La vida vuelve a la normalidad
Biden ha pedido a Netanyahu que se conforme con la «victoria» de haber neutralizado el ataque
Tras una noche de cuchillos largos, la población de Israel recupera rápidamente su rutina. «Yo me quedé en la cama viéndolo por la televisión. Somos un país fuerte, así que asumí que estaba todo controlado», explica a EL PERIÓDICO un comerciante judío de la parte occidental de la ciudad.
bajará para buscar aliados antes de responder. «Construiremos una coalición regional y exigiremos el precio a Irán en la forma y el momento adecuado para nosotros», afirmó el general Gantz. Pero desde el ala más extremista del Gobierno se reclamó una respuesta que nunca olvide la región. «Si nuestra respuesta reverbera en todo Oriente Próximo durante generaciones, ganaremos», afirmó el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich. Para Netanyahu no solo es una oportunidad para ajustar cuentas con el régimen de los ayatolás que patrocina a sus principales enemigos. Es también la ocasión que lleva años buscando para bombardear las instalaciones nucleares iraníes, de momento para uso civil. Tel Aviv es hoy la única potencia nuclear de la región.
Pero EEUU no parece estar por la labor. Biden le comunicó el sábado a Netanyahu que su país no participará en un contrataque contra Irán y le pidió que se conforme con «la victoria» de haber neutralizado el ataque del sábado. Biden habría expresado también en privado que Netanyahu está tratando de arrastrar a EEUU a una gran guerra regional, según fuentes de la NBC.
Entre tanto, los líderes del G7, condenaron «en los términos más duros» el ataque y demandaron a Irán y sus aliados a que cesen toda actividad desestabilizadora. «Con sus acciones, Irán ha dado otro paso hacia la desestabilización de la región y se arriesga a provocar una escalada regional incontrolable», afirmaron en un comunicado los mismos líderes que no condenaron el ataque israelí en Damasco. No parece estar el horno para más bollos con las guerras de Ucrania y Gaza en curso, una Rusia muy cercana a Irán y el pulso a cara de perro de EEUU con China, a menos que se quiera entrar en una senda aterradora de guerra total.
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Después de una noche de cuchillos largos sobre los cielos de Israel, la vida volvió ayer rápidamente a la normalidad en las calles del país. Ni el insólito ataque de Irán ni la preocupación que recorre el mundo ante el riesgo de una confrontación directa entre los dos países más beligerantes de la región alteró el pulso habitual. Un hecho al que ayudó, sin duda, el éxito del Ejército y sus aliados en interceptar casi todos los drones y misiles lanzados por la República Islámica durante la noche. En ciudades como Jerusalén, los tranvías y el resto de transporte público funcionaron con normalidad desde primera hora de la mañana. Abrieron comercios y bancos. Hubo músicos callejeros en algunas esquinas. Y hasta el espacio aéreo reabrió solo siete horas después de que las estelas rojas de los interceptores circundaran la noche derribando las centenares de amenazas.
Las represalias de Irán al ataque contra su consulado en Damasco se esperaban desde hace más de una semana e Israel advirtió a la población de que los misiles estaban de camino horas antes de que penetraran en sus espacio aéreo. «Yo me quedé en la cama viéndolo por la televisión», decía Doron, un comerciante judío de Jerusalén Oeste. «Somos un país fuerte y tenemos la tecnología más avanzada para defendernos. Los misiles tardaron siete horas en llegar, así que asumí que estaba todo controlado». Otros siguieron las recomendaciones y se resguardaron en los refugios o los cuartos seguros de sus viviendas. «Estaba en mi apartamento durmiendo cuando me despertaron las sirenas. Me entró un poco de miedo porque estaba sola, así que me fui al refugio», contaba Tirtsa
Gil desde una cafetería, libro en mano y ensalada en el plato.
«Sabíamos que algo iba a pasar y estos días ha habido una atmósfera un poco tensa. No tomé ninguna medida porque creo en Dios, estamos en sus manos», añadió esta judía israelí, que perdió a cuatro de sus amigos el 7 de octubre, asesinados por Hamás en el festival Nova. «Creo en la paz pero no con los palestinos. Son unos animales, no me fío de ellos», dijo, expresando una opinión extendida en una sociedad que ha deshumanizado hasta el extremo al mismo pueblo que ocupa militarmente y expulsa gradualmente de sus tierras desde hace más de medio siglo.
La respuesta de Israel
También en el otro lado de la ciudad, en el oriente palestino, se quitaba hierro a lo sucedido. «Me pasé la noche viendo dos partidos de la liga española», decía Rami, un taxista. «No me asusté para nada, estamos muy acostumbrados, he visto demasiadas cosas a estas alturas». Muchos no querían hablar en la Jerusalén ocupada. Es peligroso para cualquier árabe expresar una opinión medianamente política estos días, tengan o no la ciudadanía israelí. Centenares de árabes-israelíes y palestinos de Jerusalén han sido arrestados desde el 7 de octubre, despedidos de sus empleos o expulsados de la universidad por mostrar la más mínima empatía con la población de Gaza.
La cuestión que todo el mundo tiene ahora en mente es qué hará Israel. «De momento deberíamos esperar a ver cómo transcurren los acontecimientos. Tenemos demasiados problemas para meternos en otra guerra», comentaba Doron a las puertas de su tienda junto al Ayuntamiento de Jerusalén. Otros, simplemente no sabían. «Es complicado y la policía no es lo mío», respondió Gil, la estudiante, que desconocía que Israel atacó hace dos semanas el consulado iraní en Damasco.
Otros, en cambio, piensan que Israel no puede obviar la respuesta iraní, más osada y masiva de lo que muchos esperaban. «Esta vez la reacción de nuestro Ejército fue impecable, pero el mundo entero debe frenar a Irán porque son la fuente del terrorismo que nos quiere destruir», decía Sharon Blumberg, de 47 años, mientras comía junto a su hija Tayla.
Más explícito fue Isaac, votante del primer ministro Binyamin Netanyahu y «retirado» a sus 57 años. «Hay que atacar Irán y bombardearlo hasta acabar con ellos. Esta es una guerra existencial: o acabas con los musulmanes o acabarán contigo», afirmó sin que le atragantara el zumo de zanahoria con apio.
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