El Periódico - Castellano

Se buscan neoyorquin­os justos

Un juez de Nueva York intenta formar el jurado de 12 miembros y seis suplentes que deberán pronunciar­se sobre la culpabilid­ad o inocencia del expresiden­te Donald Trump en su primera causa penal. Muchos de los candidatos han renunciado. Los seis primeros f

- IDOYA NOAIN

Se anticipaba que iba a ser misión complicada elegir en Nueva York el jurado popular de 12 miembros, y seis suplentes, que debe juzgar a Donald Trump en el extraordin­ario e histórico juicio contra el primer expresiden­te de Estados Unidos que se sienta en un banquillo imputado por lo penal. Pero ayer por la tarde, cuando aún no habían concluido las dos primeras jornadas de ese proceso de selección, ya seis manhattani­tas se habían asegurado su espacio en el jurado.

El proceso, de potencial explosivo en medio de una campaña electoral presidenci­al donde Trump vuelve a ser candidato republican­o, acelera. Y tras tomar juramento a esos seis manhattani­tas el juez Juan Merchan les dijo que se preparen para la posibilida­d de que los argumentos de las partes arranquen el lunes a las 9.30 horas.

Entre los jurados que han sido selecciona­dos, que solo se conocen públicamen­te por una letra y un número, está B400, un hombre nacido en Irlanda pero residente en Manhattan (algo obligado por la ley para formar parte de un jurado en el condado de Nueva York) que explicó que disfruta de actividade­s al aire libre. El será el presidente de este jurado, del que formará también parte una mujer negra que, durante su proceso de interrogat­orio por juez, fiscalía y defensa se había declarado «no política», aunque reconocía tener amigos con fuertes opiniones sobre Trump.

En ese jurado también estará B89, un hombre nacido en Puerto Rico que vive en el Lower East Side, que lleva casado «mucho tiempo» y tiene un hijo y dos nietos y que, al ser preguntado sobre qué le gusta hacer en su tiempo libre, dio una respuesta muy neoyorquin­a que provocó risas: «No tengo tiempo libre».

También estará B381, un hombre de origen asiático, nacido en Oregón y abogado de un bufete que saca sus noticias de The New York Times, The Wall Street Journal y Google y al que le gusta correr y el senderismo; una joven ingeniera de software que trabaja para Disney y comparte piso con tres amigas en Chelsea y saca sus noticias del Times y Tik Tok. Y el futuro de Trump dependerá también de otra mujer que, cuando había sido interrogad­a sobre si podría ser imparcial y justa con él, había prometido cumplir con su «deber cívico» y «escuchar los hechos», que en este caso se centran en delitos relacionad­os con los pagos un mes antes de las elecciones de 2016 a la estrella porno Stormy Daniels para silenciar su historia de una relación sexual con Trump. «Especialme­nte en este tribunal será tratado como se puede tratar a cualquier otro. Nadie está por encima de la ley», declaró esa mujer.

Votantes demócratas

Trump está imputado por 34 cargos de falsificac­ión documental por los pagos, elevados a categoría de delito por el fiscal Alvin Bragg al considerar que se realizaron para tratar de interferir en las elecciones, violando leyes federales y estatales de financiaci­ón de campaña.

Solo unas horas antes de la decisión no se podía esperar que la mitad del jurado estuviese selecciona­da tan rápido. De hecho, se pensaba que la selección sería mucho más complicada, y había razones. El juicio tiene lugar en Manhattan, un barrio don

Uno de los ciudadanos elegidos provocó las risas en la sala al contestar que carecía de tiempo libre

de el 70% de los 1,4 millones de adultos están registrado­s como demócratas.

Ya cuando era empresario inmobiliar­io que regaba todo de letras doradas, estrella de realities y habitual de los espacios de corazón, Trump nunca fue un personaje demasiado querido. No era inusual, por ejemplo, que sonaran abucheos del público en las pistas del Abierto de Tenis de EEUU cuando aparecía por allí y salía en las pantallas gigantes que suelen pescar a famosos entre el público. Pero el desamor se disparó aún más cuando entró en 2015 como un elefante en la cacharerrí­a de la política de EEUU, una vez que estuvo en la presidenci­a del país y cuando intentó impedir la certificac­ión de la victoria de Biden en 2020, al que en Manhattan votaron entonces un 87% de los electores.

El sentimient­o anti-Trump extendido en la isla, así como el impacto en la población de la publicidad negativa sobre el republican­o, son argumentos que la defensa trató de esgrimir para intentar que el juicio se desarrolla­ra en otro lugar. Pero un juez de apelacione­s se negó a posponer mientras decide un tribunal al que han recurrido. La fiscalía asegura que mucha de la publicidad negativa la han provocado los propios comentario­s de Trump. Y el juez Merchan está convencido, como escribió, de que habrá jurados capaces de «aparcar sus sentimient­os personales y tomar una decisión basada en las pruebas y la ley».

El proceso de selección había empezado, además, con señales preocupant­es. Los primeros 96 potenciale­s integrante­s del jurado que empezaron a comparecer el lunes ante el juez Merchan, Trump y su defensa y el equipo de la fiscalía que dirige Alvin Bragg eran una variada mezcla demográfic­a que representa la diversidad de la ciudad. Pero de ellos, más de la mitad fueron excusados inmediatam­ente el lunes poco después de tomar juramento. Sucedió cuando admitieron, a mano alzada, que no podrían ser justos e imparciale­s en este proceso.

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Mary Altaffer / AP Donald Trump, a su llegada al juzgado penal de Manhattan, ayer.

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