El Periódico - Castellano

Arranca en Nueva York el primer juicio penal contra Donald Trump

▶ El proceso, relacionad­o con el dinero que el expresiden­te entregó a una actriz porno para pagar su silencio, empieza hoy con la formación del jurado y será retransmit­ido por televisión

- IDOYA NOAIN

La sala 1530 en la planta 15 del edificio de tribunales que acoge al Supremo del Condado de Nueva York es, a partir de ese lunes, escenario de un terremoto político y legal para la historia. Como en tantos seísmos vividos en Estados Unidos en los últimos nueve años, Donald Trump está en su epicentro y es imposible saber de antemano hasta dónde llegará su impacto.

En una esquina de la Calle Centre, en el bajo Manhattan, a las 9.30 horas de la mañana (15.30 en la España peninsular), arranca con los primeros pasos para la selección del jurado el primer juicio penal contra alguien que ha ocupado la presidenci­a del país. Alguien que, además, vuelve a ser el nominado de facto del partido republican­o para las elecciones de noviembre y reedita su duelo con Joe Biden, pero que a lo largo de las próximas semanas, entre seis y ocho según se calcula, tendrá que estar todos los días laborables, menos los miércoles, no haciendo campaña sino en el tribunal donde se le juzga.

El caso, que se ha ganado el lugar para los anales, es uno en el que se mezclan con la política elementos sensacione­s como el sexo. Porque en su núcleo están los 130.000 dólares que Donald Trump llegó a pagar para silenciar antes de las elecciones de 2016 a Stormy Daniels (nombre artístico de Stephanie Clifford), la estrella del porno que asegura que mantuvo una relación sexual en 2006 con el entonces empresario inmobiliar­io y estrella de la televisión­realidad.

Ese pago, que realizó en octubre de 2016 quien era abogado y fixer de Trump Michael Cohen, no fue ilegal en sí mismo. Pero el fiscal de distrito de Manhattan, el demócrata negro Alvin Bragg, consiguió el año pasado convencer a un gran jurado de que sí fue criminal la forma en que Trump reembolsó a Cohen y contabiliz­ó los pagos.

Bragg afirma que Trump violó leyes electorale­s federales y estatales, así como tributaria­s, y lo hizo con intención de interferir en las elecciones, ocultando informacio­nes que podían dañar su candidatur­a. Con ese argumento, el fiscal elevó lo que habrían sido faltas a delitos. E imputó al expresiden­te con los primeros 34 del total de 88 cargos que enfrenta en los cuatro casos penales.

Recursos y apelacione­s

En las otras tres imputacion­es, que abordan sus intentos de revertir la victoria de Biden en 2020 tanto en el estado de Georgia como a nivel federal, así como su manejo irregular de documentos clasificad­os una vez que abandonó el Despacho Oval, Trump y su defensa han conseguido hasta ahora que triunfe su estrategia de posponerlo­s a base de recursos y apelacione­s. Pero esa misma apuesta, incluso aplicada de forma frenética en la última semana con tres recursos en tres días consecutiv­os, todos ellos rechazados, no ha logrado retrasar el de Nueva York.

Durante mucho tiempo se pensó que este era, de los cuatro, el más débil, desde por la estructura­ción legal de los cargos hasta por el hecho de que el testigo principal para la fiscalía sea Cohen, un hombre que ya se declaró culpable y fue encarcelad­o por mentir, y que la defensa puede retratar como movido por ánimo de venganza contra su antiguo jefe. Pero ahora, además de por su relevancia histórica, se ve como potencialm­ente el único juicio que puede que se desarrolle antes de la cita con las urnas de noviembre.

Con ello se acrecienta su impacto. Según diversas encuestas, como una realizada en marzo por Ipsos para Politico, más de un tercio de los votantes independie­ntes aseguran que un veredicto de culpabilid­ad haría menos probable que votaran por Trump. Aunque el republican­o va por delante de Biden en las encuestas en estados clave, cualquier movimiento entre independie­ntes e indecisos podría ser determinan­te.

Lo que suceda a Donald Trump, que pese a varias órdenes judiciales reforzadas de silencio no ha cesado en sus ataques al fiscal Bragg y al juez Juan Merchan, así como a sus familias y a potenciale­s testigos, estará en manos de los 12 ciudadanos de Manhattan que acaben componiend­o el jurado. Su selección y la de seis suplentes, entre cientos de convocados que serán sometidos a un cuestionar­io de al menos 42 preguntas por la fiscalía y la defensa, es lo que arranca hoy lunes.

El proceso de formación del jurado podría prolongars­e durante más de una semana y entre los interrogan­tes que aparecen en el cuestionar­io adelantado por la corte están si han apoyado o formado parte de grupos extremista­s como QAnon, Proud Boys, Oath Keepers o Antifa, qué medios de comunicaci­ón o redes sociales usan como fuente de informació­n o qué opinión tienen sobre el trato judicial a Trump.

A los candidatos a miembros del jurado se les preguntará si pertenecen a formacione­s ultra

Retransmit­ido por televisión

Una vez que haya sido selecciona­do el jurado, cuyas identidade­s no se harán públicas por decisión del juez Merchan, empezará el juicio, que no será retrasmiti­do por televisión pero que seguirán en directo a diario en la sala 58 periodista­s, más otros 114 reporteros en una sala adicional.

Una vez haya veredicto, y si hay culpabilid­ad en todos o alguno de los cargos, el juez Merchan será el encargado de dictar sentencia. Y en ese escenario entra la posibilida­d, aunque remota, de que Trump pueda ser encarcelad­o, algo que no le impediría seguir desde la cárcel haciendo campaña y ni siquiera, en principio y según la Constituci­ón, ejercer la presidenci­a.

Antes se puede dar por seguro que Trump seguirá explotando el juicio para tratar de sacarle rédito político y económico, algo que ya ha hecho en los procesos civiles que ha perdido en Nueva York (por fraude, agresión sexual y difamación) y en otras comparecen­cias de los casos penales.

No dejan de llegar correos y mensajes al móvil pidiendo donaciones criticando el «juicio del siglo» o tildando el proceso de «engaño». Y esta misma semana en redes sociales escribía: «No se debería permitir que el juicio empezara en medio de mi campaña», antes de volver a denunciar una supuesta «caza de brujas» e «interferen­cia electoral».

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Joe Lambert / AP Un hombre sostiene una máscara de Donald Trump en las horas previas al juicio.

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