Nadal pone el punto final a su torneo más querido
«Puede haber sido mi último partido aquí. No es ningún drama», dijo el exnúmero uno tras perder con De Miñaur (7-5, 6-1) en el Barcelona Open Banc Sabadell.
«Casi con toda seguridad he jugado como si fuera mi último partido en este torneo. La vida me está marcando el camino claro, aunque nunca se sabe lo que te depara», admitió Rafael Nadal tras caer ayer eliminado en el Barcelona Open Banc Sabadell ante el australiano Álex de Miñaur por 7-5 y 6-1. Serio pero a la vez tranquilo, el 12 veces campeón del torneo barcelonés es muy consciente del momento que vive en el final de su carrera y tras dos años de un calvario de lesiones que le han impedido competir como querría.
Nadal advertía también que en Barcelona «no era el momento de heroicidades. Hoy no era el día de darlo todo y morir, sino en unas semanas. Lo importante era salir sano. Espero dar un poquito más en Madrid, en Roma y en París sí que será el momento de darlo todo y morir. En París que sea lo que Dios quiera, ahí sí», lanzó.
Si alguien tiene claro en qué momento se encuentra es Nadal. El tenista balear se sentía orgulloso de haber podido jugar después de 103 días sin hacerlo. Solo ha jugado tres sets desde Brisbane, destacaba, antes del Barcelona Open Banc Sabadell. «Lo importante era poder jugar y lo he hecho. Tengo claro lo que puedo hacer actualmente y no podía tomar ningún riesgo», explicaba para valorar la derrota.
El exnúmero uno era el primero que sabía que sus opciones eran mínimas ante De Miñaur. Posiblemente es el tenista más rápido del circuito además de estar preparado para correr dos maratones si hace falta. Se trataba de aguantar un pulso y saber el nivel real de su juego cara a unas aspiraciones que apuntan a Roland Garros. Y en el primer set logró mantener la pelea con el tenista australiano al que se adelantó por 5-4 tras empezar con un 0-2 en contra.
«No era el día de darlo todo y morir. Salir sano era lo importante. En París que sea lo que Dios quiera; ahí sí»
Casi una hora
Aún fresco de piernas, el balear aguantó el pulso durante casi una hora pero pagó después el esfuerzo para encadenar una racha en la que solo ganó un punto de 12 y cedió tres juegos y el set en 67 minutos. «He tenido la oportunidad en el primer set con 4-3 a mi favor, pero se me ha escapado. Hay que ser realista, una vez perdido el primer set se ha acabado el partido. No podía meterme a jugar dos horas y media o tres. Lo importante era salir sano para seguir el camino marcado. No es mi filosofía, pero no puedo forzar. Tengo que jugar con el ritmo adecuado para ir progresando», admitía.
Y así fue. En el segundo set, Nadal ya no tuvo ni la frescura, ni la convicción, ni la cabeza clara para mantener el pulso con un tenista que batalla por el top ten (hoy es el 11 del mundo) en su mejor temporada. Lleva 22 victorias (y 6 derrotas), tras ganar en Acapulco (ante el noruego Ruud), llegar a la final de Rotterdam (contra Sinner) y salir de Montecarlo confiado a pesar de perder en cuartos con Djokovic (7-5, 6-4). En su palco le animaban a aguantar y continuar, pero el balear solo pudo ganar un juego antes de ceder la victoria después de una hora y 52 minutos.
Rafael Nadal se marchó de la pista que lleva su nombre con una gran ovación y gritos de ánimo de los espectadores. Después de 17 participaciones sabía, como dijo, que posiblemente había jugado el último partido en un torneo en el que debutó en 2003 con 17 años. Un torneo que ha marcado su vida. «Aquí he vivido momentos muy bonitos, he conseguido ganar 12 veces y he disfrutado. Un torneo especial que se juega en un club de tenis. Un torneo con historia por el que han pasado los mejores jugadores. Evidentemente me duele la derrota pero creo que es lo que tenía que pasar hoy. No es ningún drama», sentenció.
■
TENISTA