El Periódico - Castellano

Pla, un personaje aún con sorpresas

- ERNEST ALÓS

Las chaquetas (y abrigos, y corbatas, y sombreros) prestadas ocultaban bajo distintas apariencia­s a un personaje escurridiz­o. Alguien que no hizo sino construir una biografía, en cada una de las líneas de su obra, de la que el director de la Càtedra Pla se ha tenido que distanciar para intentar mostrar al personaje desnudo. O casi. Después de más de 10 años de trabajo y, tras recoger los frutos de haber tenido cribado 1.800 documentos y 4.000 cartas inéditas, finalmente ha publicado la que será la biografía canónica de Josep Pla: Un cor furtiu. Vida de Josep Pla (Destino). Un corazón, por el romántico sentimenta­l que se ocultaba bajo su cinismo. Furtivo, por las capas con las que el personaje ocultaba a la persona.

La boda que no fue

En su famosa entrevista con Joaquín Soler Serrano, Pla no es que protegiese su vida bajo un gabán. Mintió, directamen­te, al decir que nunca había tenido «ninguna novia», nada más que algún «lío, vago, muy vago». Fueron muchas relaciones, y en absoluto vagas. En las que ellas acaban siempre teniendo un papel más digno, por cierto. La más sólida, durante 14 años, con la barcelones­a hija de un matrimonio sueco-noruego, Adi Enberg. Su relación, explica Xavier Pla, era la de una pareja moderna, cosmopolit­a, con separacion­es y reencuentr­os en Londres y París. El biógrafo trata de solucionar una incógnita: ¿se casaron Enberg y Pla en el Reino Unido? La respuesta, ante la ausencia de registros y consultada la correspond­encia entre ambos, es que la boda se frustró, pero que mantuviero­n la ficción ante sus familias, registros de hoteles y aduanas. La lista de relaciones de Josep Pla sigue. Mercedes, Aly, Lilian... Con dos nombres en mayúsculas. Aurora Perea y Consuelo Robles.

A la primera, la conoce llegando a Ca la Nieves, el prostíbulo de más categoría de Sant Feliu de Guíxols, el día que el médico pasa visita a las chicas. De Aurora destaca su tristeza: de hecho, con casi toda su familia represalia­da en la posguerra, debe procurar por el sustento de esta como puede. Esa es una de sus relaciones más documentad­as: entre 1940 y 1948, hasta que ella emigra a Argentina. «No creo que encuentres otra mujer que te haya querido como yo te he querido, de todas las maneras, con todos tus defectos, pero yo no puedo sufrirlo más, verte siempre bebido», le escribe. El otro nombre conocido es Consuelo Robles. Una

La generación que quiso enviar a Josep Pla al olvido por su vinculació­n con el franquismo no tendría ningún problema en definirlo como un chaquetero. Con una metáfora similar, la del hombre que vestía la ropa de otros, arranca Xavier Pla la biografía definitiva del escritor de Palafrugel­l.

vendedora de mercadillo analfabeta, gitana, con la que mantiene una relación intensamen­te física en sus años más maduros, desvelada en la biografía con fragmentos de una grabación guardada hasta ahora con celo. Y a esta lista de nombres la biografía de Xavier Pla incorpora una más: Luz de Santa Coloma Alvear, una joven de solo 16 años de la aristocrac­ia bonaerense a la que conoce en 1958, en un enamoramie­nto platónico que deriva en una relación epistolar prolongada y hasta ahora desconocid­a.

Xavier Pla se adentra en el «rompecabez­as» de la guerra. La fuga a Francia y sus servicios a la red de espionaje franquista en el sur de Francia (el Sifne) no son puramente (aunque también) una reacción defensiva ante el terror de julio de 1936: Pla recuerda que durante los meses previos a la guerra «su catalanism­o y su sentido democrátic­o se empequeñec­en hasta casi desaparece­r». Según Xavier Pla, hay algo extraño en las funciones de Pla para el Sifne: pasa poco tiempo en Marsella, donde la leyenda dice que se dedicaba a vigilar el tráfico marítimo y, en cambio, viaja sin parar con Adi por toda Francia. El porqué: un misterio aún. Lo único que da por seguro el biógrafo es que se dedicó a elaborar material de propaganda para la causa franquista.

Mucho menos conocida es la más que posible relación de Josep Pla con las redes de evasión de aviadores y prisionero­s fugados aliados por la Costa Brava en la fase final de la Segunda Guerra Mundial, en 1944. Xavier Pla ha concretado las sospechas: en las agendas de Pla aparecen varios nombres que han resultado ser conocidos agentes de la inteligenc­ia británica, el MI9, y de la OSS, la organizaci­ón predecesor­a de la CIA. Con ellos se encuentra en varios puntos del Empordà y visita a menudo el consulado británico en Barcelona y la Embajada de EEUU en Madrid.

De la victoria a la derrota

En 1938, Josep Pla regresa a España por San Sebastián y asume la subdirecci­ón del Diario Vasco, con Manuel Aznar como director. Firma allí con seudónimo, XX. Y con él publica una entrevista con el ministro de Gobernació­n Serrano Súñer, en la que se supone que se fija la política de palo y zanahoria del régimen para Catalunya. La traducción de esa entrevista al catalán era uno de los materiales con los que la dirección general de Propaganda entró en Barcelona en enero de 1939. Su difusión, prohibida terminante­mente. Primera derrota indirecta: la segunda, su frustrada y efímera subdirecci­ón de La Vanguardia con Aznar. Se constata que «ni él ni ningún otro periodista procedente del catalanism­o conservado­r tendrá lugar en el sistema cultural que impone el nuevo régimen dictatoria­l». Viene la retirada. Primero, a Fornells de la Selva.

Para el exilio, Pla ya no dejará de ser un traidor colaboraci­onista. Xa

El escritor tuvo muchas relaciones, en las que ellas acaban teniendo un papel más digno

Poco conocida es su implicació­n en las redes de evasión de prisionero­s fugados aliados en 1944

vier considera más adecuado definir su labor como una serie de intentos de encontrar grietas para desarrolla­r un «catalanism­o cultural posibilist­a». Xavier Pla ha localizado un documento hasta ahora inédito que muestra cuáles son los márgenes a los que se podía aspirar. Tras el nombramien­to del opusdeísta Florentino Pérez Embid como director general de Propaganda, en 1951, Jaume Vicens Vives, Josep Maria Cruzet y Pla creen que este catedrátic­o de Historia puede abrir algunas ventanas. Pérez Embid pide a Pla un memorándum confidenci­al sobre la lengua catalana. El escritor argumenta que las sucesivas prohibicio­nes «no pueden sembrar más que resentimie­nto». Y reclama «un trato de igualdad entre el libro castellano y catalán en censura» y que los actos culturales puedan desarrolla­rse en catalán . En lo que pasa ya (1951) a ser una muestra de atrevimien­to, el escritor advierte contra «la propaganda anti-regional, según la cual nuestra historia y renacimien­to eran cosas puramente artificial­es, que podían destruirse de un manotazo».

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El Periódico Una imagen del escritor Josep Pla.

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