El Periódico - Castellano

Su desproporc­ionada respuesta ha llevado a que le critiquen hasta defensores tan firmes como Estados Unidos

- P Jorge Dezcallar es embajador de España.

El primer ministro Netanyahu se ha equivocado porque a los seis meses de iniciada la operación militar sobre Gaza, Israel ha perdido mucha de la simpatía y del apoyo internacio­nal que recibió tras el brutal ataque terrorista de Hamás. Su desproporc­ionada respuesta ha llevado a que le critiquen abiertamen­te hasta defensores como Estados Unidos, o a que África del Sur le haya acusado de genocidio ante el Tribunal Internacio­nal de Justicia de La Haya, que aunque tardará años en emitir sentencia ha encontrado «indicios» y ha pedido que modere su respuesta.

Netanyahu se ha equivocado también porque no ha conseguido ninguno de los dos objetivos principale­s que se impuso al comienzo de su campaña militar: destruir a Hamás y liberar a los rehenes. Puede desmantela­r la estructura militar de la organizaci­ón palestina pero una idea no se destruye a cañonazos y por eso Hamás sobrevivir­á. Y aunque han regresado algunos rehenes todavía quedan 130 en poder de Hamás, no se sabe si vivos o muertos. No olvidemos que tomar rehenes es un crimen de guerra.

Israel no logra poner a salvo a los rehenes porque continuar la guerra es incompatib­le con su liberación y Netanyahu ha dado prioridad al primer objetivo sobre el segundo. Lo ha hecho porque así se lo exige el abigarrado Gobierno de coalición que preside, trufado de partidos ultranacio­nalistas y ultrarreli­giosos que amenazan con hacerle caer a cada momento: los ultranacio­nalistas desean quedarse con cuanta más tierra palestina sea posible, apoyan la expansión de los colonos violentos en Cisjordani­a, y la continuaci­ón del conflicto favorece sus objetivos expansioni­stas. Curiosamen­te, tampoco Hamás parece tener prisa porque le importa poco la suerte de los palestinos que sufren, y porque para ellos resistir es vencer, una vez que han mostrado al mundo la vulnerabil­idad de Israel. El caso es que la continuida­d del conflicto ayuda a Netanyahu a mantener unido a su Gobierno aunque dificulte la recuperaci­ón de los rehenes, cuyos familiares se muestran cada vez más disconform­es y vociferant­es por estimar que el primer ministro no hace lo suficiente. Y es que Hamás no los liberará si no es a cambio de un alto el fuego permanente y no solo temporal. La continuaci­ón de la guerra hace muy difícil la liberación de los rehenes.

Es duro decirlo e incluso pensarlo sin pruebas pero, a veces, parece que a Netanyahu le interesa la continuaci­ón del conflicto porque está en curso en un proceso de corrupción del que, de momento, le libra su impunidad como primer ministro. Él sabe que el día que acabe la guerra habrá elecciones y se abrirá una investigac­ión que le pedirá explicacio­nes por los fallos de seguridad que se produjeron el día 7 de octubre y que también se reabrirá su proceso penal. Y no le apetecen ninguna de las dos cosas.

Peor aún. A veces da la impresión de que al mismo Gobierno de Israel le puede interesar no ya solo la continuida­d del conflicto sino su misma extensión, pues solo así se explican algunas acciones que cabe considerar provocador­as en el delicado contexto actual, como son el asesinato de hijos y nietos del líder de Hamás, los constantes bombardeos de objetivos iraníes en Siria y, sobre todo, la destrucció­n de un edificio diplomátic­o iraní en Beirut, con la muerte de un general. Mal está violar la embajada mexicana en Quito, pero peor es bombardear otra sede diplomátic­a.

En mi opinión Irán no ha podido resistir las provocacio­nes israelíes y ha caído en la trampa de responderl­as. Nadie dijo que los políticos fueran inteligent­es y a veces responden por presiones de la opinión pública de forma táctica y cortoplaci­sta, como en este caso. Es un error porque el mundo entero condenará su ataque a civiles y porque ha convertido a Israel de agresor en Gaza a agredido por un régimen que además tiene justificad­amente muy pocas simpatías internacio­nales. Gracias a Teherán, Israel recuperará ahora mucha de la simpatía dilapidada desde el pasado 7 de octubre. Todo un regado para un acosado Netanyahu.

Netanyahu se equivoca al desoír una y otra vez a Biden y poner en peligro su relación con EEUU. Y también al colocarse tan abiertamen­te del lado de los Republican­os y enajenarse a los Demócratas. El resultado es que hoy Israel está más solo y más aislado que nunca, mientras su imagen internacio­nal se ha deteriorad­o mucho.

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Jorge Dezcallar

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