueba anémica, sin el esplendor de antaño y que está perdiendo sus señas de identidad.
Los tiempos han cambiado para el Grand National. Y mucho. Hasta el punto de que es difícil reconocer a esta épica carrera. Desde hace algo más de una década, la más desafiante y trágica de las pruebas hípicas que se disputan en el planeta está en el punto de mira de la opinión pública, especialmente de las asociaciones proteccionistas de animales. Una presión que ha obligado a que los organizadores ingleses estén introduciendo modificaciones constantemente para apaciguar las quejas y asegurar el futuro de la carrera.
Este restyling de la competición de los 30 obstáculos y 7.200 metros busca evitar su peligrosidad y reducir el número de accidentes mortales, con un total de 16 purasangres fallecidos en este siglo. Por eso, en las últimas ediciones, se ha ido rebajando la altura de los obstáculos, se han sustituido en las vallas sus estructuras de madera por materiales plásticos muy franqueables y se ha exigido a los caballos tener una edad de más de siete años y un buen palmarés deportivo. «No escatimamos esfuerzos para proporcionar los mejores niveles de bienestar. Son decisiones consensuadas con participantes y otras partes interesadas», explica Sulekha Varma, directora de carreras de Aintree.
Ella fue una de las que tuvo que actuar con celeridad el pasado año ante la posible suspensión de la carrera cuando una oenegé animalista invadió la pista y provocó con sus protestas un retraso de 15 minutos en la salida. Además de este incidente, desafortunadamente un caballo murió al caer en la primera valla ante la mirada por televisión de unos 500 millones de espectadores de todo el mundo que llegaron a apostar hasta 350 millones de euros.
Los organizadores han aumentado la seguridad para que hoy no se repitan las protestas. Este año se ha reducido el número de corredores de 40 a 34 para evitar caídas, se regará la pista si el terreno está muy seco y se adelanta el horario de la prueba para que los caballos no se estresen durante la espera.
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