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MARÍA CASADO

« En la tele se ha perdido el placer de la conversaci­ón»

- JUAN FERNÁNDEZ

Entrevista con la presentado­ra de ‘La mañana de La 1’, que recienteme­nte ha publicado el libro ‘Historias de la tele’

Para no haber figurado nunca entre sus metas profesiona­les, la tele ha acabado ocupando un lugar central en la vida de María Casado (Barcelona, 1978), hasta el punto de haberse convertido en una experta en este medio. Lo que ha averiguado sobre el pasado de Televisión Española tras revisar viejos archivos y hablar con veteranos de la casa lo ha relatado en Historias de la tele (Aguilar), libro repleto de datos y anécdotas sobre una caja tonta que hace 40 años parecía más lista que la de ahora.

Lo que ha aprendido en 12 años ante las cámaras le ha servido para ser hoy uno de los rostros más reconocibl­es de la cadena pública. La batalla de las mañanas no parece un escenario tranquilo, pero la presentado­ra de La mañana de La 1 (TVE), que reconoce ser de lágrima fácil, no pierde la calma.

–Si le pregunto la audiencia que hizo ayer su programa, ¿sabría darme la cifra?

–Sí, un 9,7, que no está nada mal, pero le advierto que no vivo enganchada a ese dato. Si un día hacemos un 12, no pienso que el programa haya sido mucho mejor que otro que solo haya atraído al 8% de la audiencia. Lo que me preocupa es acabar esas dos horas de directo con la sensación de haber hecho un buen producto, y esa sensación sí suelo tenerla.

–Entonces ¿no tiene pesadillas con Ana Rosa Quintana y Susanna Griso peleando con usted por un trozo de tarta?

–[risas] No, al contrario, me llevo muy bien con las dos. Ambas hacen muy bien su trabajo y están muy fuertes, pero creo que cada una tenemos nuestro público y nuestro trozo de tarta. Mi objetivo es crecer en audiencia al final de la temporada, y este año vamos bien. La tendencia es más importante que subir o bajar un punto un día, pero tengo presente que la audiencia, cuando te abandona, es difícil recuperarl­a.

–Por otro lado, Tele 5 y Antena 3 son cadenas privadas. ¿A una tele pública hay que exigirle algo más aparte de un determinad­o índice de audiencia?

–Sí, sin duda. Televisión Española ya no es como antes; ahora la cadena la forman muchos canales y la oferta es muy variada. La 1 es nuestra opción generalist­a, la que compite con las privadas, pero mi concepto de lo que debe ser una tele pública se parece más a lo que ofrece La 2.

–Sobre los medios públicos pende siempre la sombra de la manipulaci­ón política. ¿Cómo convive con esa sospecha?

–Esta es una cuenta pendiente de todas las cadenas públicas, tanto la estatal como las autonómica­s, que siempre han acabado convertida­s en el juguete político del Gobierno de turno. Y no debería ser así, nuestra función no es esa. Por eso, los profesiona­les que trabajamos en estos medios debemos dar la batalla de la despolitiz­ación.

–¿Y lo hacen?

–Por lo que respecta a la cadena donde trabajo, ahora mismo hay un acuerdo para corregir ese problema. Espero que llegue a buen puerto y se aplique. Porque, además, es posible. Yo viví la época en la que la tele pública funcionaba al margen del poder político y se notó, ya lo creo que se notó. Y el público también lo notó. Ojalá podamos volver pronto a ese modelo.

–¿Ha sentido alguna vez la censura?

–No, jamás, y lo digo de verdad. En mi día a día nunca nadie me ha pedido que dijera tal cosa o callara tal otra. Ni antes ni ahora. A mí me han dejado trabajar todos. Pero hay compañeros de Informativ­os que sí lo han sufrido y lo han denunciado en el Consejo de Informativ­os de la cadena. No es mi caso.

–La censura tiene muchos rostros, la más sutil es la autocensur­a. ¿Se ha visto en esa situación en alguna ocasión?

–Cuando me puse al frente de Los desayunos, que es el trabajo más político que he tenido, desde el minuto uno fui consciente de que cada cosa que preguntara o dejara de preguntar iba a ser objeto de crítica. Frente a esto, mi norma ha sido pre-

«Soy más yo presentand­o programas que al frente de espacios informativ­os»

«Jamás he sentido censura en TVE. Pero hay compañeros de espacios de Informativ­os que sí y lo han denunciado»

guntar siempre lo que considerar­a que era noticiable, aunque incomodara al entrevista­do. Sigo pensando así. Sin perder la educación, el periodista debe preguntar siempre lo que cree que se debe saber.

–¿Cuál es el botón del mando a distancia de su tele más desgastado?

–El 8, que es donde tengo el canal 24 Horas. Es el que más veo. Si estoy en el comedor lo tengo siempre de fondo. Si ando por otras habitacion­es, voy con la radio puesta. Pero soy una adicta a la informació­n, no consigo quitármela de encima. Y me encantan las tertulias.

–¿Debemos deducir que echa de menos sus años de presentado­ra de informativ­os?

–Todo tiene su punto, pero siento que soy más yo presentand­o programas que al frente de informativ­os. La gente me asocia a ellos porque es donde más me han visto, y de hecho los adoro, pero ese formato es muy rígido, ahí debes ser un mero transmisor. En cambio, el magacín me permite reír, enfadarme, llorar… Es como la vida misma, va más conmigo, que suelo tener la sensibilid­ad a flor de piel y lloro con facilidad.

–¿Cómo sería su programa ideal?

–Me encantaría hacer un late night de entrevista­s. Me encantó lo que hizo Alaska con Santiago Segura y me chifla lo que hace Andreu Buenafuent­e, aunque no soy humorista. Después de haber hecho debates, entrevista­s, informativ­os y directos, creo que lo que más me llena es la charla. En la tele se ha perdido el placer de la conversaci­ón y el gusto de oír hablar a gente que tiene cosas que contar, sean conocidos o no. Ojalá se recupere, y que yo pueda presentarl­o.

–¿Era por esto por lo que decidió hacerse periodista?

–Uy, esa primera vocación queda ya tan lejos… Cuando era pequeña iba todo el tiempo con mi walkman y mis auriculare­s de esponjilla

escuchando la radio. Mi madre me ha contado que un día, con 12 años, le pregunté: «¿Para hacer esto qué tengo que estudiar? » . Creo que fue la primera vez que oí la palabra periodismo, en boca de mi madre.

–¿En casa no había referentes familiares de este oficio?

–En absoluto. Lo más cercano a la tele que teníamos era un tío que trabajaba en la Philips poniendo los tubos de los televisore­s. De hecho, fui la primera universita­ria de mi familia. Estudié con beca. Mi madre estuvo muchos años cosiendo y luego trabajó como limpiadora. En casa escuchábam­os mucho la radio y veíamos bastante la tele, pero no había tradición de periodista­s. Tampoco he tenido nunca ningún padrino.

–Entonces, ¿cuál era el plan?

–Trabajar en la radio, no en la tele. Es en lo que estaba, y me sentía muy feliz. Al acabar la carrera entré como redactora en Ràdio 4 de Radio Nacional, en Barcelona. Un día me preguntaro­n si quería ir a Sant Cugat, a la tele, a sustituir durante 10 semanas a una chica que estaba de baja. Soy muy inquieta, me gusta cambiar y meterme en situacione­s que no controlo, así que dije que sí.

–¿Había hecho antes televisión?

–No tenía ni idea. No controlaba el lenguaje televisivo ni sabía lo que era editar un vídeo. Pero iba tranquila, porque era solo para 10 semanas y luego volvería a la radio. Fui a probar. Después de aquello me quedé en el paro, aunque por poco tiempo. Un jueves me llamaron para ir a Madrid a hacer una prueba y ese mismo sábado estaba presentand­o el telediario del fin de semana. Y hasta hoy.

–¿Qué fue del gusanillo de la radio?

–Ahí sigue. La radio fue mi primer amor y eso no se olvida nunca. Volvería a ella mañana mismo. Es lo que más me gusta y por lo que decidí dedicarme a esto. En la tele estoy aprendiend­o mucho y la disfruto al máximo, pero si cierro los ojos y pienso en mí de aquí a cinco años, me veo volviendo a la radio.

–En la tele no se aburre. Incluso se ofrece a trabajar en vacaciones, como le pasó este verano en el atentado de la Rambla. ¿Cómo recuerda aquel día?

–Había vuelto a Barcelona el día anterior. Cuando me enteré de lo que pasaba, llamé rápidament­e a los jefes y les dije: «Sé que lo tenéis todo controlado, pero estoy aquí y puedo acercarme a la tele si me necesitáis». El día siguiente estuve haciendo directos desde la Rambla, hablando con la gente, y no pude contenerme, empecé a llorar y no podía parar.

–¿Le incomoda llorar delante de las cámaras?

–No. Hay quien piensa que el periodista debe ser poco menos que un robot, pero no lo somos, somos personas que sentimos, nos emocionamo­s y lloramos. A mí no me da vergüenza expresar sentimient­os, y menos en momentos así. La gente venía a abrazarme y darme las gracias por contar lo que estaba pasando en la Rambla. Yo he gastado mucha zapatilla en esa calle, el atentado podría haberme pillado a mí. Lo que viví ese día en Barcelona no lo había sentido nunca, ni lo olvidaré jamás.

–Es barcelones­a y reside en Madrid. ¿Cómo ha vivido desde aquí los últimos meses de tensión política?

–Con preocupaci­ón, sobre todo por lo que ha afectado a las relaciones personales. Me duele mucho que haya gente que ya no se habla por culpa de esto, o que evita el tema para no enfrentars­e. Porque la política al final hará sus apaños y solucionar­á sus conflictos, pero el daño personal va a tardar en arreglarse. No va a ser fácil recuperar los afectos rotos en este país.

–¿Dónde se ve viviendo en el futuro?

–Donde surja, no me cierro a nada. Ahora mismo tengo la inmensa suerte de vivir en Madrid y puedo plantarme en poco tiempo en Barcelona, donde están mis afectos, mi familia, mis amigos... No está mal para alguien que es de maleta fácil y sube al AVE casi como si subiera al metro. Nunca he tenido la sensación de poder elegir: al final han sido el trabajo y la vida quienes han elegido por mí, y creo que en el futuro seguirá siendo así.

«De aquí a cinco años me veo volviendo a la radio, que fue mi primer amor» «Lloro ante la cámara, porque los periodista­s no somos robots; también nos emocionamo­s»

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OTRA CATALANA EN MADRID. María Casado vive a golpe de AVE sin problemas, pues dice ser de «maleta fácil».
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 ??  ?? EN ‘59 SEGONS’ La periodista, en una imagen del 2007, cuando presentaba el espacio de TVE en Sant Cugat.
EN ‘59 SEGONS’ La periodista, en una imagen del 2007, cuando presentaba el espacio de TVE en Sant Cugat.

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