El Periódico Extremadura

«No es un capricho, es una necesidad»

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El tren protagoniz­ó las consignas ayer en la plaza de España. Y hubo para todos los gustos, cada municipio y cada grupo de amigos, familiares interpretó su manera de reivindica­r un tren «digno» aunque todos coincidían en lo mismo, en que la petición «no es un capricho, es una necesidad» compartida.

Si hay algo que también repitió patrones fue la tecnología. Al compás de las banderas y las pancartas, los móviles ondearon para recordar lo que ocurría. Los asistentes querían llevarse un recuerdo de lo que estaba ocurriendo e inmortaliz­aron la jornada en sus dispositiv­os móviles, muchos a contraluz, cegados por el sol. Y no lanzaron al aire sus cámaras de bolsillo solo ante los quejíos de Miguel de Tena para recordarlo­s luego, sino para retratar cualquier detalle de una jornada que para muchos se extendió desde la mañana hasta bien entrada la noche, al menos para los de Badajoz, últimos en regresar a sus destinos.

Las redes sociales también hicieron lo propio, al compás del clic de las cámaras, los tuits y los posts en Facebook coparon las pantallas de muchos que consultaba­n los detalles del evento. En algún

país. Entre ellos se encontraba Franscico Torres, un extremeño afincado en Cataluña desde hace más de sesenta años. Tiene 72 ahora. Nació en Peraleda del Zauzejo y recuerda sus viajes de más de quince horas en el tren antiguo para llegar a su Extremadur­a. Ahora reconoce que viaja hasta Córdoba y luego alquila un coche para ahorrar costes y tiempo. Una odisea. Sostiene una de las pancartas de mayores dimensione­s que se vieron ayer y reclama lo mismo que todos, llegar a su momento del día #Trendignoy­a fue un clamor ante el desorden de los despistado­s que decidieron cambiar la referencia en redes. Muchos de los aficionado­s al móvil estaban presentes, otros no pudieron, así que dejaron constancia de su apoyo a la causa a través de un mensaje.

La lentitud, la incomodida­d de los trenes, los retrasos continuos y las averías que sufren cada semana fueron los dardos con los que apuntaban la mayoría de los mensajes. «No hay derecho a que alguien no pueda conocer una tierra tan bonita por su mala comunicaci­ón», reclamaba un usuario. «Ya es hora, Extremadur­a lo necesita», rezaba otro escrito de un internauta. Había quiénes ayer daban un «grito por tantos años de agravios y compromiso­s incumplido­s» y quién alabó la «humildad, la alegría y el corazón» de los que ayer se congregaba­n por una causa justa.

La protesta llegó ayer a Madrid y se hizo escuchar en todo el país y a través de internet en cualquier casa durante horas aunque fuera a través de una pantalla del móvil en la que han llegado a calificar el día de «histórico, de los que marcan un antes y un después»

región natal en unas condicione­s dignas.

A la protesta se unieron institucio­nes, autoridade­s políticas y representa­ntes del mundo de la cultura, que bien habían manifestad­o su conformida­d con la petición, o se personaron ayer como la cantante Soraya para dejar clara su postura.

El acto sumó una vertiente lúdica. La lectura del manifiesto de Pepa Bueno y Jesús Sánchez Adalid dejó espacio al cantaor Miguel de Tena, que emocionó a los asistentes como si de un festival

Pero el momento más emotivo para muchos se vivió cuando la Orquesta de Extremadur­a hizo sonar los acordes del himno. A coro resonó en el centro de Madrid la letra con un inicio más que premonitor­io: «Nuestras voces se alzan». Y bien que se alzaron. La llegada a la plaza de la comitiva de autoridade­s que se desplazó en tren retrasó ligerament­e el calendario de actos pero la jornada transcurri­ó con la normalidad esperada.

No fueron pocos los asistentes y los curiosos- que aplaudiero­n el carácter «pacífico y conciliado­r» de la concentrac­ión. No obstante, algunos como la emeritense Ana María Banda, quisieron insistir en que el fondo «musical» no debía empañar que lo de ayer era una protesta.

«Queremos que se tome en serio, estamos aquí porque ya es hora de que pidamos lo que nos correspond­e», añade. Ana asistió junto a su marido Vicente Acosta. El extremeño atrajo la atención de muchos con una curiosa pancarta que lucía con orgullo. «Hace 2000 años ya teníamos el Ave César, hoy solo nos quedan los buitres de Monfragüe, amigos de los leones del congreso que se lo comen todo», rezaba el panfleto con crítica ácida hacia el Gobierno central.

Como la de Vicente lucían millares de enseñas, unas con más acierto y otras con más ingenio. La protesta se diluyó de forma paulatina pero ágil para que los asistentes disfrutara­n de su menú de recompensa y regresaran a su asiento del autobús con los deberes hechos y la lección aprendida. Con unas horas de cansancio acumuladas pero con la reivindica­ción fresca sobre la mesa: «un tren digno».

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Muchos asistentes recordaban el olvido histórico con la región.
 ??  ?? Las vecinas de Montehermo­so con sus gorros típicos.
Las vecinas de Montehermo­so con sus gorros típicos.

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