Ni Cadaqués es Suecia, ni Illa es convergente
Los actores Aina Clotet y Marcel Borràs acaparan tantas miradas en una terraza de moda de la Costa Brava como el candidato socialista en la campaña electoral catalana.
Hace un par de semanas, en la terraza del Xiringuito de la sal de Cadaqués, una discreta pareja llamaba la atención de los transeúntes que paseaban junto a las vistas a la playa del Ros. «Mira, mami, es Aina Clotet y está con su pareja de la serie», exclamó sin disimulo una adolescente a su madre, que arrastraba un carrito con un niño dormido. Pues sí, era Aina y estaba con el no menos contrastado actor Marcel Borràs. O sea, que estaba con su pareja de la exitosa serie Es
to no es Suecia y, a la vez, pareja en la vida real. Los dos fueron el centro de atención de este chiringuito de moda que regenta Joan, el hermano del actor.
Unos días después, Aina y Marcel aterrizaron en Cannes, donde pasaron bastante más desapercibidos que por las calles del pueblo de Dalí. No obstante, todo cambió tras la gala final. «Cuando escuché a la presentadora decir que el Premio a la Mejor Interpretación en Canneseries era para una actriz capaz de cambiar de la comedia al drama de manera muy fácil, y al final dijo mi nombre... no me lo podía creer», me cuenta emocionada.
Su reconocimiento es más que merecido, aunque la cultura catalana no siempre tenga el apoyo que debiera. Es una pena que algunos de nuestros actores tengan que trasladarse a Madrid para encontrar trabajo o, como Aina, realizar sobreesfuerzos profesionales y familiares para triunfar. Dicho esto, todo su equipo estaba feliz. Especialmente los cuatro productores y fundadores de Funicular Films. O sea, Marc Clotet, la propia Aina, Marta Baldó y el empresario y emprendedor Jan Andreu.
Mientras, en su Suecia catalana, su hija Juna y su hijo Mael les esperaban junto a su abuela, Anna. Sin ella y sin apoyos a la maternidad, difícilmente esta actriz catalana hubiera triunfado en Cannes.
Convergencia de miradas
Una prueba de que la cultura da poco rédito a los políticos es que en lo que llevamos de campaña preelectoral catalana no ha parecido la palabra cultura ni una sola vez. Tampoco se habló de ello en la presentación institucional de Salvador Illa como candidato a la Generalitat. El jueves, el Museu Marítim de Barcelona y sus alrededores quedaron colapsados. Dice la organización que congregaron a 1.200 personas, pero me atrevería a afirmar que fueron muchos más. Al entrar en la sala gran de las Drassanes dudé si me había confundido. En un primer barrido visual pude ver al abogado Miquel Roca, al presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, y a los ‘exconsellers’ de la Generalitat Meritxell Ruiz, Miquel Samper y Santi Vila. Más convergente que socialista, parecía el acto…
Illa tiene esa capacidad de no crearse enemigos y aunar amigos. Es un tipo discreto, dialogante y, como destaca como buen gestor, atrae a ciudadanos hartos de cierta manera de hacer política. Es verdad que Illa no tiene el carisma de Miquel Iceta, también allí presente, pero su discurso, sin aspavientos ni escenificaciones innecesarias, transmite sinceridad. Veremos cómo se desarrollará la campaña cuando entre en la recta final, pero su primer acto mediático lo cerró con nota.
Al margen de los citados y alguna y algún empresario que, con simpatía, me insinuaron que no hacía falta que escribiera su nombre en esta crónica, estaban el CEO de Criteria, Ángel Simón, el ministro Jordi Hereu, el alcalde Jaume Collboni, el presidente José Montilla, el presidente de Pimec, Antoni Cañete, y Camil Ros de UGT. Del mundo cultural, aunque no se hable de él, vimos a Helena Guardans, Antoni de Moragas o Carme Portaceli.
Un apunte final solo para felicitar al equipo suizo de la Copa América, Alinghi Red Bull Racing. Hace justo una semana mostraron el barco que competirá en Barcelona. En la fiesta de presentación actuó La Fura dels Baus. De todos los equipos que participan, los del Alinghi son los que más se han integrado. Los más de 150 trabajadores residentes en Barcelona participan en muchos actos de la ciudad y, cuando la ocasión lo requiere, eligen a un grupo teatral catalán en lugar de traerlo de fuera. ■