El comercio teme que los ejes verdes gentrifiquen al ‘botiguer’
Los expertos creen que el plan de usos debería ser más estricto y lamentan que las medidas más eficaces sean las que políticamente se descartan.
Los investigadores del Grupo de Estudios de Movilidad, Transportes y Territorio (GEMOTT) del departamento de Geografía han analizado los datos de siniestralidad, ruido y contaminación de las calles del Eixample, pero también han realizado dos rondas de conversaciones. Primero con los vecinos de los barrios implicados, y luego con entidades y expertos. Y el comercio es el que peor lleva que se haya generado una doble Barcelona: la que cuenta con supermanzanas y la de toda la vida.
Uno de los temores de los entrevistados es que la reforma de algunas arterias puede generar la percepción de que las que no se han tocado son peor que antes. El geógrafo y experto en movilidad Samuel Nel·lo Deakin, autor del proyecto Transequi, señala que aunque los datos ambientales o de siniestralidad no sean peores que antes, el contraste puede hacer que la gente los vea con peores ojos. También advierte del riesgo de que los ejes verdes puedan «ser víctimas de su propio éxito, tanto por el uso excesivo del espacio público como por la especulación inmobiliaria».
Para la mayoría de los residentes del Eixample las nuevas inequidades se ven compensadas por la cercanía de estos nuevos lugares de paseo. No son tan comprensivos los comerciantes. Los que están en calles reformadas temen ser víctimas de la gentrificación y que les terminen echando. Los de fuera, por su parte, se ven desfasados.
Las tiendas nopueden moverse
El estudio, pero sobre todo, las encuestas, exhiben una clara diferencia de opinión entre vecinos y botiguers. Los primeros son más comprensibles con el hecho de quedar fuera de la zona pacificada porque valoran la proximidad, mientras que los segundos tienen una visión mucho más cercana. «Lo vemos claro en el caso de la calle de València», relata Nel·lo Deakin. Esa arte
ria ha asumido buena parte de la movilidad motorizada que ha perdido Consell de Cent. Los residentes pueden andar dos manzanas y pasear por el eje verde, pero las tiendas no pueden moverse: «Da la sensación que a la mayoría de los vecinos les compensa esta situación, no así a los comerciantes, que temen que les pueda afectar».
También de la voz de los implicados salen algunos deberes para la Administración, de manera que
Existe el riego de que las arterias reformadas «sean víctimas de su propio éxito»
se pueda reducir esta inequidad y esta Barcelona de dos velocidades. Los expertos, indica Nel·lo Deakin, creen que el fenómeno de la gentrificación es un mal que requiere del concurso de gobiernos supramunicipales, básicamente con las leyes que pueda impulsar el Parlament o las normativas que establezca el Área Metropolitana de Barcelona (AMB). También sería necesario darle una vuelta al plan de usos del Eixample, «una herramienta significativa pero insuficiente para salvar al comercio local y de proximidad. Por último, rezan las entidades y profesionales consultados, el consistorio debería «explorar mecanismos de captura de plusvalías del suelo que puedan generar las actuaciones de pacificación, una propuesta que generaría no poca controversia.
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